El reloj y su tic tac

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Sentada en el sillón oía las agujas del reloj, tic tac, sonaban como las del reloj de pared de casa de mi abuela, a la hora de la siesta se hacía un silencio sepulcral en esa casa, solo se oian los ronquidos lejanos de mi abuela y el reloj con su tic-tac.

Cada media hora daba una campanada y cada en punto la hora, ton, ton, decia y dice el reloj, eran las cuatro de la tarde, su grave y reververado sonido se expandia por toda la casa dejando tras de sí un aura de paz, calma y tranquilidad.

En cuanto todos se levantaban tocaba la hora del café de media tarde, digo media, porque a lo mejor si llegaba mi tía a las 6 tocaba otro más y cual reloj aparecía para sacar a pasear al perro y beber el café de la tarde.

Hablando del perro, es muy travieso, pero siempre duerme la siesta como un bebé, es muy listo.

Toda esa reflexión con solo oir el sonido del despertador de la salita, cuanto recuerdo acumulado en aquel humilde sonido.

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