Two

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CAPÍTULO II

Estaba almorzando en el patio del instituto cuando de pronto siento una respiración en el cuello y me sobresalto. Era Cassi, riendo de lado, despreocupada y alegre.

Nunca me había detenido a mirarla bien, creo que es porque ella siempre me había parecido el tipo de chica a la que no le importa nada. No es que esa opinión de ella haya cambiado pero, siento que no debo juzgarla sin conocerla, puesto que no he hablado con ella sin contar un par de frases mecánicas.

Es linda, pensé.

― ¿Necesitas algo, Cassandra? ― pregunto tranquilo.

― Solo vengo a entregarte esto, geek ― responde burlonamente, entregándome un papel arrugado.

Lo desdoblo y leo lo que tiene escrito. Es un pedazo que se nota que fue arranado de uno de esos calendarios que regalan en los supermercados. Tenía marcadas con rotulador rojo las fechas en las que ella estaría disponible para tutorías, supuse.

― Según esto, entonces, estudiaremos de lunes a viernes. Pero necesito que me digas a qué hora ― menciono.

― Creo que podríamos hacerlo después de clases, ya sabes, dos horas por día serán suficientes para que mi cerebro absorba y comprenda toda la información que no procesó durante tres semestres.―

Oh mierda, significa que debíamos empezar de cero. Ella probablemente no sabía ni calcular una velocidad simple. Tendré que esforzarme más de lo que esperaba.

― Por mí no hay problema, empezaremos con las tutorías la semana entrante, ¿te parece? ― pregunto.

― Por mi está perfecto ― dice ella con una sonrisa, acercándose para besar mi mejilla.

Sus suaves labios hacen contacto con mi mejilla izquierda haciéndome estremecer. Dios, las únicas que habían besado mi mejilla eran mis tías y mi madre. Y les aseguro que no había sentido esto cuando ellas lo hicieron.

Me quedo mudo y creo que mi cara podría asemejarse a un tomate. Estúpido.

― Eres adorable, geek. Mira que sonrojarte por un beso en la mejilla ― dijo ella, riendo.

― Sólo...nos vemos el lunes ― me despedí avergonzado. No puedo creer que esto me haya pasado, es inaudito. Me meteré a una burbuja para que ninguna chica pueda tocarme nunca. ESTO es él porque nunca quiero acercarme al sexo femenino. Son criaturas raras de entender e interpretar. Prefiero a mis computadoras, a veces creo que a mi madre no le gustaría mi apego a ellas. Me creare un androide y seré mecanofílico, pienso, riéndome de mi mismo.

― Adiós, sabelotodo ― respondió ella, lanzando un beso.

Me dirigí hacia la sala de proyecciones, donde presentaría una parte de mi proyecto a mi profesor de algoritmia, mi profesor de software y a mi profesora de hardware.

Me acomodé la corbata y encendí la computadora, revelando un prototipo que a simple vista, no se entiende demasiado.

A medida que voy pasando las diapositivas, puedo notar que los profesores van comprendiendo mi idea y a dos de ellos le agrada. Al concluir la presentación, miro al profesor de algoritmia, quien no parece muy convencido y le hago saber que estoy abierto a cualquier pregunta.

― La idea me agrada, Shane. Pero debes saber que es un poco...utópica. No creo que sea posible para un estudiante como tú, llevar al cabo un proyecto tan grande. Necesitamos tener al menos un prototipo en dos semanas y lo sabes ― dice lentamente.

― No crea que no he pensado en ello profesor, pero me ganaré su confianza una vez concluido el proyecto, créame ― digo seguro.

― Bien, entonces creo que es hora de que empieces a trabajar ― responde dubitativo.

Sonrío, dando gracias por la atención de los maestros y me dirijo al laboratorio para empezar de una vez.

Mi proyecto consistía en un robot capaz de comprender las órdenes humanas y realizarlas. Era algo así como un sintético. Obviamente debía ser comandado desde un dispositivo que procese textos, puesto que hacer que obedezca órdenes auditivas era algo demasiado utópico.

Comencé pensando en los materiales que necesitaría y en el presupuesto que el instituto estaba dispuesto a brindarme. Era suficiente, ya que algunas piezas las tenía en casa. Esta idea no surgió de la nada, hace un año y medio que estaba ya pensando en hacer realidad el proyecto a pesar de no presentarlo ante nadie importante.

Había estado trabajando por más de cuatro horas seguidas sin darme cuenta. Es hora de un descanso, pienso levantándome de la silla y tomando las llaves del coche.

Agradezco tanto a mi tía por el regalo que me dio. Sí, mi tía me había regalado un auto a los 17 años ¿loco eh? Ella era algo así como mi madre.

Mi mamá murió al cumplir yo los 4 años. No es que no la extrañar pero casi no recordaba nada de ella, a pesar de ello, aún la amaba. Mi padre se volvió a casar cuando cumplí 10 años, viví con su esposa y mi nueva hermanita hasta el año pasado, cuando cumplí 16. Desde entonces vivo en un espacioso departamento, cerca de la casa de mi padre. Una buena vida, supongo.

Llegué a casa agotado, y lo primero que hice al llegar fue devorar un plato de pasta con salsa roja. Te amo Sra. Frose, pensé mientras me comía lo que ella me había preparado. La Sra. Frose era la mejor ama de llaves del mundo. Papá la contrató para que vaya a mi casa 3 veces a la semana luego de que vio que el departamento era un tiradero si yo me encargaba de la limpieza y la cocina.

Luego de una corta ducha, me tiré a la cama a dormir profundamente.

Desperté y luego de un desayuno fui a buscar algunas cosas que me faltaban para el robot.

Servomotores, sensores ultrasonido, sensores pir y luces led rojas, repetía en mi cabeza para no olvidar lo que debía comprar.

Llegué a casa y me pasé trabajando todo el fin de semana.

Llegó el día lunes y de clase en clase recordé algo importante.

Desde hoy empiezan las clases con Cassi. 


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