25-04-2013
Ayer ingresé en este lugar. Todo mi equipaje ha sido revisado y prácticamente lo han devuelto. No sé por qué pero me han permitido quedarme con el diario. Seguramente porque en alguna sesión con Yunho me pida que se lo enseñe. Me da igual que lo lea alguien, porque esto lo escribo para que lo leas. Me gustaría que alguien pudiese llegar a saber realmente lo que pasa por mi mente sin tener que explicárselo.
Sé que es una estupidez, pero esta mañana cuando he llegado al centro y he visto a todos los internos me he sentido aliviado. Puede que te parezca un egoísta, pero no me gustaría ver la realidad entintada de otra manera que no es. Porque si en algún momento ellos recuperan realmente su consciencia les dolerá más el golpe de ver cómo es el mundo a vivir en ese paraíso idealizado en el que ellos mismos viven contentos.
Kyungsoo, él es mi compañero de habitación, es extraño desde que entré no ha dejado de mirarme. Me pone nervioso, su mirada es demasiado intensa, hace que me recorra un escalofrío. He intentando pedirle que deje de hacerlo, pero me ha contestado "No hago nada" y ha sonreído. Dudé de si realmente se daba cuenta de lo que hacía o no, pero en definitiva ni él mismo es dueño de sus actos.
Escribo esto sabiendo que está leyéndome por encima del hombro, seguramente esto también forme parte de su trastorno, pero desde que he dejado mis cosas no hace más que seguirme e imitarme en todo. Me habla normal pero es como si fuese un reflejo de mí. Me costará acostumbrarme a esto.
Hoy me he cruzado dos veces con un chico, parecía un muñeco, como una estatua. Estaba frente a la puerta de entrada como si me estuviese esperando. Sehun, así se llama. No sé muy bien cómo explicar lo que sentí, pero aquel muchacho creó en mí una curiosidad que jamás nada me había causado.
No sé si tendré la oportunidad de hablar con él en algún momento pero si es el caso, ¿qué voy a decirle?
En fin, espero que las palabras salgan por sí solas, sin tener que pensarlas. Como cuando uno mismo sabe qué hacer sin ni siquiera leer el manual de instrucciones.
Los primeros días en la residencia fueron algo complicados para Luhan. Sesiones, pruebas y estudios, más pruebas, almuerzo y de nuevo rodeado de especialistas. Poco a poco aquellos programas de ayuda se fueron mezclando con los de algunos internos hasta que llegó el día en el que Luhan asistiría a su primera terapia de grupo.
Estaba algo nervioso, la mañana anterior Yunho le había dicho que algunos de los que asistían a esas terapias se sentían un poco reticentes a que nuevos chicos se les unieran al grupo, pero le aconsejó que a pesar de que alguno de ellos optase por la opción de mostrarse desinteresado o incluso algo molesto, Luhan debería mantener la compostura.
Yunho confiaba mucho en Luhan, éste le había demostrado todas aquellas semanas que era un chico modelo, bien educado, atento, que respondía perfectamente a todos los tratamientos que le proponía. Eso les llevó a entablar una relación entre especialista y paciente que muchos de los demás doctores que allí trabajaban envidiaban.
Luhan terminó de recoger y hacer la cama, se peinó y respiró hondo, en el fondo estaba un poco nervioso, a pesar de llevar casi dos meses en la residencia con las únicas personas con las que se relacionaba era con Kyungsoo, el doctor Yunho, y de vez en cuando Jongdae y Junmyun, pero muy pocas veces.
— ¿Estás nervioso? —le preguntó Kyungsoo detrás de él, como siempre solía hacer. Luhan podía acostumbrarse a muchas cosas, pero nunca podría dejar de asustarse de las apariciones silenciosas de Kyungsoo a sus espaldas.
— Un poco, sé que es estúpido pero el intercambiar mis pensamientos con esas personas me va resultar complicado —respondió Luhan mientras guardaba su pijama en el armario.
— No lo creas —rió Kyungsoo— siempre lo has hecho. Desde que has llegado no haces más que hablar conmigo.
