La sombra

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La verdad es que no suelo tener miedo ni asustarme de nada, pero estos días han sido diferentes, he notado que alguien me seguía y espiaba, como una presencia permanente, una angustia que no descansa.

Dejo grabado esto en el papel por si algo me llegara a pasar.

Anoche lo vi, iba caminando por el pasillo, me di la vuelta y lo vi.

Era como una sombra al principio, pero me fijé un poco más; una forma humanoide, con una capa negra y la capucha que le tapaba la cara.

Se acomodó la capa cerrando la pequeña abertura, aunque no se vislumbraba sino negrura ahí dentro, unas manos huesudas y blanquecinas, con aspecto de frías lo hicieron y volvieron a desaparecer bajo la fina capa.

Un haz de luz le iluminó parcialmente la cara, dejando ver el brillo de su máscara metálica que le tapaba la mitad inferior de su semblante.

Pasaron unos instantes, nos seguíamos mirando, sin movernos, o eso creo.

Un poco después sus manos reaparecieron, retirando la capucha de su cabeza.

En ese momento estaba petrificada, pero no asustada, solo muy confusa, puesto que su cara, aún con los ojos cerrados, era la mía, o muy parecida.

Tenia mi mismo pelo, ondulado, castaño, con mechones rubios y colocado suavemente sobre los hombros, los demás rasgos también eran igualesque los míos, pero cuando abrió los ojos supe que era yo, pero no como humana, sino como demonio asesino, sus o mis ojos, ya no se ni como decirlo, eran de color púrpura, brillaban a la luz de la tenue bombilla amarilla.

Acto seguido se dio la vuelta, con el ruido de sus botas, se puso de nuevo la capucha, caminó dos pasos y se desvaneció casi al llegar a la pared.

Sin saber que hacer, parada allí delante de la puerta de mi habitación, comprendí que mi hora estaba cerca, que el reloj de arena se estaba acabando y ella rondaba para llevarse mi alma en cuanto el último grano de arena caiga.

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