III. Su sonrisa

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El taxi se detiene frente a el probablemente único edificio del pueblo —mas alto y moderno de lo que esperaba—.

-Disculpe, ¿esta seguro de que esta es la dirección que le dije?-pregunte al taxista que esperaba que le agradeciera y me fuera.

-Si, señorita.

-Okey...gracias.-baje del taxi con mi maleta y observe el edificio de abajo hacia arriba. No podía creer que mi madre hubiera comprado un departamento para mi en un edificio como este. Tenia probablemente de siete a diez pisos, cristales grises y blancos y varios balcones sobresalientes. Probablemente lo compro por lastima, o por obligación, quien sabe, no le pienso preguntar.

Entre al edificio y me recargue sin ninguna preocupación sobre el pequeño escritorio del portero. El en un instante levanto la vista de unos papeles hacia mi y levanto las cejas con incredulidad.

-¿Usted es Heather Heywood?-asentí en el momento en el que dijo mi nombre. Sin mucha emoción abrió una puerta cerca de sus pies, saco unas llaves y las dejo sobre el escritorio antes de volver a sus asuntos. Me quede ahí unos segundos esperando que me dijera que no hiciera ruido en las noches o tal vez que mis vecinos serian de mi agrado, pero después de unos segundos tome las llaves y camine hacia el elevador. Al llegar a mi piso salí del elevador esperando un aburrido pasillo que llevara a mi puerta pero me encontré con paredes decoradas de una forma casi feliz se podría decir, inspiraba felicidad de suelo a techo. Hice una mueca y camine hacia mi puerta.

Al entrar me encontré con la cocina a la derecha separada de la sala de estar por una mesa, la sala de estar tenia televisor, sillón, una mesita de noche entre los dos, una lampara de colores, paredes blancas y un cuadro. Entre a mi habitación y observe la habitación asombrada, era la mejor habitación que había tenido en años (a pesar de que mi antigua habitación solo constara de una cama, un pequeño armario y una televisión). Constaba de una cama con decoraciones hermosas, las paredes tapizadas en negro, pero no era solo negro, era la vista que obtenías del cielo por la noche, era asombroso. No preste mucha atención a los demás muebles de tan concentrada que estaba en encontrar alguna constelación. Deje la maleta en la esquina de la habitación junto a otra puerta, probablemente el baño o el armario. Abrí la puerta y vi que había un armario y al final de este, otra puerta. Después de abrir la otra puerta, que era el baño, volví a la habitación y comencé a desempacar. No era mucho, así que termine rápido.

Suspire y me recosté en el sillón después de llegar de comprar la comida con el dinero que había ahorrado durante varios años. El supermercado no era muy grande pero pude conseguir todo lo necesario. Termine cayendo en los brazos de Morfeo antes de que alguien tocara a mi puerta. Camine con todas la energías que pude hacia la puerta y la abrí.

-Hola.-dijo una niña de no mas de diez años. Sonreí y le respondí.

-Hola, ¿como estas?

-Muy bien, gracias.-mi sonrisa no podía ser mas grande-. ¿Quiere pastelillos?-dijo levantando la pequeña charola que tenia en las manos hacia mi. Entonces me di cuenta de que tenia un traje de Scout. Asentí y le dije que podía pasar mientras buscaba mi monedero. Ella asintió en respuesta y entro corriendo para sentarse en el sillón con entusiasmo. No pude reprimir otra sonrisa. Camine hacia mi habitación, cuando encontré el monedero regrese a la sala de estar. Lo primero que vi fue la bandeja de pastelillos sobre la mesita de noche. Fruncí el ceño y busque a la pequeña niña con la mirada. La encontré tratando de alcanzar una de las manzanas que había dejado sobre la mesa donde se preparaba la comida. Sonreí de nuevo y sin pensarlo tome la manzana.

-Si la querías podrías haberla pedido.

-Lo siento.-asentí a su disculpa y se la di. Ella alegremente le dio una mordida y camino hacia sus pastelillos, tomo uno y me lo dio. La vi confundida.

-¿Cuanto cuestan?-pregunte.

-Cero para ti. ¡Gracias!-grito antes de abrir la puerta principal y salir después de responderle con un gracias también. La sonrisa no dejo mi rostro hasta después de una horas. El resto de la tarde trate de conectar la televisión que por error desconecte tratando de mejorar la calidad. "Ingeniosa Heather" pensaba con sarcasmo cada vez que fallaba. Al final me rendí y suspire. Tome una larga ducha y me vestí para salir a explorar el pueblo caminando.

Cerré la puerta y escondí las llaves sobre el marco de la puerta para no perderlas en cualquier parte. Decidí bajar por las escaleras, no aguantaría esperar por un elevador para bajar cuarto pisos cuando tenia las piernas y las energías para bajarlas. No pasaron mas de cinco minutos antes de, literalmente, terminar rodando por las escaleras. Después de mascullar una palabrota hacia las escaleras y levantarme tratando de no volver a caer volví a intentar bajar sin terminar cayendo. Cada escalón fue como tratar de resolver un problema matemático, una cosa mal y todo se arruina.

Al llegar sana y a salvo a la calle suspire y comencé a caminar hacia mi lado derecho.

Después de probablemente quince minutos llegue a un centro de paquetería. Entre y vi lo que quería encontrar, cartas postales. Tome una pluma de una mesita y escribí un mensaje para mi madre.

Gracias por el departamento.

Deje la pluma y le dije a la chica del mostrador la dirección de mi madre. Pague y salí. En realidad quería poder usar un te quiero...pero nuestra relación madre e hija nunca llego tan lejos. A la única persona a la que le he dicho eso fue a mi abuela.

Después de probablemente otros quince minutos llegue a un muelle vacío, había varios botes y un pequeño stand de botes en renta en el estacionamiento para cinco autos. El muelle estaba detrás de lo que parecía una bodega así que tenia sentido que estuviera vacío. Camine por el muelle hasta llegar hasta el final, me senté con las piernas, de la rodilla hacia abajo, flotando en el aire sobre el agua. Cerré los ojos y deje que el tiempo pasara. El sol no me molestaba así que no tuve ningún problema. Hasta que unos pasos me alarmaron y me gire inmediatamente.

Solo era un chico...un chico probablemente de mi edad, y no podía negar que el chico fuera apuesto. Llevaba consigo una caña de pescar y una pequeña caja color verde militar. Me puse de pie. El se detuvo frente al stand de botes en renta, dialogo un poco con el señor que trabajaba ahí, saco unos billetes y se los entrego antes de que el señor le entregara algo y luego el chico se giro. Se giro hacia mi. Me sonrío, era un tipo de sonrisa que no había visto en mucho tiempo, una sonrisa real, una sonrisa que inspiraba confianza. Que inspiraba tanta felicidad y tranquilidad que me desborde.

Subió a el bote que rentó y yo, salí corriendo. Me gire por un momento para ver su reacción, me veía confundido, como si hubiera hecho algo malo y tratara de averiguar que era. Pero le quería decir "No haz hecho nada malo, en realidad, no he corrido por temor o por pena, he corrido porque no había estado tan feliz en tantos años y no se como reaccionar ante esto".

Estaba decidida. Regresaría a este muelle esperando verlo a el y a su sonrisa todos los días aunque podría no haber ninguna posibilidad de que el volviera a ir. Pero lo esperaría. Esperaría para volver a ver esa sonrisa un millón de años si fuera necesario.

...

Atentamente: Barbara.

¿Final feliz? ¿Final triste?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora