Jodie llamó tres veces a la puerta de su vieja casa y se escondió los cascos nuevos en alguno de sus muchos bolsillos de su abrigo verde. Tampoco quería que la vieran con su regalo adelantado. Su padre fue quien abrió.
— ¿Qué cojones haces afuera? Estás castigada, Jodie. ¿Acaso eres consciente de la mala reputación que das a nuestra familia? —Su padre era un hombre demasiado obsesionado con la imagen y eso cansaba, hasta hartaba a su propia y perfecta esposa.
— Siento haber nacido siendo la oveja negra —La joven se cruzó de brazos y rodó los ojos, haciendo caso omiso a todo lo que se le dijera—. ¿Me vas a dejar pasar o debo ir a ayudar antes a una anciana a cruzar el paso de peatones?
— No tiene ninguna gracia, nos tienes hartos —El padre le miraba intensamente, preguntándose si algún día cambiaría tal y como afirmaba su esposa, Tara. Ojalá volver a aquellos tiempos donde ella era adorable, ¿qué ha ido mal?.
— Mira, papá —Jodie se acercó amenazadoramente a su padre, asegurándose de que nadie los oía pues aún necesitaba ese secreto para utilizarlo como chantaje—. Tú me dejas en paz y yo no le digo a mamá que te pones ciego con whiskey en los semáforos. Me apuesto lo que quieras a que eso sí que dañaría nuestra reputación.
— No te atreverás —Gruñó el hombre, aunque en el fondo sabía que su hija era capaz de todo con tal de salirse con la suya.
— Eso o que te ves con tu secretaria para olvidar tus penas —Jodie desbloqueó con rapidez su teléfono móvil y le mostró una fotografía en la que él y una mujer rubia se besaban delante de un restaurante italiano—. Es increíble lo que una se encuentra volviendo de robar una tienda, ¿no crees? ¡Qué bonito es el amor!
— Destrozarías a tu madre y romperías esta familia.
— Habértelo pensado dos veces antes de ser infiel, señor perfecto —Apartó a su padre de un empujón y entró en la casa sin discutir ni un segundo más. Jodie usaba eso como una simple excusa para evadir los problemas, pero jamás se atrevería a hacer daño a su madre o a separar a la familia. Después de todo, aunque ella lo niegue, les quiere.
— ¡Mañana viene Santa! —Chillaba Aiden, saltando por los sofás de la sala de estar. A diferencia de su hermana, el pequeño adoraba la Navidad pues siempre se encontraba regalos debajo del árbol. ¿A quién no le gustan los regalos?
— Qué divertido... —Su hermana puso los ojos en blanco, se cruzó de brazos y apoyó sus ahora descalzos pies sobre la pequeña mesa de cristal que estaba justo en frente del televisor.
— ¿Puedes poner Bob Esponja? —Preguntó su madre saliendo de la cocina, seguramente se había estado esforzando en preparar una cena perfecta para una familia casi perfecta. Un padre infiel a su esposa, una hija que se negaba a seguir la Ley, un hijo que sufría acoso en el colegio y una madre que había sido criada en un entorno machista—. Tu hermano me lo lleva pidiendo toda la mañana, dice que hoy hay un capítulo especial o algo por el estilo.
Jodie obedeció y cambió de cadena, solo hacia cosas por su hermano ya que él no hacía nada que le perjudicara o le ofendiera. Su madre siempre le estaba intentando enseñar a cocinar y a fregar los platos para que, según ella, se convirtiera en una buena ama de casa, mientras que su padre se pasaba el día gritándola.
— ¡A cenar! —Gritó la mujer, llevando el pollo asado a la mesa.
— No tengo hambre. —Jodie se subió deprisa a su habitación, cerró la puerta con llave y se fue a dormir. Mañana se volvería a escapar para no tener que estar en familia.
Claro está que la chica no era para nada consciente de lo que se la venía encima.
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Aquí esta el segundo capítulo de cinco. En el capítulo siguiente comenzará el terror, así que abrochaos que vienen curvas.
Jodie no sabe lo que se la viene encima.
Un beso,
Mire.
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Santa Claus viene a visitarte
HorrorJodie Trinket no es más que una joven de dieciséis años problemática que trata de hacer la vida imposible a su familia. Ella odia la Navidad puesto que su mejor amiga murió durante esas fechas. Además, Jodie ni siquiera cree en esa celebración. Es t...