Uno

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Conozco a Marco desde que tengo uso de razón, le conozco como a la palma de mi mano; sé que le encantan los chocolates "chocolate blanco, por favor" y que odia...

-Catherine, estorbo. Desaparece de mi vista.

Sí, me odia.

Yo, un desperdicio de piel, huesos, sangre, cabello...(recuerdo toda la lista que me enumeró Marco), si, yo y nada más que yo en el silencio de su hablar.

Podrías tener un concepto errado de lo que es Marco, Marco Settembrini, podrías creer que es el ser más despreciable del mundo, un completo idiota que lo único que sabe hacer bien es multiplicar por cero tu espíritu hasta llevarlo a la mínima expresión y romper con palabras todo lo que has construido a costas de autocompasión y automentiras-piadosas, en ese, siempre incompleto, rompecabezas de tu vida. Pero no, te equivocas, simplemente es el ángel más sincero de este mundo.
Y no, no lo odio. De hecho le debo la vida.

-Como digas, Marco. Pero antes de retirarme debo decirte que no puedes despedir a la cocinera, ha trabajado cuarenta y cinco años en beneficio de vuestra casa; aún no decides el menú y no me digas que has olvidado la visita de Lady Akoslow, ¡Vuestra tía solo viene una vez al año! ¡Cómo puedes estar tan tranquilo! ¡Cómo puedes ser tan indiferente!- el rostro me ardía, sentía que me quemaba viva.

Marco, sentado en en su despacho acariciando a baudellaire, su gato, por primera vez me miró a los ojos y sonrió; en ese momento supe cuánto me despreciaba: sus ojos insensibles me mataban con esa mirada de lástima y odio que pocas veces me ocultaba pero que nunca se atrevió a mostrarme, y su estúpida sonrisa solo reafirmaba lo que era... Nada.

-De hecho valgo tan poco que mi madre decidió abandonarme a mi suerte apenas nací- aquel silencio sepulcral hizo que la razón volviera en mí; había gritado tan fuerte que por un instante la mansión había cesado, junto con los latidos de mi agitado corazón.

-¡No vuelvas a hablar así de tu madre! ¡Acaso no puedes ser agradecida! Cuando dices eso veo cuán ingrata eres ante la memoria de mi madre,nuestra madre; ella te dió un lugar en el mundo aún cuando claramente no lo mereces.- estaba completamente exaltado.

-Sabes que no hablo de ella, de hecho le estoy muy agradecida por lo que siempre hizo por .

Y hablaba con la verdad: fue ella quién me dió una vida, quién me dió un motivo para vivir aún cuando mi madre biológica sólo anhelaba mi muerte. Fue ella, la madre de Marco; y no, no fue gratis, antes de morir me encomendó la misión más sagrada y honorable de mi insignificante vida: proteger a Marco.

Y desde aquel día pagaba mi invaluable deuda con el cumplimiento de una misión para la cuál me había preparado, sin saberlo, desde mi concepción.

Pequeña CathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora