Capítulo 4: Celos - Parte II

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Después de que su mejor amigo se fuese con su esposa desmayada al hospital Hinata le sonrió cálidamente. Su azulada mirada estaba dolida. Si Sakura lo hubiese visto habría descubierto que a pesar de lo que le dijo antes en Ichiraku el bichito de la duda también había llegado a él.

Hinata sentía curiosidad, algo le pasaba a su esposo y no comprendía de qué podría tratarse. Lo vio atentamente realizar un clon, mirarlo con determinación y segundos después ver al clon corriendo con todas sus fuerzas en dirección desconocida. Volvió a centrar en la mirada de su amado rubio para descubrir aquel azul opacado completamente por el deseo y no pudo evitar temblar. Retrocedió un paso inconscientemente pero él avanzó dos en su dirección. No entendía qué sucedía, se estaba poniendo nerviosa y dispuesta a arrancar solo por los nervios pero él lo impidió tomándola de las muñecas.

–¿N-Naruto-kun?

Pero su amado no respondió. Al contrario, la tomó en brazos y saltó a los tejados dirigiéndose al hogar que compartían desde su boda. Él no se detuvo a mirarla en ningún momento del camino, pero su deseo crecía a cada momento. No la soltó ni cuando abrió la puerta, ni para subir las escaleras hasta llegar al cuarto y finalmente la liberó tumbándola suavemente en la cama matrimonial.

–Hinata... Tú y el teme se llevan bien, ¿eh?

La voz del Uzumaki había sonado totalmente grave por el deseo. ¿Estaba celoso?... ¿De Uchiha Sasuke? Se cuestionó unos momentos. Quiso negarlo pero las acciones de su esposo le demostraban lo contrario.

Ella quiso pararse, pero él se tumbó sobre ella impidiéndole salida alguna. La tenía acorralada.

Comenzó besando su cuello, ese níveo cuello de porcelana que invitaba a la tentación. Con sus besos llegó hasta sus senos y le quitó con un movimiento la prenda dejándola en ropa interior. Ella gimió por la sorpresa. Naruto no acostumbraba a ser tan rudo. Sus besos continuaron y saborearon las dulces masas suaves y grandes que atraían a la obsesión.

Hinata no sabía si negársele o seguir con ello. Si bien, Naruto jamás había sido así en la cama no era algo que le estuviera desagradando del todo. Al fin y al cabo lo conocía tanto que estaba segura que él jamás haría algo para lastimarla. No pudo seguir con sus pensamientos porque su rubio amado le estaba retirando con un movimiento certero su pantalón shinobi con ropa interior incluido. Gimió al verse desprotegida, quiso cubrirse. Él apreciaba cada parte de ella, cuando iba a taparse él se quitó su propia camisa y polera usándolas para amarrar sus muñecas a la cama.

–¡Naruto-kun!

Él se le acercó retirando su brasier susurrándole que todo iría bien y que confiara en él. Por más que quería hacer eso no pudo evitar sonrojarse furiosamente y estar completamente nerviosa ante esta nueva faceta que mostraba su dulce esposo.

Él, aún vestido de la parte inferior sonreía ante lo logrado. Su mujer estaba debajo de él completamente expuesta. Pese a que sabía que ella se encontraba hecha un manojo de nervios, también sabía que lo que haría no sería otra cosa que hacerla sentir más mujer y completa.

Hinata acallaba uno que otro gemido al sentir la lengua y manos firmes de su hombre recorrerla entera, pero definitivamente quiso gritar y estuvo a punto de desmayarse al sentir el causante de todos sus sonrojos comenzaba a saborear esa parte. Era la primera vez que en sus cinco meses de casados él hacía algo como aquello y no precisamente le disgustaba. Al contrario. Esto era demasiado... rico.

El Hokage la tenía con las piernas abiertas entre sus hombros. Con su lengua recorría el sexo de su amante, el sabor de ella era simplemente exquisito. No pudo detenerse, el orgasmo le llegó a su mujer y se aseguró de tomar todo lo que ella le brindase. Hinata estaba exhausta, y él le sonrió sintiéndose complacido. Se acercó a ella y susurrándole un "eres deliciosa, deberías probarte" la besó así sin más.

–S-Suéltame... –Le pidió, ella quería hacerlo sentir bien también.

El rubio hiperactivo de Konoha negó con la cabeza en modo de reproche y aquello ella lo encontró demasiado sensual. Besó sus senos hasta sentirse complacido, con sus dedos comprobó que su mujer ya estaba lista otra vez. La observó directamente a los ojos haciéndola temblar ligeramente mientras se retiraba su ropa. Sabía que él estaba tan o más listo que ella y mientras la seguía mirando, apreciando sus reacciones la penetró lenta y tortuosamente.

El vaivén marcado era lento. Él quería marcarla como suya. Quería demostrarle que solo con él sentiría todo eso y llegaría al éxtasis del orgasmo mil y una veces cuando ella quisiera. Haría que comprendiera que él estaba completamente a su merced. Que ya no era nada más que un esclavo de ella, dispuesto a complacerla hasta el final de los días.

–Hinata...

–N-Naruto-k-kun yo... –Ella se sonrojó por la petición que haría pero sentía que perdía la cordura si él no "apresuraba el paso". –¡M-Más rápido! –Dijo al fin.

–Dime que me amas. –Sonrió no haciéndole caso e incluso, alentando más las estocadas. –Di que me amas solo a mí.

–Nhh, ¡Naruto-kun! –Pidió volviéndose loca.

–Dilo. –Exigió.

–¡Te A-Amo Naruto-kun, a ti y a nadie más! –Exclamó totalmente desesperada e intentando librarse de las "cadenas" que tenían sus brazos. –M-Más rápido... –Susurró perdiendo ya las fuerzas.

–Como quieras amor. –Naruto apresuró la velocidad, sintió cómo su miembro estaba siendo apretado comprendiendo que Hinata había llegado al segundo orgasmo y estuvo a punto de seguirla pero se obligó a parar sorprendiéndola y dejándola con la respiración entrecortada y apresurada.

Hinata gimió en reproche. No estaba saciada, al menos no del todo.

Las manos de su esposo la liberaron de sus ataduras pero sin perder tiempo la tomó de las caderas dándola vuelta, con las piernas abiertas y a su merced de nuevo.

–¡Ah! –Exclamó en sorpresa, pero se mordió su labio al sentir que su esposo la penetraba de nuevo ahora en aquella posición.

–Hinata, me vuelves loco. –Confesó en el oído de su mujer aumentando y disminuyendo el ritmo de las embestidas cada cierto tiempo.

Pero no pudieron esperar más, el ansiado orgasmo llegó con todo y aún en el nirvana del éxtasis los dos amantes se recostaron abrazados. Él alcanzó las sábanas y los tapó a los dos sintiendo la calidez del cuerpo femenino a su lado rindiéndose junto ella al sueño y descanso.

Pero no crean que eso fue todo para ellos dos esa noche. Para ser precisos, alrededor de las tres de la mañana el rubio Hokage se despertó con ansias de algo delicioso... Y no era precisamente el ramen lo que quería degustar nuevamente.


Malentendidos [SasuSaku] [NaruHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora