Para Heidi, el tiempo transcurrido entre que el doctor le había dado la noticia hasta estar en la puerta de su casa de invierno, fue difuso. El abuelo estaba en la casa del doctor, en la habitación reservada a los enfermos. Pasaría allí unos días. Ella no podía visitarle hasta que el doctor se lo dijese. Mientras, debía quedarse aquí. Heidi le había escrito una nota a Juan y la había dejado en la puerta del corral.
Pedro estaba a su lado.
-¿Estarás bien?
-No te preocupes, demasiado has hecho ya.- susurró Heidi.-Vete a casa, estaré bien.
Pedro frunció el ceño.
-Sabes que no tengo porqué irme, Heidi. Mi madre sabe que estoy contigo.
-Pero tienes trabajo.
-Puedo hacerlo aquí contigo.- sonrió.- Tu abuelo sigue teniendo aquí algunas herramientas y madera en la parte de atrás. No necesito más. Estaremos como en los viejos tiempos, durante el invierno.
-Está bien.
Heidi estaba un poco sorprendida. ¿Por qué tanto cambio de repente? Pedro llevaba MESES sin hablarle si quiera. Heidi se preguntaba interiormente cuáles habían sido las palabras de Clara en aquella carta que había cambiado en redondo la actitud de su amigo.
La casa estaba oscura, pero no por mucho. Heidi y Pedro se encargaron de abrirlo todo, de ventilar las habitaciones y de recoger. La joven aun recordaba cómo había lucido aquella casa cuando el abuelo la compró para que ella fuese a la escuela en invierno. Ahora no parecía la misma. El abuelito había pasado muchos meses terminando de repararla y ponerla decente, sobre todo al darse cuenta de que Heidi podría llegar a convertirse en la próxima profesora del pueblo. Aún había pequeños detalles por terminar de arreglar, pero ya no era aquella casa abandonada y casi en ruinas.
-¿Crees que el cabrero te traerá las cabras aquí?
-Se lo puse en la nota, así que seguramente.
-¿Le has enseñado a leer?
-Sí, hace algún tiempo. No sé si es cosa de cabreros, pero a él también le costaba mucho leer con fluidez.
-Esa etapa hace tiempo que quedó atrás.
-¿La de leer mal o la de ser cabrero?
-Ambas.
Heidi asintió, mientras comenzaba a preparar algo de comida para ella y Pedro.
-¿Te importa que vaya a sacar los tablones de la parte de atrás?
-No, adelante. Sabes que estás en tu casa.
Heidi lo oía trastear en la parte de atrás de la casa, mientras llenaba de cosas el viejo taller del abuelo. Después, comieron en silencio. Pedro no dejaba de mirarla, consciente de que apenas estaba probando bocado. Los ojos de la joven se desviaban hacia la ventana cada pocos minutos.
-Él está bien, Heidi.-dijo finalmente.- El doctor dijo que nos avisaría si algo iba mal. Por ahora sólo tienes que ser paciente.
-Lo sé, pero no pudo dejar de estar preocupada.
-Te comprendo mejor de lo que crees.-masculló el muchacho.
Heidi le echó una mirada de reojo. Algo en el rostro de Pedro había cambiado. Una seriedad pálida le recorría. Heidi sabía en qué estaba pensando. Recordaba la época en la que su abuela estuvo enferma: Pedro no dejaba de gruñir ni de maldecir, siempre de mal humor. Le costaba dejarlo traslucir en público, pero cuando los dos estaban a solas en los prados, Heidi y él habían llorado hasta quedarse secos.
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Heidi, ¿qué pasó después?
FanfictionTodos nos quedamos con la duda.... ¿qué paso después? Pedro, Heidi, Clara... Descubre mi versión leyendo ésta historia y no dudes en comentar!