Dormirás

Parte 2

Ya eran como las 2:30 de la tarde, mas o menos. Esa era la hora acordada para verse con el vendedor en uno de los bancos en la plaza de mayo. Matias estaba sentado, anteojos negros, capucha, como si nunca le hubieran pedido que disimule antes. El supuesto vendedor se sentó a la derecha mirándolo al joven con desconcierto y le explicó que solamente podía tomar una o dos por día. Si tomaba mas podía tener un colapso nervioso y terminar en coma.
Esas palabras asustaron un poco a Matias aunque para decir la verdad, no tenia nada que perder.

Llegó a su casa, se acomodo en un sillón semi-destruido de color casi mostaza y rasgando el paquete de papel sacó una bolsa transparente con aproximadamente diez u once pastillas negras. La cerveza caliente empujó las dos pastillas, dejando un sabor amargo en la boca. Matias pensó que era mala idea ayudarse de cerveza pero ese pensamiento no duro mas de tres segundos.

Ya eran las 5:30 a.m. y él se estiraba cómodo en el mismo sillón. Despierto y con una muy pequeña e imperceptible sonrisa miró la hora, después miro las pastillas y entendió que realmente funcionaban y que la plata que gastó no fue para nada.
El día estaba tranquilo, nublado pero no amenazante como siempre, Matias desayunó y rápido fue a trabajar, casi como si de verdad quisiera ir. Sus compañeros atendían y su jefe revisaba unos papeles, sin miedo el chico se acerco hasta el dueño de la farmacia y le contó de su buena experiencia con la pastilla que le había recomendado. La reacción de su jefe no fue la esperada. Matias se sorprendió cuando él le dijo que tenga cuidado porque lo podía traicionar la sustancia que estaba tomando, que no se confíe. Muy raro.
Volvió a su casa, a su departamento en el 5to piso y vio un papel abajo de la taza de café de esa misma mañana, que no reconocía, lo agarró y leyó: "Que divertido, no?". Alguien había entrado en su casa, Matias revisó en el cajón para ver si seguían estando sus ahorros y si, no se llevaron nada. ¿Pero para que alguien querría entrar a su casa y simplemente dejar un papel con una frase que él no llegaba a entender?.
Salió a la puerta y tocó timbre a su vecina, Eleonora, una mujer extranjera de pelo oscuro y estatura baja, tenía tres hijos y poca plata para un hogar mejor que ese. Matias le pregunto a esta señora si había escuchado algo mientras él no estaba o si alguien pudo haber entrado, el acento de Eleonora era extraño, ella le confesó que nadie había estado en el pasillo y que lo único raro que sucedió fueron los ruidos de la noche anterior. Ruidos? Era la primera vez que él había finalmente dormido y resulta que roncaba, o que hablaba dormido. No viene al caso, alguien escribió eso en el papel y no fue él. Él. Ese pensamiento vino a su mente, ¿que pasaría si era sonámbulo, y los ruidos fueron mientras dormía porque él soñaba con algo? Como era lo mas lógico lo dejó así y tiro el papel a la basura.

La noche lo atacó y otra vez tomó las pastillas, esta vez decidió que sería con agua porque las palabras de su jefe lo asustaron un poco y mejor prevenir que curar. Prendió la televisión solo para enterarse que no había pagado el cable y que lo único que podía ver eran canales públicos que obviamente a esa hora no ayudaban demasiado, la apagó y se tiró en la cama.

Así como la noche había hecho, la mañana y su alarma lo atacaron. Despertó incomodo y un poco molesto, y se debía a que estaba en el piso. Había dormido en el piso al lado de su cama, pudo haberse caído o pudo levantarse y tirarse ahí en un acto de sonambulismo, pero como iba a saber. Desayunó, caminó por el Centro y trabajó, como siempre, y cuando llego a su casa, se topó con Eleonora muy enojada y negándole la entrada a su casa. Matias le preguntó que pasaba y porque ella estaba haciendo eso. Entre gritos e incoherencias le dijo que toda la mañana en su departamento él estuvo gritando y haciendo mucho ruido, lo que su vecina no sabia era que él estuvo en la farmacia desde las 6:30 a.m. hasta las 9:00 p.m.. Y en ese momento eran las 9:25 de la noche.