La blanca y nívea sepultura brillaba con destellos de diamante, contrastando con la corona, los ramos y las vestiduras negras de todos los presentes, reflejando la solemnidad y buen gusto de la muerte.
El aire que envolvía ésta atmósfera fúnebre, magnánimo e imponente apenas nos hacía respirar y el sol asomaba nada tímido por el gran rosetón de cristal que, además de rescatar el gusto por lo bizantino, iluminaba tanto de día como de noche la cripta de la familia Settembrini.
Yo y Marco a duras penas armamos la corona y los ramos, ya que ni James ni Susana quisieron ayudarnos, diciendo que ya éramos lo suficiente grandes y "obligando" a Marco a pasar más de cinco minutos conmigo.
A pesar de todo, hablo de la vergüenza de exhibirme en ropa interior, fue un hermoso día. Recordé aquellos días en los que jugábamos a ser los caballeros de la mesa redonda y Marco como siempre era el rey Arturo, días en los que nos escondíamos en la cocina, aunque Susana siempre nos encontraba, y cómo olvidar cuando nos batíamos en duelo de esgrima luego de entrenar con James.
Ah... Nunca creí que armar ramos y arreglos florales despertara nuestra antigua camaradería infantil y nos recordara un hecho tan evidente: ¡diez años de vida indiferente!
Al mirarnos a los ojos como la primera vez, las distancias cambiaron de significado y el tiempo se materializó en un presente, hasta entonces ajeno, revelado por las siluetas de una dama y un caballero que, tomados de las manos, unían su sorpresa y confusión descubriendo el significado de unos rostros sonrojados y palabras carentes de hilación.
Lo lamento- y cual toque eléctrico nuestras manos se separaron, creando un abismo tan hondo y oscuro como nuestras mente, esos laberintos sin solución.
El hecho de que Marco se encontrara en la misma habitación era intimidante, aunque el hecho de que James y Susana nos acompañaran me hacía sentir protegida, segura de mis sentimientos.
¿Por qué no lloras? ¿Acaso eres tan insensible?
~silencio~
¡Catherine Kiera Lisa Leen te estoy hablando!
~silencio~
¡Mírame a los ojos cuando te hablo!- me tomó del brazo y alzó mi rostro hasta encontrarse con el suyo y sonrió.
Madre, comprende a Catherine, sabes que te quiere.- colocó nuestras manos sobre la sepultura y agregó- Te queremos.
Una lágrima rebelde me traicionó, una lágrima que derritió mi, hasta entonces, insensible corazón.
Prepárate oveja descarriada ¿Aún eres ese hermano que siempre me daba una paliza? James, Susana... No nos esperen. Hoy tenemos cosas muy importantes.
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Pequeña Cath
De TodoUn enigma es su mundo, de hielo es su corazón, la vida no es negra, solo le falta color. No es una princesa en busca de un final feliz, pero tiene el suficiente miedo para poder sobrevivir. Una historia acerca del triunfo de la libertad y el amor, s...