la barca de madera

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La luz anaranjada del sol se sumergia en el mar, sonrojandose y asi teñiendolo de su mismo color.

El hoy estaba tan tranquilo, acogiendo entre sus brazos a su amigo el sol. Acusándolo para dormirlo. Cantándole su nana

Nosotros, permaneciamos uno delante del otro, en medio del pacífico mar, en una barca de madera, blanca y vieja. Esperando el manto de estrellas, y nuestra, amiga, la luna.

Yo jugaba con el, con nuestro amigo. Introduciendo mi mano. En su agua, dando vuelta en el, produciendo círculos, mirando fijamente mi mano, viendo como rompía su serenidad. A el no le importaba, mi juego. Al contrario, seguía mi juego, mojando mi mano, jugando con ella, danzando al rededor formando pequeños círculos perfectos.

Poseidon, nos contemplaba, inmóvil. Divertido de la escena. Mirándome con esos ojos claros y bondadosos, que en ellos se reflejaba el color de la puesta del sol. Ese hombre grande. Robusto, de sonrisa amable.

Lo mire de reojo, sonrei, me sonrió, aun me ponía muy nerviosa bajo su atenta mirada. El pelo nos lo mecía, la brisa. Mientras poco a poco llegaba la noche

- Nunca, pensé encontrar a alguien, a una mujer, que lo amara cómo yo

Me aparte el pelo de la cara, tímidamente, sonrojada. Ese hombre tan apuesto. Era mi príncipe, y el lo sabíamos. Mi mar terrenal. Las pequeñas esferas perfectas comenzaban a encenderse en el cielo perfecto

Las palabas de poseidon retumbsban en mi mente. Sabia de cierto que era verdad, el era el único que entendía mi amor por el mar. Por que el lo amaba igual

Afero mi mano, con fuerza, lo mire sorprendida. Levantando la vista. Me incorpore poco a poco. Sacando la mano del agua. Dejando de jugar con el, soltando con timidez, esperando que me tenia que decir mi otro gran amor

Me agarro las dos manos con una sola. Esas grandes manos, fuertes, robustas. Que con una sola abarcaba, las mías, cono de una niña de tratase

Nos mirabamos a los ojos. Miradas limpias, traslúcidas de tiempos infinitos. Esos ojos azules, que antes reflejaba el ámbar, ahora brillaban cómo las estrellas. Como podía ser que ese pescador, me quisiera tanto,

Abrio su bolsa, saco una caja de color rojo, de su interior. Una cajs de terciopelo, me lo entrego, poniéndolo en mis frágiles y morenas manos. Lo abrí lentamente, mis ojos se iluminaron, mi boca se abrió, en forma de sorpresa

- Quieres ser mi sirena!? Por el resto de la eternidad

Me tire a sus brazos. Emocionada, anestesiada de tanto amor en el corazón.

La barca se tambaleaba, cada vez más deprisa, perdimos el control. Callendo al mar, mojandonos, riendonos los tres

Nos abrazo, dándonos la buena era. Y entre sus brazos. Los dos comenzamos a jugar con el. Felices, alegres, dentro de gozo. Nunca antes una declaración de amor, había sido tan Perfecta

La luna, llena de su plenitud, nos contemplaba en el cielo. Riéndose de nuestros juegos. Chismoreando con sus hijas las estrellas, de las muestras de amor, que nos proporcionabamos, mutuamente.

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