Por favor

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[Narra Robin]

Ahí estábamos, otra vez en la taberna. Parecía que hacía mil años desde que estuve aquí con él por última vez, era increíble la cantidad de cosas que habían pasado desde entonces.

Esta vez escogimos la mesa más apartada que había en todo el local, pero tampoco era muy diferente de la otra vez; una mesa estándar de taberna con sofás a cada lado, con capacidad para dos personas cada uno. Indiqué a Zoro que se sentase para guardar el sitio en lo que yo iba a pedir, y así lo hizo.

Me acerqué a la barra esperé mi turno. Por algún motivo ese día había más clientela que la otra vez, pero nada que acabase con mi paciencia. La camarera, que seguía siendo tan simpática como siempre, aún me recordaba. Esperé mi turno y entablé una breve conversación con ella, terminé por pedir sake para Zoro y una simple caña de cerveza para mí. No era plan de empezar fuerte si quería seguir el ritmo del espadachín.

Para mi sorpresa, cuando volví a nuestra mesa Zoro no estaba solo.
"Imposible" pensé, viendo que había una mujer sentada sobre él y otra masajeándole los hombros. Ambas demasiado atractivas, jóvenes y ligeras de ropa. Cuando alcancé a ver el rostro de Zoro vi que estaba enfadado y avergonzado. "Menos mal", eso no era cosa suya.

-Vaya, espadachín-san, me doy la vuelta y ya me has buscado sustitutas.- Zoro se puso más nervioso que nunca al ver que le había descubierto en esa situación.

-¡No! No es lo que parece, yo ni siquie...- Una de ellas, la que estaba sobre él, le interrumpió.

-Zoro-kun, dile que se marche.

-Sí, te queremos solo para nosotras.- Intervino la otra. Zoro inició su protesta, pero esta vez fui yo quien no le dejó hablar.

-Chicas, antes de nada deberíais saber que el espadachín no tiene dinero. Hasta he tenido que invitarle yo a esto.- Dije mientras levantaba nuestras bebidas.

Las desconocidas se miraron entre sí, cómplices.

-¿De qué hablas? Nosotras solo queremos pasar el rato con él.- Disimuló una.

-Sí... Un buen rato.- Añadió la otra.

Eso sí que me molestó, pero sonreí. En realidad la cara de Zoro era lo más divertido de todo.

-Está bien, entonces me marcharé.- Dije mientras me daba la vuelta.

"Tres, dos..."

-¡Espera, Robin!- Zoro se había quitado de encima a la chica y me había puesto una de sus enormes manos sobre el hombro.

-¿Robin?- Escuché que preguntaba una de ellas a la otra.- ¿Esa es Nico Robin?- Ahora la manera en la que se miraban, era de cautela.

Zoro estaba de muy mal humor. Yo, complacida, me senté en el sillón que me correspondía y dejé los vasos en la mesa. Sonreí a las chicas y les indiqué la dirección de la puerta con la cabeza.

-Marchaos.- Dije sin embargo con voz fría. Ellas echaron una última mirada a Zoro.

-¡Qué os larguéis!- Gritó Zoro. Los curiosos de las mesas de alrededor que estaban contemplando la escena desviaron la vista ante el autoritario espadachín.

Las dos chicas se marcharon, mientras escuché que una comentaba algo sobre nuestras recompensas. Tal como imaginaba, querían dinero (a parte de lo que era obvio que querían de mi nakama)

Zoro, por su parte, en lugar de sentarse frente a mí como la última vez, se dejó caer a mi lado. Se quedó con la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás (ya que los sofás solo nos llegaban hasta la mitad de la espalda) y los ojos cerrados mientras suspiraba.

Oculto [Zorobin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora