veneno y medicina

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Estoy en esos tiempos en el que la paciencia poco a poco se agota.

En el que mi sonrisas se ya no son sonrisas.

Me torturó con cada foto tuya.
Añorando tu sonrisa.
Añorando tu calidez.
Lo segura que me sentía en tus brazos.

Y es que tú llegaste así, sin avisar. Cuando la esperanza ya no estaba.

Dándole color a mi vida con tu sonrisa. Con tus locuras.

Me hacías feliz y a la vez tan infeliz.
Eres medicina y veneno.

Saludable pero a la vez maligno.

Éramos tan diferentes y esa diferencia nos hacía tan peligrosos el uno para el otro, que si alguien hubiera intentado de antemano calcular la relación que habríamos de tener yo, una tímida sin gracia, y tú, un hombre fascinante, habría supuesto que me aplastarías bajo tus pies sin que quedarán restos míos en alguna parte. Pero esto no sucedió. Fue algo peor, terminamos enamorados.

Y al final de todo lo que quedan son estos fragmentos. Y te pregunto; ¿quién podría amar a alguien tan roto?

Y déjame decirte que la tierra es un planeta pequeño y no tiene las condiciones precisas para convertirse en un "cielo" pero a tú lado, era un paraíso.

Y últimamente para nosotros sólo hay una estación: la estación del dolor. Se diría que nos han arrebatado hasta la luna y el sol. Afuera el día puede ser de oro y azul, pero es gris y miserable la claridad que se filtra a través del vidrio empañado y opaco de la ventana bajo cuyas rejas nos sentamos. En nuestra celda y en nuestro corazón siempre es la hora del crepúsculo. Y nada se mueve en la esfera del tiempo ni en la esfera del pensamiento. Lo que tú has olvidado hace mucho o puedes ahora olvidar fácilmente, me sucede hoy y me sucederá mañana. Recuerda esto, y podrás comprender un poco por qué te escribo y lo hago de esta manera.

Pero te prometo que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida como mi más valioso recuerdo.

Y es así que llorando me encontraba en aquel balcón, el que alguna vez se robaba todo mi amor, me encontraba rodeada de alcohol, nadie prestaba atención a la pequeña chica que a lágrimas dejaba escapar su dolor, copa tras copa, tragó tras trago, botellas y cigarros fueron consumidos con un ansía de dolor y de sufrimiento, mientras las horas transcurrían, mirando su celular y sintiendo el corazón congelado, con la mirada nublada y con la piel que tenía ese tono rojizo, pues por culpa de ese gran dolor, me había pasado de copas y ahora lo único en lo que pensaba era en ese idiota que se había robado mi corazón y que él mismo la había condenado a sufrir ese inmenso dolor que ahogaba en alcohol.

Y quiero que sepas que tú siempre estuviste en mi corazón y nunca habría dejado que nadie lo tomara prestado si hubiera sabido que había alguna oportunidad de que quisieras recuperarlo.

Y es que dicen que todo acaba. Menos tú y yo, todo huye, todo muere, todo pasa...
¡Todo se apaga y se extingue menos tus hondas miradas,
tus dos ojos donde arde tu alma!

Pero no puedo dejarte ir,
Recuerda el amor, acuérdate de mí.
Y no puedo dejarte ir,
Acuérdate de nosotros, acuérdate de mí.

Y es que suelo reemplazar mi cerebro con mi corazón. Y me tomo las cosas con tanta fuerza, que me caigo a pedazos.

Y quizás te vuelva a llamar esta noche. Después de que mi sangre se convierta en alcohol.

Para brindar por ti. Por nosotros. Por nuestro "amor"

Para así poder recordar esos momentos que el tiempo se ha llevado.

Por los segundos que para mí son horas en la que tu ausencia me destroza.

Y es que yo no soy la culpable de que estamos así. No me siento bien. No estoy bien.

Y es que sin tu aroma me hundo, sin tus besos me ahogo y sin ti simplemente yo no vivo.

Volvamos a hacer de nuestros cuerpos esa unión perfecta que hacia implosión en nuestros sentimientos. Que nuestros labios vuelvan a encajar a la perfección, como si fueran diseñadas para estar en uno con el otro.

No dejes que me siga ahogando en mis lamentos.





Lamentos ahogados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora