« give me peace»

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El tiempo no corría para Thomas de la misma manera desde que llegó al Claro. O lo mismo nada había cambiado en realidad, pero sentía algo extraño que le impedía recordar lo que era la vida normal... Bueno, directamente no recordaba nada.

Ese día hacían dos meses desde que había llegado a aquel sitio. Dos meses de correr y más correr por ese revoltijo de pasillos del que aún no habían encontrado la manera de escapar. Y mejor no hablar de los laceradores...

Sólo seguía aguantando por una cosa, o más bien, una persona. Aquel chico rubio y alto, la primera persona que fue amable con él al principio y siempre, el único que no se había pasado los primeros días riéndose de él y llamándole "verducho".

-Tommy, es hora de despertar-su familiar voz dulce, con ese extraño acento que tenía le sacó de su ligero sueño- Vamos, Minho te está esperando al lado del Muro ya.

Aún con los ojos entrecerrados y bostezando, Thomas se levantó, dedicó una pequeña sonrisa a Newt y esperó hasta que él se fue para empezar a ponerse la ropa propia de los corredores.

La rutina. La rutina de siempre: dar vueltas y más vueltas por ese jodido laberinto hasta acabar agotados y tener que volver al Claro. Aunque, quizás por la falta de sueño o a saber qué razón, ese día se le hizo más duro de lo normal.

Volvió a su rincón de siempre, prácticamente al lado del pequeño bosque que había. Estaba sudando y su respiración aún no se había normalizado. Y todo en vano, pues nunca habían encontrado nada. Lo mismo estaban perdiendo el tiempo buscando una salida que puede que ni existiera.

Se tiró en el suelo recubierto césped y cerró los ojos, cansado de todo en general e intentando vaciar su mente aunque solo fuera por un momento. Ser corredor le estaba causando bastantes dolores de cabeza, pero era lo que estaba destinado a ser...

Su mente involuntariamente voló hacia unos pensamientos que inmediatamente le hicieron sentirse avergonzado. Todos sobre Newt, su amigo... el único en que confiaba plenamente, aparte de Minho.

Era guapo, tenía que admitirlo, aunque fuera un chico... tenía una belleza que cualquiera puede notar.

Todo aquello no hizo más que provocar que se ruborizada, qué mierdas le ocurría, jamás había pensado algo así sobre un chico. Y aun así no sentía nada especial cuando miraba las formas femeninas de Teresa.


Sus músculos se tensaron por acto reflejo a la vez que cerraba los puños cuando oyó el crujido de una rama detrás de él.

-Hey, tranquilo hombre, soy yo-reconoció su voz al instante, y por un estúpido momento se puso nervioso. Si supiera en lo que el chico había estado pensando hace un momento...

Se relajó y rio con desgana. Newt suspiró, avanzó hasta donde estaba él, cojeando, y se sentó a su lado, muy cerca de él.

-¿Qué te pasa? No tienes buen aspecto

-Supongo que hoy no me sentó muy bien eso de recorrer el laberinto a la velocidad de la luz-el moreno se encogió de hombros, restándole importancia.

-Entiendo, a veces algunos días se hacen peores que otros. Bueno, entonces... creo que deberías descansar, mejor me voy para que puedas dormir un rato antes de que Sartén haga la cena.

Casi como un acto reflejo, Thomas puso su mano en el brazo del rubio, impidiéndole levantarse para irse.

-No, no. Quédate... si quieres-quitó rápidamente su mano, agradeciendo la penumbra que ocultaba el rubor repentino de sus mejillas.

¿Estaba Newt sonriendo? Eso parecía.

-Hm, ¿y por qué quieres que me quede? Te estoy molestando

-Tú nunca me molestas...-dijo en voz baja el moreno, bajando la mirada al suelo, incapaz de seguir sosteniéndole la mirada.

Hubo un silencio que, lejos de ser incómodo fue... intenso, como cuando miras a alguien a los ojos, él te mira a ti y no hacen falta palabras porque ambos saben lo que quiere decir el otro.

-¿Nunca?-la voz de Newt fue sólo un susurro.

-Nunca-respondió Thomas, con una ligera sonrisa en la boca. Sentía algo extraño en el estómago, y le sudaban las palmas de las manos.

Newt sonrió también, era todo un espectáculo: su cara se iluminó por completo y Thomas tuvo ganas de acariciarle el pelo por un momento.

-Tommy... -murmuró el rubio, cuando sin querer, sus manos se tocaron.

Y, sin previo aviso, Thomas juntó sus labios, acercándole más a él por la espalda. Al contrario de lo que el moreno pensaba, Newt no se apartó; sino que, para su sorpresa, puso sus manos en la nuca de Thomas, profundizando el beso.

Se acabaron separando por la falta de aire y ambos rieron como dos tontos.

-Era para romper la tensión que había-se carcajeó Thomas, revolviendo el dorado pelo del chico

Newt rio otra vez y fue él el que dio el paso de acercarse y volver a besarse. Thomas sonrió en el beso cuando Newt mordió suavemente su labio inferior. Las hábiles manos de Thomas se colaron entre la camiseta del rubio, lo que arrancó un suspiro de Newt.

Querían más, eran insaciables y nunca tenían suficiente del otro.

Newt bajó sus labios por la mandíbula del moreno hasta que se detuvo en el cuello, en el que dejó una marca, cosa que provocó un extraño sonido de placer de Thomas. Y las manos de Thomas no dejaban de recorrer todo el torso de Newt, como si quisiera memorizar el tacto de cada célula de su piel.

Iban a llegar al siguiente nivel si no hubiera sido por el grito de Sartén, que anunciaba la hora de cenar. Había oscurecido considerablemente y ellos ni se habían dado cuenta.

-Oye... Hm, deberíamos irnos ya-dijo Thomas, con la voz un poco ronca, intentando frenar los alocados latidos de su corazón.

Newt resopló, molesto. Daría lo que fuera por poder pasarse toda la vida en aquel bosque con Tommy, sin nadie que les molestara.

-Lo sé. Vamos entonces-Le dio al moreno un último y corto beso y se levantó, aunque si no llega a ser por Thomas se hubiera caído al suelo debido a su cojera.

-¿Te duele?-le preguntó, visiblemente preocupado.

-Va por momentos, no te preocupes Tommy, he vivido dos años con ello. Estoy acostumbrado al dolor-sonrió apenado, a lo que Thomas le dio un beso en la frente, sintiéndose impotente.

Cuando llegaron al comedor del Claro ya era completamente de noche. La cena se basó en un juego de miradas y guiños cómplices.

Él era lo único que le calmaba, ahora más que nunca.





❝strange love❞ || newtmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora