23-04-2013
Siempre he pensado que todos en alguna parte tienen un alma gemela. Alguien que te comprenda, escuche, valore. Que te abrace sin pedírselo o esté a tu lado sin esperar nada a cambio. Pero no es así.
Día a día me voy dando cuenta de que los seres humanos viven para su propio beneficio.
Sé que... seas quién seas... cuando leas esto, dudarás en si he pasado por un mal momento, o si estoy enfadado. Pero no, lo único que me pasa es que tengo los ojos abiertos al mundo y veo claramente lo que de verdad se muestra en el día a día.
No hablo de los insultos, ataques o bullying, que está de moda hoy en día. Hablo de la traición, el desengaño, la mentira, todo eso que siempre ha estado presente y no sigue unas reglas. A cualquiera, en cualquier momento puede afectarle.
Hoy he estado fuera todo el día, no he ido a comer a casa, y si hubiese querido podría haberme ausentado también por la noche, mis padres no se hubiesen dado cuenta.
A pesar de que ya tengo veintidós años, la indiferencia total hacia mí que muestran mis padres me duele, lleva sucediendo desde hace unos diez años, pero estúpido de mi sigo pensando que algún día cambiará.
En ocasiones ideas locas pasan por mi cabeza, pero son sólo posibilidades... ¿o no?Era un día como cualquier otro, puede que a alguien en algún lugar le estuviese sucediendo la mejor experiencia de su vida. Tal vez ese día pudiese ser un mal día para otros, pero en una escala del uno al diez ese día para Luhan sobrepasaba las expectativas, pero no por ser uno bueno.
Su vista se estaba nublando por completo, recostado dentro de la bañera blanca en casa de su mejor amigo. Estaba cansado, no es que hubiesen hecho demasiados esfuerzos a lo largo del día, su mente había llegado a ese punto en el que las emociones se entremezclan y acaban siendo un mar tormentoso donde uno mismo no sabe siquiera por qué hace ciertas cosas.
Una de esas acciones había hecho que Luhan estuviese ahora mismo allí tumbado, con la mirada perdida, el frío apoderándose leventemente de su cuerpo y su muñeca derecha abierta, provocando que la sangre fluyera mezclándose con la espuma del agua. Tiñéndola de rosa.
Si la razón estuviese presente en el joven chino en aquel momento, podría acordarse de cómo su amigo abrió la puerta, de sus gritos, de la rápida reacción que logró salvarle la vida. Pero no lo recordaba con tanta nitidez, no tanto como quisiese hacerlo.
Cuando llegaron al hospital los servicios sanitarios de urgencias habían conseguido retener la hemorragia y así salvarle la vida. La enfermera que se encargó de la cura estaba siendo amable, los puntos de sutura eran dolorosos pero sería lo mínimo que tendría que soportar cuando sus padres se enterasen de lo sucedido.
Luhan estaba recostado en aquella incómoda cama de hospital, cubierto por una fina sábana y vestido con el camisón característico, allí tumbado se sentía completamente inútil. Había jugado con su vida, era algo que debería de valorar para sí mismo. Nunca antes se había arriesgado a hacer algo así. En ocasiones sí había pensado en llamar la atención de sus padres desapareciendo un par de días, o incluso comportándose mal en el instituto, pero había desechado las ideas por tan ridículas que le parecían.
Cuando sus párpados le pesaban ya lo suficiente como para que su lucha terminase en derrota ante Morfeo, la puerta se abrió de golpe haciendo que el joven se sobresaltara. Una mujer alta delgada, tan guapa como una modelo, con el cabello recogido en un moño y la mirada llena de pasión le mirada desde la puerta. Parecía molesta, incluso enfadada, Luhan sabía que su madre no dejaría de mirarle así durante semanas.
La mujer se acercó a él y lo abofeteó tan fuerte que su mano quedó marcada en la mejilla del chico, que no se inmutó ante el ataque. La respiración acelerada de su madre frente al silencio de la habitación había destrozado esa calma que le adormecía hacía apenas unos segundos.
Luhan se colocó bien el pijama de hospital en el hombro y clavó sus pupilas en la mirada de su madre esperando a que ésta comenzase la conversación que no podían evitar.
— ¿Por qué lo has hecho? —Gritó la mujer desesperada—. ¡Casi te mueres!
Luhan no dijo nada, bajó la cabeza y miró hacia las palmas de sus manos que reposaban encima del bulto que hacían sus piernas bajo las sábanas.
— ¡Quieres hablar! —La voz de la mujer sonaba todavía más alta—. No creas que te librarás de un buen castigo, y espera a que venga tu padre, él...
— No, no tienes por qué hacerlo —habló suavemente Luhan mientras la madre se mordía el labio tras la interrupción—. Ya sé qué es lo que he hecho.
— ¡No! Parece que no eres consciente de la gravedad. Luhan antes de venir a verte he hablado con un médico, un psiquiatra, están preocupados por tu salud mental.
Luhan abrió los ojos sorprendido, su madre no sonaba enfadada, en vez de eso su voz mostraba compasión. No pudo evitar que en sus labios se dibujase una sonrisa, cosa que sorprendió a la mujer, dado que su noticia no era precisamente para que uno se alegrase. Pero eso al joven no le importaba, después de tanto tiempo su madre se había preocupado por él, había mostrado un claro síntoma de cariño. Al final había merecido la pena.
— No sé a qué viene esa sonrisa —la calidez de sus palabras se había esfumado—. Luhan, estás loco.
Los ojos del joven se abrieron de par en par como si fuese un acusado al que le acaban de dar su sentencia, abrió los labios para hablar pero no salió nada de ellos. Escuchar aquellas acusaciones de su propia madre tan sólo lo llenó de dolor y rabia.
— Déjame solo... —murmuró cabizbajo—. ¡Vete!
— No, no voy a irme, porque seguro que cuando me vaya intentarás hacer otra locura —la mujer dejó el bolso sobre el incómodo sillón de la habitación y se acercó de nuevo a la cama—. A ver qué se inventa tu padre para contarles a los vecinos —añadió mientras le peinaba el flequillo a su hijo de manera despreocupada—. Es una vergüenza que alguien se entere de que has intentado suicidarte.
— No he intentado nada...
— ¡Oh, Luhan por el amor de Dios! Es peor de lo que me ha comentado el médico, ahora lo niegas...
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Our own reality
FanfictionLuhan vive en un mundo dónde nadie le entiende, en un último intento por llamar su atención confunden sus actos por problemas psicológicos. Debido a eso sus padres lo ingresan en Cassopeia, un centro psiquiátrico a kilómetros de su casa. Allí rodead...