Cap. 1 Ángel

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Salí de nuestra casa con el celular, los audífonos, las llaves, y veinticinco dólares, para ir a ver una película con mis primos.

Iba de camino para esperarlos a la salida de su clase de kárate.

¿Lo malo de eso? Al ser la última clase del día, ellos y los demás estudiantes, salen por la puerta trasera, la cual da a un callejón, cerca de la entrada trasera de un hotel cerrado desde hace dos años.

No fue hasta cuando ya estaba cerca que pude ver una silueta apoyada en la pared, y más adelante me di cuenta de quién era.

Starla Gretel. Una chica (o chico) robusta y con el lado derecho de su cabeza rapada y el otro lado de color azul. Hoy traía puesta una camisa de fondo rojo sangre, jeans ajustados y rasgados, y su fiel chaqueta de cuero negro y tenis deportivos. De seguro estaba ahí solo para quitarle el dinero a algunos de los niños que iban a salir de la clase.

-Fantasma -me dijo al pasar.

-Descerebrada -le dije mientras me apoyaba en la misma pared en la que siempre esperaba a Thomas y Maite cuando iba por ellos.

Con los pies estirados, y con los audífonos puestos, subí hasta al topé el volumen a Paramore y cerré los ojos, quería ignorar cualquier cosa que Starla dijera.

Lo siguiente que supe fue que alguien tropezó con mis pies y Starla se abalanzaba contra mi.

Moví la cabeza rápido (tanto que los audífonos de cayeron) antes de que acertará el golpe, el cual terminó en la pared de ladrillo detrás de mi.

- ¡Estúpida! Me pagarás ésa.

Esquivé dos golpes al costado y salté cuando arrastró su pie para hacerme caer. Pero lo único que no esperaba era la navaja, la cual sacó repentinamente del lado izquierdo de la chaqueta.

Lo más seguro es que la ocupará para amenazarme, pero en lugar de eso fue a dar con mi mejilla derecha.

Cuando Starla vio la sangre correr por mi mejilla, salió corriendo con dirección a la avenida de en frente.

Ese mismo hermoso ardor de la mejilla, era el mismo que sentía en las muñecas, y tan pronto como se desvaneció, las voces llegaron, casi al mismo tiempo que salían mis primos.

- ¡Demonios! -dijo Thomas al ver la herida-. Maite, llama a Valery y a Nelly.

«Corre» «Huye» «¡Mueveté!» las voces gritaban en mi cabeza, y mi cuerpo me volvió a traicionar haciendo lo que ellas decían.

«Deprisa» «Más rápido»

Pasando la tercera manzana me obligó a mirar atrás, para ver si alguien me siguen. Y en efecto, puedo distinguir la cabellera pelirroja de Nelly detrás de una pareja con un perro. Se que a Nelly no se le da muy bien el ejercicio, he intento desacelerar, pero no puedo, y mi cuerpo hace todo lo contrario.

Llegando a casa luego de unos minutos, mi mano saca la llave y la incierta en la cerradura, y la giro hasta oír el "clic", rápidamente entro y con la misma velocidad le vuelvo a poner llave. Quisiera poder dejar sin llave para que a Nelly no le costase abrir, pero no puedo... A menos que sepa de la existencia de la llave de repuesto en la maceta de claveles falsos, que esta en el pórtico, espero que mis primos no tarden.

Gracias a Dios, la tía Heidi (quién esta de turno en el hospital) y la tía Jean (quién trabaja en centro de biología) casi no están en la casa, por lo que no ven mis "ataques."

«Más sangre» «Corta» «Sangre»

Mis piernas se mueven al cuarto de baño, frente al gran espejo. Odiaba ver mi cara en el. Era pálida, si, pero las ojeras me hacían ver más pálida, si me vieras probablemente pensarías que soy un fantasma, mejillas hundidas, labios pálidos, cabellos negros como el carbón, una niña sin brillo. La sangre había manchado mi brazo, y mi ropa.

La Hermana de Nico Di AngeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora