Vi como la luz del sol entraba por el pequeño espacio entre las dos telas negras que cubrían la ventana de mi habitación. Solté un gruñido y cubrí mi rostro con la almohada. Cinco días de vacaciones de primavera restantes. Suspire y camine hacia la sala de estar.
Estuve hasta mas tarde de medio día en el instituto tratando de convencer a la directora de que mi madre se había ido de viaje y dejado aquí con todo lo necesario para entrar a este instituto, que en parte es cierto porque mi abuela le dejo su pequeña herencia a mi madre hace años pero no la acepto porque "ya estaba bien con sus riquezas" y yo con ellas podría pagar lo que restaba de mi educación, así que yo las tome en su nombre. Al final la directora acepto, tal vez por pena. Pero dijo que al menos debería de tener algún trabajo por la tarde por si mi historia no era cierta. Me dijo que un pequeño museo buscaba a alguien que diera los recorridos y también dijo que pagaban bien. Le agradecí y me dirigí hacia el museo con las direcciones que me dio para llegar.
Al entrar al Museo Municipal de Redgrave una campana sonó y las dos personas presentes dejaron de reír para verme. Un chico que usaba uniforme del lugar y otro que parecía ser un amigo. Ambos me vieron de pies a cabeza y sonrieron. Rodee los ojos y camine hacia ellos.
-¿Necesitas un guía?-dijo el chico uniformado. Negué con la cabeza y el frunció el ceño.
El otro chico hablo.- ¿Conoces el museo? ¿Quieres un folleto? Las cosas que hay aquí no tienen un librito con información o algo por el estilo, así que solo podrás ver, no te servirá de na—lo interrumpí.
-No vengo a ver el museo.-le respondí. Los dos fruncieron el ceño aún mas. Observe al uniformado.- ¿Puedo hablar con tu jefe? –asintió de manera perezosa y entro por una puerta a un lado de la entrada. El otro chico lo siguió y al pasar a mi lado me guiño un ojo y yo negué con la cabeza por segunda vez.
Tenia que terminar de hacer esto antes de las cuatro de la tarde, al menos, para poder llegar al muelle a tiempo... Una voz grave y amigable interrumpió mis pensamientos.
-¿Necesitas algo?-dijo quien parecía ser el jefe del lugar con una amplia sonrisa, que un jefe normalmente le daría a un cliente, y las manos detrás. Usaba un traje formal y parecía que no sabia atar su corbata ya que usaba una de broche.
-Eh, vengo por un empleo –los chicos se tensaron al escuchar eso-, si sigue disponible, claro.
El sonrió y asintió.- Claro que si ven a mi oficina.
Una hora después me encontraba llegando corriendo al mismo muelle (sorpresivamente, no me perdí ni una vez). Pero esta vez no había nadie, no estaba el puesto de renta de barcos ni el chico de la sonrisa.
Me senté en la orilla del muelle, un poco mas cerca del cemento. Me deshice de mis zapatos y deje que mis pies se cubrieran con el agua azul. Pasaron los minutos y al ver que mis dedos se arrugaban por el agua me volví a poner los zapatos y me puse de pie. Solté un suspiro. Comencé a caminar de regreso a la casa lo mas lento que pude, esperando encontrarme al chico. Podría jurar haber escuchado un grito en mi dirección, un "¡Hey!", pero al girarme no vi a nadie así que seguí caminando. Al llegar al edificio suspire de nuevo y cerré los ojos ya dentro del elevador recostándome, literalmente, en el suelo. Cuando llegue a mi piso me levante y salí del elevador. Abrí la puerta para después recostarme en el sillón y comenzar a leer el único libro que he leído completo... que ha pasado por mis ojos quince veces. Cuando hice una pausa ya había oscurecido y decidí ordenar de nuevo mi armario después de cenar un plato de frutas, y mucha nutella.
...
Atentamente. Barbara
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¿Final feliz? ¿Final triste?
SonstigesHay dos personas, dos historias Por un lado esta Heather. Una chica normal, común y corriente. Su madre, ya desesperada porque su hija tiene 18 años y no se ha independizado, la manda a un pequeño pueblo junto a un muelle a vivir sola. A ella no le...