Susurraste cerca de mi oído mientras abrazabas mi cintura. Tu cabeza reposaba en mi pecho y tus piernas se habían enroscado entre las mías de una forma extraña, pero a la vez cálida y adorable.
Recuerdo perfectamente ese momento ¿Sabes?
Ambos estábamos tirados en la cama, casi como todos los días del último mes. Acaricié tu cabello, haciendo que te quedaras dormido tan rápido que no pude evitar sonreír.
Debo confesarte que me había enamorado de tu natural figura al dormir, siendo así... tan lindo y tierno.
No sé si la paz que transmitías era porque formaba parte de ti o porque estabas a mi lado, pero para serte completamente sincero quiero creer que era lo segundo.
Ahora mismo estoy aguantando las lágrimas, y esas mismas son tan rebelde que desobedecen mis órdenes y comienzan a salir.
Tengo en mi mente cómo me dolía el pecho esa noche. Era la primera vez que lloraba por alguien y me molestaba que ese alguien fueras tú. Porque sabía que haberme enamorado de ti era el error más grande que una vez pude cometer.
Pero no te enojes, mis pensamientos no eran porque fueras una mala persona, sino porque tenía miedo de equivocarme contigo.
Esa noche te toqué más de lo permitido por primera vez, y me odié inmensamente. Sobre todo cuando sabía muy bien lo que pasaría a la mañana siguiente.
Te irías de mi lado, y no volvería a verte.
Mi mánager había conseguido una buena clínica psiquiátrica y los enfermeros vendrían a recogerte. Ese era el trato desde un inicio, así que no podía retroceder.
En un principio me alegré de la noticia ¿sabes? a pesar de que habían dicho que tenía que mantenerte en mi departamento durante un mes entero para que no escaparas, yo realmente estaba feliz de poder librarme de ti.
Y no lo voy a negar, te tuve mucho rencor. Quizá demasiado, hasta el punto de no importarme lo mucho que sufrirías en ese hospital.
Desde que te conocí las cosas nunca fueron buenas para nosotros. Tú mismo te encargaste de construir una gran barrera de nosotros sin quiera ser consciente de que lo hacías.
Tengo en mi mente cada locura tuya. Desde el momento en que golpeaste a los de seguridad diciendo que eras mi novio, hasta el día en que invadiste mi departamento y lo llenaste de fotos tuyas. Sin contar las muchas otras cosas horribles que hiciste con tal de verme. Ya no solo estaba cansado de encontrarte en cada firma de autógrafos peleando con algunas chicas, si no que más bien estaba empezando a tenerte miedo.
Eras un completo “fan” acosador. De esos que hacen cualquier locura y que se crean una historia completamente falsa con su ídolo bajo su propia conveniencia.
Y tal vez no recuerdes pero una vez llegaste a la compañía donde trabajaba e invadiste mi oficina gritando a los cuatro vientos que era nuestro aniversario y que estabas embarazado. Fue realmente terrible, y si no fuiste a la cárcel tan solo fue porque lograste escapar.
Pero por supuesto, tú no podías irte tranquilo. Tuviste que correr hacia mí, y te colgaste como un koala negandote a soltarme incluso si los guardias te amenazaron. Cuando quise darte tu merecido lograste huir, y no sé cómo lo hacías, pero eras realmente rápido.
Después de eso, y de peligrar mi trabajo por tu locura, decidí tomar medidas extremas. Y dentro de todo fui bastante comprensivo porque mi mánager quería verte tras las rejas. Así que insistí en que la mejor decisión para librarme de tus acosos era internándote en un hospital para enfermos mentales.
Eras un chico inestable, de cierta forma peligrosa. Y llegué a un punto de sentir pena por ti, por tu enfermedad y tu futuro. Por eso y porque necesitaba seguir con mi carrera de cantante acepté el hecho de vivir contigo durante ese mes. Supuse, tontamente, que era la única manera de ganarme tu completa confianza y que accedieras a internarte en esa dichosa clínica. Aunque en realidad, las cosas no salieron como yo pensé.
La situación se invirtió drásticamente, sin quererlo, y sin buscarlo.
Te habías metido en mi corazón como nunca nadie lo había hecho y terminé enamorándome de ti.
Caí por tu sonrisa, tu risa llena de vida, la manera en la que me mirabas, además de esos besos que empezaron a volverse tan esenciales como el mismo oxígeno.
¿Pero sabes qué fue lo peor? que a pesar de todos estos sentimientos profesados tu seguías enfermo, y no sabía si tomarlos en serio o tratar de ignorarlos.
Para mí desgracia, hice lo primero y el día en que te llevaron fue como si me hubieran arrancado el alma.
Hasta hoy, que sigo en esta cama pensando en que me enamoré de un psicópata. Que me enamoré de ese pequeño monstruo que en un primer momento solo me inspiraba miedo.
Han pasado varios años, y ahora somos dos desconocidos con un pasado en común.
Pienso que el destino es tan raro, que ahora me siento en un mundo paralelo.
Se suponía que eras tú el que me acosaba, el que me besaba cada vez que tuviera la oportunidad, pero si tan sólo me vieras ahora sentirías lo que yo sentí en ese momento.
Sé que eres un psicólogo exitoso y que tienes un novio que te hace feliz. Supongo que estoy celoso de saber que pude ser yo el que te abrazara como lo hace él.
Y me arrepiento tanto. Me arrepiento de no luchar por ti. De abandonarte en vez de caminar juntos.
Tampoco sé qué piensas de mí ahora, no sé si aún tu corazón late con fuerza al verme sobre un escenario cantando tu canción favorita, pero no quiero torturarme más, quiero quedarme con ese bello tiempo que compartí contigo.
A pesar de que aún sigo con la esperanza de volverte a ver y preguntarte una sola cosa: Key, mi hermoso y pequeño monstruo... ¿aún amas a este tonto?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.