Luhan rió ante el comentario de Kyungsoo. No era que hablase con él, sino que su compañero tenía la molesta costumbre de leerle su diario. A pesar de que Luhan intentase que no lo leyera, siempre lo conseguía y al llegar la hora de acostarse tenía largas conversaciones que no llevaban a nada sobre la redacción de Luhan aquel día en la libreta.
Kyungsoo podría ser un joven muy atento, pero no se le podía hacer caso, ya que en su mundo de sombras y reflejos todo tenía un sentido mientras que en la realidad sus palabras desordenadas siempre creaban un laberinto emocional.
— De todas maneras, quiera ir o no, tengo que hacerlo —respondió Luhan mientras Kyungsoo se sentaba a su lado, exactamente igual que él—. Puede que sea divertido.
Kyungsoo rió y asintió pero no dijo nada, siempre que reía su boca se torcía y su labio superior se levantaba mostrando las encías, haciendo que su sonrisa pareciese un tanto perturbadora. Pero a Luhan le gustaba, Kyungsoo era un chico inocente, había agradecido que él fuese su compañero de cuarto ya que le agradaba cuidarle.
Unos golpecitos en la puerta llamaron su atención. Cuando la puerta se abrió un joven de cabellos azules sacó la cabeza asomándose al interior de la habitación. Tenía una mirada asustadiza y, a pesar de ser un médico de aquel psiquiátrico, su cara no mostraba un buen aspecto, sus pómulos se marcaban demasiado y en sus ojos se reflejaba cansancio. El hombre sonrió y abrió por completo la puerta, dejando ver su bata blanca que confirmaba a Luhan que aquel era el encargado de la terapia de hoy.
— ¿Lu Han? —preguntó dubitativo—. Mi nombre es Kim Ryeowook, vengo a buscarte para tu primera terapia de grupo.
— Sí, estoy listo —respondió Luhan levantándose y caminando hacia el joven doctor, quien era más bajo que él.
Caminaron por el pasillo hasta la habitación donde se realizaban las terapias del doctor Kim Ryeowook. Cuando abrió la puerta Luhan se sorprendió de ver allí a Jongdae y Junmyun, sonrió con tranquilidad de saber que al menos alguien conocido estaría presente para apoyarle. A su lado había un joven atractivo, de mirada felina y piel dorada, en sus manos sujetaba un pequeño objeto que por lo que le pareció a Luhan debería de ser demasiado interesante ya que no dejaba de mirarlo. Unas sillas más allá pudo ver a Sehun, su corazón se encogió, hacía tanto tiempo que no lo veía. El joven miraba al centro del círculo de sillas, sin prestar ninguna atención a los demás agarrándose fuertemente las manos. Parecía nervioso, aunque por lo que le había comentado Kim Yunho, Luhan sería hoy el nuevo, por lo que los nervios de Sehun llamaban todavía más su atención.
Algunas sillas estaban vacías, pero Ryeowook le invitó a sentarse donde quisiera, anunciando a los chicos que en cuanto los demás llegasen comenzarían la sesión de hoy.
Luhan se lamió los labios y caminó hasta Sehun, sentándose en la silla de al lado. No sabía por qué su corazón latía tan fuerte, pero cuando la mirada asustada del joven se posó por unas milésimas de segundos en él pensó que su corazón había decidido dejar de funcionar.
— Me llamo Lu Han —se presentó calmadamente—. Estabas en la puerta el día que llegué al centro. ¿Te acuerdas de mí?
— Luhan... —susurró sin moverse—. Luhan...
Al fin había escuchado su voz, era grave pero a la vez joven, parecía un pequeño cachorrillo asustado. Luhan sintió que aquel chico estaba todavía más perdido que él en aquel lugar. Sonrió y acercó su mano hacia las de Sehun para mostrarle su apoyo. Y entonces sucedió muy rápido.
Antes de que Luhan pudiese reaccionar el chico saltó de la silla provocando que ésta cayera al suelo. Clavó sus ojos oscuros en Luhan mostrándole una rabia o pena interna que no pudo entender.
— ¡No! ¡No lo hagas! ¡No me toques! —gritó Sehun alterado llevándose las manos a la cabeza y comenzando a lloriquear.
El doctor Ryeowook corrió rápidamente hacia Sehun, que estaba asustado buscando la manera de salir huyendo de ahí. Rápidamente el especialista comenzó a hablarle para tranquilizarlo, sin tocarle ni acercarse lo suficiente. Sehun parecía reaccionar a las palabras del experto, calmando su respiración y volviendo a su estado emocional anterior. Ryeowook le tendió aquella pequeña caja de música que Luhan le había visto el primer día comprobando como Sehun la sujetaba con total protección entre sus manos. Avergonzado por ser el causante de aquel alboroto Luhan bajó la mirada en el mismo momento en el que Sehun volvía a su sitio.
Minutos después aquel incidente no existía para nadie, excepto para Luhan que no hacía más que mirar hacia Sehun analizándole. Aquel muchacho le parecía demasiado extraño, mucho más que los demás. Cuando todos los participantes ya estaban en la sala la sesión comenzó.
Ryeowook se sentó en la silla principal y los demás a su alrededor, Luhan estaba casi enfrente en silencio, esperando a ver cómo eran esas sesiones de las que tanto le había hablado Yunho.
— Muy bien chicos, hoy comenzaremos por presentaros a un nuevo compañero, seguramente lo conoceréis de verlo por las instalaciones, pero ahora formará parte de nuestro grupo —comenzó a decir Ryeowook lentamente y suave, con un toque dulce en sus palabras—. Éste es Lu Han chicos, espero que lo tratéis bien.
Todos los presentes se giraron y observaron a Luhan. No, todos no. Sehun permanecía a su lado, quieto, sin mover ni un músculo. Para todos los demás Luhan era algo interesante, nuevo, incluso algunos se levantaron de las sillas para acercarse a saludarle, pero para Sehun, Luhan no era más que un mueble en aquella habitación.
Cuando Luhan dejó de ser el centro de atención el doctor comenzó con su terapia, releyó un momento las notas que llevaba en su libreta y sonrió.
— Tao —esperó a que el chico con el espejo le mirase de reojo sin apartar el objeto de delante de la cara—. ¿Puedes hablarnos de la experiencia del otro día?
— Por supuesto —declaró suavemente, levantándose y agarrando fuertemente el espejo—. Estamos muy contentos con el resultado, la verdad es que creo que no podemos estar más a gusto con todo esto. La sesión del otro día nos abrió los ojos, así que...
Una carcajada de Sehun interrumpió al joven. Luhan se giró sorprendido, observando como su compañero miraba fijamente hacia Tao. Se levantó lentamente y se paró a unos centímetros de él.
— Tenías que aprender, tenías que darte cuenta de que no es un nosotros sino un yo. ¿No te das cuenta? —las palabras salieron de los labios de Sehun como si fuesen misiles que atravesasen a Tao, que comenzó a llorar abrazándose al espejo que sujetaba en las manos.
— ¡No! Él no se irá, él nunca me dejará como los demás, siempre estará conmigo.
Ryeowook corrió de nuevo hacia los chicos y sujetó a Sehun por el brazo, acto del que rápidamente se arrepintió ya que el chico, mucho más alto y fuerte que él, se giró empujándole contra el suelo. Luhan se levantó por la reacción, atento a lo que podría pasar, esperando el momento justo para ayudar. Mientras los demás muchachos no podían evitar huir o quedarse estáticos. Jongdae agarró fuertemente la mano de Junmyun, que estaba a su lado mirando fijamente a Sehun retándole a que volviese a empujarle.
Luhan se irguió y ayudó a levantarse a Ryeowook mientras Sehun seguía de pie con la respiración acelerada. Tao le miró con los ojos llenos de lágrimas y Sehun le devolvió la mirada.
— ¿No te das cuenta de que lo que tanto amas, lo que crees que no te va a abandonar, eres tú mismo?
Tao no dijo nada, tan sólo abrió los ojos sorprendido para después volver al llanto. Luhan agarró a Sehun por un hombro, acción que provocó que el joven se tensara.
— ¡Ya basta! ¿No ves que le estás haciendo daño? —le amenazó.
— ¡Suéltame! —gritó Sehun mientras le empujaba— ¡No me toques! ¡No, no tienes derecho a tocarme!
— ¡Y tú no tienes derecho a hacerle daño! —Sehun parecía otra persona, un niño asustado ante la reacción de Luhan, pero Luhan estaba tan enfadado que no pudo parar— ¿No ves lo que has hecho? Tao está asustado y has lastimado al doctor. Este no es un buen comportamiento, Sehun.
El chico no dijo nada, agachó la cabeza y apretó los puños mientras su lengua viajaba por los labios. Luhan se acercó mirándole fijamente, apoyando la mano en el hombro del chico, notando como su cuerpo se tensaba completamente, como un gato cuando está en alerta ante cualquier ataque.
— Pide disculpas —le ordenó Luhan mostrando su papel de buen hyung.
— ¡No! —gritó Sehun antes de empujarle y salir corriendo de la sesión.
Luhan intentó ir detrás de él, pero la voz de Ryeowook le detuvo.
— ¡Luhan ya basta! —le miró serio colocándose bien la bata—. Sehun es más complicado de lo que parece.
Ninguno de los demás chicos dijo nada, Junmyun había ayudado a Tao que parecía más calmado. Después de que los demás chicos estuviesen tranquilos se colocaron en sus sitios para continuar con la sesión.
16-09-2013
Los días se suceden como si fueran hojas de un libro pasadas al azar. No sé cuándo me he acostumbrado tanto a estar aquí. En un principio todos los que estaban conmigo me parecían extraños. Nunca imaginé que me gustaría estar en un lugar como este, pero me siento aceptado.
A veces me pregunto qué estarán haciendo mis padres, o si me echarán de menos pero rápidamente desecho la idea porque no merece la pena que desgaste mi tiempo en ellos, seguramente ellos tampoco lo hagan en mí.
Las sesiones en grupo están resultando más buenas de lo que esperaba, no puedo hablar de mis mejoras, porque no las tengo, ya que no necesito que nadie me ayude. Pero los demás chicos están abriéndose a situaciones más realistas.
Tao sigue insistiendo en que su reflejo es otra persona, que ambos están destinados a estar juntos, pero ha comprendido que no es real. Al menos puede separarse un par de horas del espejo. Jongdae y Junmyun han sido separados. Ninguno de ellos avanzaba en su tratamiento, por lo que optaron por la opción de que cada uno fuese tratado por un médico diferente. Junmyun aceptó y entendió que sería lo mejor, Jongdae acabó por ser ingresado en el hospital, se arriesgó demasiado saltando desde su ventana...
Kyungsoo siempre sonríe, me escucha y habla de todo lo que aquí escribo, pienso y también de todo lo que siento. Es gracioso, pero podría decirse que aunque no sea real es esa sombra que siempre me acompaña, a la que no tengo que decirle nada puesto que ya lo sabe todo.
Las cosas con Sehun son algo más complicadas, he intentado hablar más de una vez con él, pero sigue evadiéndome. Hace un par de días ingresó en la institución un joven nuevo, se llama Park Chanyeol, al parecer intentó matar a su hermana porque pensaba que tenía a un ser maligno dentro, alguien se lo había dicho. Cuando entró, Sehun se comportó de una manera muy extraña.
Puede que sea estúpido pero sentí celos de que él si se fijase en Chanyeol y no en mí.
Sé que te reirás cuando leas esto, o pensarás que estar aquí dentro me está afectando negativamente, pero no voy a rendirme. Tengo que saber más de ese chico y no pararé hasta saberlo.
Las hojas de los árboles había teñido el verde prado de marrón, creando una imagen perfecta para uno de esos cuadros que tanto adoraba la madre de Luhan. Aquella mañana Kyungsoo se había levantado antes para su cita con el doctor y Luhan no tenía nada en su horario. Se estiró en la cama y sonrió, estaba tan a gusto entre las mantas que hacía todo lo posible por no tener que levantarse.
El pequeño sonido del despertador le indicó que era la hora de ponerse en pié. Como institución que era, tenía unas normas y los internos tenían que levantarse a las 09:00, las actividades comenzaban a esa hora para todos.
Luhan dejó caer el pijama al suelo y se acercó al baño para limpiarse. En aquel pequeño baño, donde ducha y servicio eran prácticamente lo mismo Luhan comenzó a recordar el porqué estaba allí. Ya llevaba 6 meses dentro del psiquiátrico, las costumbres, los momentos, la gente que había conocido ahí conformaban su vida ahora y todo esto por un pequeño descuido y la ineptitud de sus padres.
Entró bajo el agua, estaba cálida, no le gustaba el agua demasiado caliente y fría a cualquiera le costaría entrar. Dejó que su cabello se empapase del todo antes de enjabonarlo bien y jugar con la espuma a hacerse algún que otro peinado, provocando que alguna risilla saliese de sus labios. Gel y esponja en mano se dedicó unos minutos en lavarse perfectamente todo el cuerpo para después aclarar bien el cabello.
Salió de la ducha con la toalla en la cintura, sorprendiéndose de que al salir del pequeño baño Kyungsoo ya estuviese de vuelta en la habitación.
— ¿Ya has vuelto? —le preguntó Luhan caminando hacia la mesita donde la nueva muda le esperaba.
— Sí... yo, no pude hacer nada —comentó suavemente Kyungsoo mientras se miraba las manos—. A pesar de que intenté agarrarle no pude hacer nada.
— ¿Pero qué estás diciendo? —preguntó Luhan mirando hacia su compañero sin entender nada.
Kyungsoo se giró con lágrimas en los ojos, esperando a que Luhan hablase, como si estuviese buscando una explicación en su amigo. Luhan se sorprendió, nunca antes había visto tan débil a Kyungsoo, y aquella situación le hacía sentirse por partes iguales, incómodo y preocupado.
Se acercó hasta él y esperó a que, como de costumbre, Kyungsoo se girase para colocarse en la misma posición que Luhan, como si estuviese imitándole, tal cual hacía siempre el más joven. Con mucho cuidado Luhan deslizó su mano hacia atrás acariciando la de su compañero suavemente. No hubo palabras, tan sólo pequeños sollozos y alguna que otra hipada que se le escapaba de los labios a Kyungsoo.
Luhan sintió una suave presión sobre su cuerpo, era agradable, como una caricia, y vio como Kyungsoo le había abrazado como pidiéndole que imitara esa sombra que se "proyectaba" en el. Luhan abrazó a su amigo, esperando a que este dejase de llorar, y entonces después de mesarle un poco el cabello comenzó a hablar.
— Se... Sehun —rompió el silencio Kyungsoo con llanto en sus palabras—. Yo sólo quería ayudarle, pero no me dejó y ahora...
— ¿Ahora qué? —Luhan no quería sonar interesado, pero algo en su interior hizo que se preocupase de Sehun, a pesar de no tener una muy buena relación con él.
— Me gritó, yo no quería enfadarle pero era necesario, no podía ir hacia otro lado —se explicó sin sentido Kyungsoo mientras agarraba a Luhan de los brazos agitándole suavemente—. Ahora le van a castigar, le reñirán por mi culpa y entonces me odiará.
Luhan le miró sorprendido y asintió a pesar de que dentro de él los nervios afloraban como un volcán en erupción. Se separó lentamente de Kyungsoo mientras éste lloriqueaba como suplicándole de nuevo otro abrazo.
— Está bien Kyungsoo, yo iré a hablar con los demás —le tranquilizó Luhan—. Sehun no será castigado, no te preocupes.
Luhan terminó de vestirse lo más aprisa que pudo y salió en dirección el despacho de Yunho. Cuando llegó algunos internos estaban cuchicheando en la puerta. Llamó un par de veces esperando oír la aprobación para pasar. Cuando la voz de Yunho rompió el silencio del interior, Luhan colocó la mano en el pomo y antes de dudar y volver sobre sus propios pasos, abrió la puerta.
Sehun estaba sentado en la silla, agarrando de nuevo aquella caja de música, mientras que Yunho sujetaba el teléfono en la mano mirándole sorprendido.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó el doctor dejando el teléfono en su sitio.
— Yo... —la vergüenza se abalanzó sobre Luhan sin piedad, escondiendo todas esas agallas con las que había salido de la habitación—. Vine a ayudarle —contestó mirando a Sehun, que no se movió ni dio señales de sorpresa ante su confesión.
— ¿Ayudarle a qué? —Yunho suspiró ante esa absurda situación—. Luhan creo que te has equivocado. Sehun está bien, no necesita ayuda.
— Pero... Kyungsoo me dijo que habían discutido, que por su culpa vosotros le castigaríais —se explicó Luhan mientras miraba a Sehun buscando una mirada de apoyo.
— Kyungsoo tuvo un pequeño encontronazo con Sehun, pero ya está arreglado —suspiró Yunho, algo cansado—. No creo que tengas que preocuparte, no estamos aquí para castigar a nadie. Sehun ha conseguido entenderlo.
El más joven no dijo nada tan sólo miró hacia Luhan y abrazó más fuerte la caja de música. Luhan respiró hondo y miró de nuevo a Yunho.
— Entonces, ¿qué hace en tu despacho? —preguntó sin darse cuenta de lo impertinente que sonaba la pregunta.
— Luhan, no estás en la posición de poder preguntarme eso —le miró serio Yunho mientras guardaba lo que parecía el historial de Sehun en un cajón bajo llave—. Por favor, sal ahora, o tendré que llamar al vigilante.
Luhan apretó los puños de rabia, algo ahí dentro le hacía sospechar que la situación no iba bien. Sehun a pesar de ser un chico poco hablador nunca había mirado fijamente a Luhan, ni en las terapias de grupo a pesar de ser su compañero. El mayor miró hacia Yunho, que le observaba desde detrás de la mesa de despacho con los brazos cruzados esperando a que saliese de la habitación. Apartó la vista y, mordiéndose el labio de impotencia, salió del lugar dando un portazo.
Estaba furioso y ni siquiera le había sucedido nada a él. Salió al jardín y corrió hasta el enorme árbol al lado del estanque. Se sentó apoyándose en el tronco y miró fijamente hacia el agua. No podía sacarse de la cabeza aquella mirada de cachorro de Sehun, algo dentro de él le decía que necesitaba su ayuda.
Minutos después Luhan sintió un ligero ruido, como el pisar de una rama, llamándole la atención. Se giró abriendo los ojos sorprendido, allí estaba Sehun de pie frente a él. No dijo nada tan sólo se sentó a su lado abrazando sus rodillas contra el pecho.
— Gracias —aquella palabra adornada por el tierno ceceo de su voz llenó de calidez el corazón repleto de ira de Luhan.
— No hay de qué —contestó mirando hacia el agua del estanque—. ¿Qué es lo que ha pasado, Sehun?
El muchacho no contestó, bajó la cabeza y se lamió los labios, como si quisiese decírselo pero no pudiese. Sus dedos se clavaron en sus piernas arrugando la tela del pijama.
— ¿No puedes decírmelo? —insistió Luhan.
— No debo hacerlo —murmuró fijando la vista en la tierra removida bajo sus pies.
— ¿Por qué no puedes? —Luhan sentía demasiada curiosidad, quería que Sehun se lo contase todo, pero en vez de eso el chico callaba.
— No es bueno que lo sepas —confesó Sehun clavando su mirada oscura en los ojos de Luhan.
— ¿Tienes miedo a que no quiera volver a hablar contigo? —Sehun miró a Luhan después de que soltase aquellas palabras.
— No tengo miedo, ¿por qué iba a tener miedo de que me hablaras si apenas te conozco? —respondió molesto, soltando las piernas.
— Ya... —Luhan no podía evitar sentirse triste a pesar de que era verdad, se había hecho ilusiones ya que al fin estaba hablando con Sehun—. Me preocupas, no sé por qué, pero desde que te vi la primera vez supe que tenía que hablar contigo.
Sehun soltó una carcajada y se levantó, sacudió la tierra de su pijama y cerró los ojos negando con la cabeza suavemente.
— Es mejor que te olvides de mí, sólo te traería problemas —las palabras salieron frías, sin sentimiento. Pero Luhan no le dejó irse, cuando Sehun se giró para volver al edificio Luhan se levantó y le sujetó del brazo.
El cuerpo del menor se tensó al instante y su respiración se volvió efusiva. Levantó el brazo y empujó a Luhan contra el tronco del árbol, corrió hacia él preparado para asestarle un puñetazo, cuando una voz lo frenó, haciendo que golpease al árbol.
— ¡Ya basta Sehun! —un chico de piel castaña les observaba desde la orilla del estanque. Estaba vestido con ropa de calle, vaquero y camisa. Su pelo bien cortado y limpio, y sus facciones masculinas, sensuales, bañadas con un ligero toque de picardía
—. Quieres que te vuelvan a encerrar, haz el favor de apartarte —le ordenó mientras caminaba hacia ellos. Ahora que estaba más cerca Luhan pudo comprobar que uno de sus ojos estaba tapado con un parche, tal vez por una herida de algún accidente o algo así.
Sehun obedeció al chico y se apartó, calmándose y mirando hacia el suelo. Cuando el chico estuvo a su lado le indicó que volviese al edificio cosa que hizo sin rechistar.
— Siento mucho el comportamiento de Sehun —se disculpó el muchacho sonriendo dulcemente, mostrando claramente que a pesar de su aire masculino y sensual era un jovencito—. No le gusta mucho que le toquen.
— No tiene importancia, ha sido mi culpa —sonrió Luhan—. Me llamo Lu Han, soy uno de los compañeros de Sehun.
— Lu Han... —repitió el moreno—. Yo soy Kim Jongin, soy el hermanastro.
— ¿Hermanastro? —Luhan se sorprendió ante tal confesión, podría haberse imaginado cualquier cosa, pero que Sehun fuese hermano de Jongin, le sorprendía bastante—. No sabía que tenía hermanos.
— Normal, dudo mucho que hable con alguien —bromeó Jongin—. Somos hermanos desde poco antes de que ingresara en este lugar.
— ¿Has venido a visitarle? —preguntó Luhan, hoy no era día de visitas y no sabía por qué Jongin estaba allí.
— No, tan sólo vine a entregar unos papeles. Os vi desde la puerta y me acerqué. Menos mal que lo hice sino tendrías un ojo morado —bromeó Jongin mientras se echaba el pelo hacia atrás.
— No le tengo miedo, además sé defenderme —contestó molesto Luhan.
— Puede que sepas hacerlo, pero una persona llena de ira tiene mucha más fuerza de lo que piensas —le advirtió Jongin.
— Aun así, sé cómo defenderme —siguió insistiendo.
— Está bien, yo sólo te lo advierto —suspiró el hermanastro mientras se metía las manos en los bolsillos—. Te deseo suerte en tu intento por entenderle, si está en este lugar es precisamente porque nadie puede ayudarle.
Luhan clavó su mirada fría en Jongin que le miraba sonriente. Caminó hasta él y colocó sus manos en los hombros del moreno, se mordió los labios llenos de rabia. Estaba molesto, no sólo por la negatividad de Jongin, sino porque él confiaba en que Sehun podría salir de esa pequeña burbuja en la que se había metido.
— Aunque, si tú también estás aquí será porque a ti tampoco pudo ayudarte nadie, igual os entendéis —las palabras de Jongin salieron como escupidas de sus labios, pero no obtuvo respuesta. Luhan agarró al joven por el cuello y lo empujó contra el árbol.
— Ni tú ni nadie fuera de estas paredes puede entender lo que sucede aquí dentro —Luhan hablaba con rabia, estaba cansado de esas críticas sin fundamento—. Será mejor que te marches antes de que este "loco" te haga aprender una lección.
Jongin lo empujó algo cohibido, se colocó la camiseta huyendo de allí lo más rápido que podía. Luhan se quedó de pie observándole, deseando que algún día Sehun pudiese salir de la institución con la cabeza bien alta y dándole una lección a ese hermanastro suyo.
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Our own reality
FanfictionLuhan vive en un mundo dónde nadie le entiende, en un último intento por llamar su atención confunden sus actos por problemas psicológicos. Debido a eso sus padres lo ingresan en Cassopeia, un centro psiquiátrico a kilómetros de su casa. Allí rodead...