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Me encontraba en la estación de trenes de Finchely esperando a que mi padre volviera de arreglar unos papeles para mi viaje. Estaba sentada en una banca meciendo mis pies mientras observaba a las familias despedirse. Ver como cada madre o padre abrazaba y besaba a sus hijos como si fuera la última vez que los fueran a ver me hizo sentir nerviosa y de cierta manera enferma.

De toda la multitud que me rodeaba una familia en especial llamó mi atención. Una señora se despedía de cada uno de sus hijos tratando de verse fuerte pues una sonrisa estaba en su rostro pero incluso yo podía notar que estaba destrozada.

— ¡Cariño! —mi padre me llamó.

Dejé de ver a la señora y rápidamente tomé mi maleta y me dirigí hacia él.

— ¿Qué Pasó? —le pregunté.

—Conseguí tu boleto—me respondió mientras ponía una etiqueta en mi abrigo.

— ¿En serio? —dije decepcionada pues esperaba y no pudiera hacer el trámite para así poder quedarme con él.

—Escucha _____ quiero que te portes bien. No quiero ninguna queja de la familia que te cuidará— me dijo mi padre mientras tomaba mi mano y caminábamos a la fila para subir al tren.

—Yo quiero quedarme contigo—le dije con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos.

—No cariño no llores—me dijo tomándome de las mejillas—sabes que no puedo llevarte conmigo aunque quisiera. Te prometo que en menos de lo que esperas ya estaré contigo, recuerda esto es temporal.

Sin poder controlarme empecé a llorar y abracé a mi padre como si de un talismán se tratase, y es que eso era. Mi padre era la única familia que tenía. Cuando era pequeña mamá murió y como ella y papá eran hijos únicos no tenía tíos ni mucho menos primos. Básicamente éramos solo él y yo.

Y ahora por culpa de esta maldita guerra se alejará de mí.

—Quiero que vengas conmigo— le pedí entre sollozos.

—No me hagas esto _____—dijo enterrando su rostro en mi cuello—Te prometo que pronto nos volveremos a ver y cuando todo esto acabe te llevaré a comer con la Sra. Smith ¿está bien? —se alejó de mi esperando mi respuesta.

—Si—contesté limpiándome las lágrimas con mi abrigo.

—Esa es mi niña—me dijo besando mi frente.

Nos quedamos en la fila unos minutos esperando a que los policías checarán los boletos y las etiquetas. Todo ese tiempo estaba agarrada de la mano de mi padre. Cuando se acercó nuestro turno papá soltó mi mano y me cargó.

—Te quiero mucho ___—me dijo besando mi mejilla.

—Te quiero más—le contesté con un nudo en la garganta, pero no iba a llorar otra vez enfrente de él. No quería dejarlo preocupado.

—Boletos—nos pidió un señor.

Papá solo me bajó y le entregó el boleto al señor. Lo revisó unos segundos, después checó la etiqueta de mi abrigo y me dejó pasar. No solté la mano de mi papa hasta que subí tres escalones del tren y cuando lo hice corrí hacia una ventana y lo mire a través de esta. Pude notar que sus ojos reflejaban lo mismo que la señora que había visto hace un rato.

Puse mi mano en la ventana y él también lo hizo. Cuando el tren comenzó a andar papá quito su mano de la ventana y la agitó en forma de despedida.

Lo miré hasta que lo perdí de vista y solo así me pude dar el lujo de llorar.

...

¡Hola chicos!
Bueno esta es mi primera novela por así decirlo y espero que sea de su agrado.
Si les gusta no duden en votar y comentar eso me haría muy feliz.
Sin mas que decir los dejo.

[Editada el 21 de mayo del 2017]

Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el ropero [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora