Te mantendré a mi lado

828 89 9
                                    

VIII

KiBum y yo seguíamos tendidos sobre la cama, mirando al techo mientras nuestras manos seguían entrelazadas bajo la sábana. Ambos nos sentíamos felices, enamorados y felices. Por eso lo único que pedíamos, era que la noche no acabara nunca.

Ladeé mi cabeza hacia él, encontrándome con sus pequeños labios acorazonados y esas mejillas altas tan adorables. Una vez más estaba suspirando por el hermoso monstruo a mi lado.

Mi cuerpo se deslizó hacia KiBum como por instinto, regalándome el poder observar su bella sonrisa acompañada de dos hoyuelos tiernos. Le acaricié el cabello con cuidado al mismo tiempo que con mi mano libre apretaba su cintura delgada, y luego viajaban por la espalda baja. Podía percibir su timidez ante mi tacto, sus ojos cerrándose con fuerza cuando me incliné para besar la punta de nariz, y finalmente acabando por acunar su cabeza en mi pecho para luego sentir sus brazos manteniendo nuestro perfecto momento juntos. Porque sí, aquello era demasiado perfecto que incluso había hecho saltar mi corazón. Así como en las cortas ocaciones en que podíamos demostrarnos amor.

Y para variar, el pequeño y hermoso monstruo atacaba nuevamente sin darme cuenta.

Aún me preguntaba, ¿cómo es que me había enamorado de él? Cómo si desde que le conocí lo único que me produjo fue miedo, a la vez preocupación. Su aspecto intimidante y esa mirada violadora no hacían más que volverme loco. KiBum parecía tan inocente, fuera de cualquier indice de maldad, sin embargo lo primero que hizo fue atacarme a besos y toquetearme como a su muñeco favorito. Tiempo después llegando hasta mandarme su semen producto de una rutina que según él ya era diaria.

Diganme...¿Quién no se hubiera espantado? ¿Quién?

Pero, cuando todo parecía imposible, mi corazón empezó a latir con fuerza por su causa. La textura de mi piel comenzaba a volverse sensible a un roce mínimo. Y el sabor de sus labios mucho más embriagante.

No entendía cómo, sólo sabía me había enamorado.

— ¿En qué piensas, Jjongie? - preguntó el causante de esos síntomas llamados amor. Su cabello causando unas cosquillas en el interior de mi cuello.

— Pienso en ti, y en las enormes ganas que tengo de hacerte el amor. -me entierro sobre sus labios, succionando con delicadeza en un afán de hacerlo mío. Así, tan suave y lleno de sentimientos.

— Entonces ¿sí me lo harás Jjongie? - sus brazos se aferran a mi cuello, me toman sólo para él. - Me harás el amor así de sucio como en los videos porno?

Bueno, eso fue inesperado.

— Bebé...¿algún día dejarás de ser un pervertido? - picoteé sus mejillas con mis besos, y KiBum rió por lo bajo. Escondiendo su bella sonrisa con el dorso interno de mi camiseta.

— Es que de sólo pensar en que seré tuyo me pongo caliente.

— ¡Bobo! Tú ya eres mío. - le abracé fuerte por la cintura hasta dejarlo debajo de mi cuerpo. -  Así como yo ya soy todo tuyo.

Su sonrisa se disparó contra mis ojos, justo antes de abalanzarse por mis besos de una forma desesperada. Literalmente me estaba quitando el aire.

Mis manos tocaron su piel pálida por debajo de su pijama, sintiendo nuestro choque de temperaturas al darme cuenta que su piel estaba fría, a diferencia de la mía que era un manto de fuego. Quizá por las ansias que me consumían lentamente.

Nos separamos un poco, a una distancia considerable para poder mirarnos y susurrar algunas palabras de amor. Las mismas que explotaron por doquier cuando volvimos a besarnos. Ésta vez mucho más lento y cadencioso, de la forma en que tanto lo había soñado. KiBum se adueñó de mi espalda, sujetándose de ella cuando nuestro roce íntimo fue más profundo. Y fue porque él estaba tan despierto como yo.

ʙᴇᴀᴜᴛɪғᴜʟ ʟɪᴛᴛʟᴇ ғʀᴇᴀᴋ ↪ [JongKey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora