Jodie se encontraba en su cuarto, ignorando a todo ser vivo que pudiera encontrarse dentro de su casa. Sus padres le acababan de traer de la comisaría, le habían vuelto a pillar robando en el supermercado de la esquina. Era la sexta vez en los últimos tres meses que ocurría algo así y su familia ya no sabía que hacer con ella.
Su madre estaba convencida de que su querida hija podía cambiar y volver a convertirse en aquella adorable niña que jamás cometería algo ilegal. Sin embargo, su padre estaba demasiado cansado de repetir la misma rutina de todos los días. Dejarla en un instituto nuevo, ser comunicado de que su hija ha sido expulsada durante una semana, ser ignorado cuando trata de hacer entrar en razón a Jodie, aparcar el coche y sacar de la guantera una botella de whiskey. El hombre estaba llegando a su límite y Jodie no parecía tener intención alguna de detener sus fechorías.
— ¡Este año no va a tener absolutamente nada por Navidad! —Los gritos del padre retumbaban por toda la casa—. ¡Nada de nada!
— No seas tan estricto, está en la edad donde todo lo controlan las hormonas —Intentó justificar la madre.
— ¡Siempre la misma excusa! —Volvió a alzar la voz el hombre. Mientras tanto, Jodie se reía de ambos desde su habitación. "Como si me importaran una mierda los regalos", pensó la joven—. Le diré a Santa Claus que castigue a esta condenada niña de la peor manera posible.
— Cálmate, por favor. Vas a asustar a Aiden —La mujer señaló con la cabeza al niño de nueve años que se encontraba temblando junto a la puerta principal.
Jodie había tenido la brillante idea de quemar el árbol de Navidad, pues lo único que le gustaba de aquella estúpida celebración era robarle y destrozarle los regalos a su familia. Su comportamiento se comenzó a torcer cuando ella tenía apenas once años, la noticia de que su mejor amiga había muerto por culpa de un incendio la destrozó por completo. El incendio se provocó por culpa de unas luces navideñas, las cuales resultaron ser defectuosas, que mismamente ella les había recomendado a la familia de su mejor amiga, Martha. Ese pecado lo arrastraría hasta el resto de sus días.
— Como si Santa Claus fuera a venir solo para castigarme —La joven de dieciséis años comenzó a reírse con solo pensar en la idea—. Serán imbéciles, se nota que Aiden estaba delante. Ese tío no existe.
Se levantó de la cama de sábanas azul marino y decidió escapar por la ventana, pues no quería encontrarse de nuevo con su familia. De un salto, aterrizó en el tejado del porche, que no se encontraba a demasiada altura, y bajó al suelo sin ningún problema. El asfalto estaba completamente nevado, sus botas de caza negras se hundían en la blanda capa de nieve. Se dirigió a una tienda de productos electrónicos para comprar unos cascos e ignorar por completo que mañana venía ese dichoso Santa Claus.
Escogió unos rojos un tanto caros. ¿Qué más daba el precio? Después de todo, sus padres eran los que ponían el dinero. A paso rápido se metió dentro de un restaurante donde servían chocolate caliente, el cual pensaba mezclar con el whiskey barato de su padre.
— Un chocolate de esos que anunciáis afuera —Dijo Jodie en cuanto vio que la camarera se le acercaba con la libreta de pedidos—. Y deprisa, no tengo todo el día.
La chica le miró mal, pero Jodie lo pasó por alto. Se quitó el abrigo y lo colocó en el respaldo de su silla metálica, se echó el pelo hacia atrás y esperó a que llegara su tan deseado chocolate caliente.
— Aquí tienes —La misma camarera de antes dejó con sumo cuidado la taza ardiendo sobre la mesa, aunque de haber sido por ella le habría tirado el contenido a la maleducada de Jodie—. Que lo disfrutes.
Jodie rebuscó en su bolsillo una petaca de metal de esas que se llevaba su padre para trabajar en la oficina.
— Bon appetit —Susurró la muchacha mientras vertía el líquido sobre el chocolate caliente. Mezcló ambos con una pequeña cuchara para postres y esperó a que se enfriara un poco.
Cuando terminó, se dirigió al baño y escapó por la ventana para no tener que pagar. Echó a andar en dirección a su casa, comenzaba a anochecer. Si había algo que Jodie odiara más que a la Navidad, era el frío.
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Bueno, este es el primer capítulo de cinco. Como ya he dicho en la sinopsis, es un micro relato de terror sobre la Navidad y con algo de ciencia ficción.
La historia y la portada han sido totalmente diseñadas por mí, así que espero que disfruten de la lectura.
Un beso,
Mire.
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Santa Claus viene a visitarte
HorrorJodie Trinket no es más que una joven de dieciséis años problemática que trata de hacer la vida imposible a su familia. Ella odia la Navidad puesto que su mejor amiga murió durante esas fechas. Además, Jodie ni siquiera cree en esa celebración. Es t...