La Hermana de Nico Di Angelo

Cap. 5 Thomas

~•~ Nota al final del capítulo ~•~

    El padre de Nelly se despidió de nosotros mientras la camioneta se alejaba por el camino de tierra, de regreso a la ciudad. El hombre tenia que seguir trabajando. Aún así, nos había dicho que iría a nuestra casa, a ver que el monstruo no haya causado problemas mayores, le dijimos que no era necesario, pero dijo que no era un problema.

    Habíamos pasado por la tienda comprando alimentos, lo que teníamos podría durarnos por lo menos una semana, y según mis cálculos, lo suficiente como para que mamá y la tía Jean encuentren una nueva casa.

    Espero que no tarden mucho, normalmente, pero las últimas veces que lo hemos hecho, ellas han estado con nosotros. Una de las razones por las cuales Vale y Ángel no lo sabían era porque lo ocultábamos diciendo que a mamá la habían transferido a otro hospital. Habíamos hecho todo para que no se enteraran y poder tratar de vivir normalmente.

    Entramos en silencio. La cabaña estaba algo fría, por lo que las chicas encendieron la chimenea.

    Después de ordenar las cosas en la cocina, y revisar de que la luz, gas y agua estuvieran bien, me encamine a la habitación de mamá. Normalmente ella siempre deja un botiquín con todo tipo de cosas. "Mujer prevenida vale por dos." Es uno de sus dichos favoritos.

    Después de rebuscar por la habitación, encontré el botiquín dentro del armario. Lo tomé y me uní a las chicas en la sala.

    La sala olía a pino. El olor me recordaba a cuando solíamos venir aquí de vacaciones.

    Ángel seguía inconsciente, las chicas la habían recostado en uno de los sillones dobles que habían. Vale dormía como una roca, por lo que la tuve que bajarla del carro, y seguía dormida en el sillón continuó al de Ángel.

    — ¿Todo bien? —me preguntó Maite cuando entre a la sala

    —Quiero revisar las heridas de Ángel, y tal vez tenga que ponerle suero.

    —Ah... Ok, estaré en el comedor. Haré café. ¿Quieren un poco?

    —Si, gracias.

    —Te ayudaré —ofreció Nelly.

    Ambas salieron de la sala. Vale murmuro lago sobre comida y luego un gruñido de hambre salio de su estómago.

    —Eh... ¿Maite? —Ella asomó su cabeza a la sala—. A Vale le acaba de gruñir el estómago ¿Puedes hacer algo de comer? Ella no comió desayuno.

    —Esta bien —dijo ella y luego salió

     Murmuro algo sobre por que las chicas no comen lo que ella cocina, sabiendo que Maite cocina mejor que mamá y que Tía Jean. Una pequeña risa escapó de mi boca.

    Luego de poner a Ángel boca arriba, me dispuse a ver sus heridas. Los pequeños rasguños de la cara ya habían empezado a sanar. Por otro lado, la del brazo y la de la mejilla derecha estaban teniendo problemas para cerrarce.

    —Dioses...

    Con un suspiro, volví a desinfectar las heridas, vigilando que si Ángel llegaba a despertar, luego coloque una nueva venda en el brazo y una nueva gasa en la mejilla. Si cara no mostraba expresión alguna de que le hubiera dolido. Y no sabíamos que tanto iba a estar en ese estado. Pero encontrar una vena para poner la intravenosa fue una odisea. Las venas de Ángel eran demasiado delgadas y se podían romper fácilmente.

    Encontré una en la parte de la muñeca. Por Suerte las agujas ya no eran de rígido metal, sino de plástico flexible. Pero por si acaso, le puse extra cinta adhesiva en caso de algún movimiento repentino.