Pablo era un hombre complicado que nunca tuvo las cosas claras. Esto lo llevó a la amarga situación de casarse muy temprano, y divorciarse demasiado tarde. Se encontraba sentimentalmente solo en plena crisis de los cuarenta, viendo toda su vida un enorme cúmulo de fracasos y decepciones.
Julia era una joven de veintidós años que trabajaba a tiempo parcial en una cafetería del centro, para poder pagarse los estudios, una cuesta que se le hacía más y más empinada cada vez. Había llegado a Madrid por sus propios medios, y se encontraba realmente sola en la capital. Pablo pasaba cada tarde (a las cinco en punto además) sólo para que Julia le sirviese un café. Todas las tardes desde hacía ya más de seis meses. Julia apenas parecía prestarle atención, aunque agradecía sus propinas. Pablo la había observado tanto que cerraba los ojos y podía describirla al detalle, incluso el hoyuelo que le salía del pómulo izquierdo, cuando sonreía al recibir sus propinas. Los meses pasaban. Julia comenzaba a acercarse a él. Pero Pablo no tenía las agallas suficientes para pedirle una cita. Pasó un año. El contrato de Julia caducó, sus estudios fracasaron y viendo sus metas destrozadas, decidió volver a casa de sus padres. Pablo no volvió a verla nunca.
Si se hubiera atrevido a pedirle algo más que un simple café, tal vez hubiese convertido su amor platónico en uno real... en el mundo al revés quizá si, por desgracia en este no.
ESTÁS LEYENDO
Mucho Por Contar
RandomUna colección de cuentos cortos que voy escribiendo, que puede que te gusten.