Pequeña Cath

Birthday blue

Ningún día era tan deprimente como mi cumpleaños...
Cada año, al llegar el 28 de junio, sabía que todo giraba en torno a la madre de Marco. El hecho de que haya muerto ese día y no cualquier otro reflejaba que, aún para despedirse de este mundo, había decidido estropear mi vida; me odiaba tanto.

A veces imaginaba que no había nacido aquel día, (el ser adoptada constituía la única esperanza de que hubieran errado la fecha de nacimiento) siempre a decir verdad, y es por eso que celebraba un día después al lado de Susana y James.

¡Corre! ¡Qué pesada y malhumorada estás Kitty Cath!- antes de que pudiera responder, Marco me sujetó de la mano y empezó nuestra carrera olímpica. Mi cuerpo se deslizaba, inerte, insensible; el calor de la mano de Marco demostraba que aún sentía.

Era todo confuso... Debería sonreír, era raro que Marco deseara pasar una tarde conmigo; había deseado tanto este día, el día en que Marco volviera a hacerme sentir humana.

La tarde se esfumó, cansada, aburrida de peleas de esgrima, y la noche coronó el silencio con un hermoso cielo estrellado. Los ojos azules de Marco brillaban con una emoción indescriptible: jamás en mi vida olvidaría esa mirada.

Cierra los ojos y abre tu alma,
que en pocos segundos sorprenderé tu calma,
tu corazón saltará de alegría
cuando vislumbre mi obsequio del día,
perdonará si no está a su altura,
un simple disgusto será mi tortura.
¡Ya puedes abrir los ojos oveja descarriada!

Lo que mis ojos veían era increíble: del techo de la glorieta de cristal colgaban pequeños globos aerostáticos llenos de rosas azules, y de cada globo colgaba una frase de puño y letra de Marco.

Happy Birthday blue, Catherine Kiera Lisa Leen Settembrini Francois.
Una rosa para otra rosa.

Tranquila... Él no está enamorado de ti. ¡Son HERMANOS! ¿Acaso creíste que esto era real? Sólo lo hace por lástima, porque tú eres un monstruo sin esperanzas.
Mi voz interna activó mi mecanismo de defensa e inmediatamente me tendí en el suelo, derrotada por esa voz coherente. Las lágrimas brotaron del vacío y una mano amiga, la cual conocía de toda la vida, sostuvo mis miedos infantiles secando el llanto de una pobre estúpida.

Ya entiendo... Te parece raro que el malvado de Marco sea amable???- el tono de su voz denotaba frustración, dolor- Por qué no me crees??? Piensas que soy un desalmado???

Es solo que es demasiado... Sabes, desearía que regrese el antiguo Marco, vamos, dime frases hirientes... ¡Destrúyeme como a diario!- cada palabra estaba impregnada de un odio sobrenatural, odio a mí misma, a las malditas circunstancias, vibrante de venganza; los segundos calmaron mi fuego interno, la cordura volvió en mí y dije- Tienes razón, desterraré todos mis pensamientos negativos.

Si olvidas todo lo negativo te olvidarás de mi.

Una sonrisa se dibujo en su rostro, se puso de pie y gritó:
El último que llega perderá la cabeza!!!

Si él supiera que ya la había perdido hace mucho tiempo.