Parte 3

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El misterio lo tenia asustado a Matias, ¿Por qué su vecina habría dicho eso?¿Habrán entrado a robar?. Con su cara pálida y su tartamudeo le explico a Eleonora que él estuvo trabajando y en la calle etc, etc. la vecina no entendía lo que sucedía y casi sin entenderle, porque era una extranjera hablando rápido, le dijo al joven que no entendía nada y que podía jurar que era su voz al otro lado de la puerta.
Matias en un acto desesperado por tranquilizarse le dijo a Eleonora que no se preocupe y que se quede en su departamento. Acto seguido, él, tomando todo el valor que consiguió, abrió la puerta.
No había nadie. Estaba un poco revuelto pero como de costumbre, había medio sándwich en la mesada maltrecha de la cocina y una cerveza a medio tomar. Matias no fue quien se sirvió de esa colación, alguien mas fue. Se acerco a la mesada y sin saber porque, abrió el sándwich a la mitad, mucha mayonesa, jamón, queso, tomate, palta, y pepino. No podía ser casualidad que alguien se haga el mismo sándwich que el se hizo hace tres días, y lo recordaba bien porque su mamá siempre lo obligaba a comer palta y se había acordado de ella cuando lo preparaba, hace tres días, tres días, ¿Nunca se lo comió? No podía ser, esa comida no llevaba ahí mas de una hora, estaba fresco. La cerveza estaba fría, y la chapita estaba al lado. Alguien seguía en su casa.
No se escuchaba ningún ruido, revisó todo y definitivamente no había nadie. Tiró el sándwich, trabó la ventana, se deshizo de la cerveza y se obligo a si mismo a dormir. El día había sido largo y no tenia tiempo para esta clase de misterio terrorífico a esas horas.

Se despertó exaltado a la mañana, tras soñar que alguien lo perseguía. Él mismo se estaba persiguiendo a él mismo.

Analizó todos los cuartos y lugares del diminuto departamento y no daba la impresión de que alguien hubiera estado ahí. Desayunó con tantas dudas que casi no se dio cuenta de que llovía. Anoche, al igual que en los últimos días había tomado sus dos pastillas correspondientes y otra vez había logrado dormir, hasta soñó, hacia años que no soñaba.
Salio apurado, estaba llegando tarde. Cuando le quedaban dos cuadras para estar en la farmacia visualizo policías y bandas de seguridad que evitaban la entrada a la gente a mirar que había ocurrido. Su jefe estaba en la puerta hablando con un detective que hacia preguntas un tanto extrañas. Cuando el dueño de la farmacia vio a Matias se acercó ignorando al hombre de traje y le contó lo que sucedió. Al parecer un loco con un paraguas destruyó toda la vidriera y se llevó todos los medicamentos. El joven no podía creer que hubiese gente tan desquiciada.
Después de cumplir sus horas de trabajo ayudando a limpiar el desastre, volvió a su casa. Eleonora, otra vez, estaba en el pasillo y le contó que hubo ruidos raros, no gritos sino risas.
Matias cansado de esta situación, no entró a su departamento sino que le pidió prestada plata a su vecina extranjera para poder comprar unas cámaras de seguridad. Él sabia que la señora tenia unos ahorros para emergencias y Matias le devolvería cada centavo al otro día, ya que su jefe le pensaba pagar mucho por el trabajo que había estado haciendo esa misma mañana.

Era la hora de almorzar y pensó en salir de ese departamento y comprar algo por la calle. Estaba lloviendo y agarró el paraguas, el cual al parecer estaba roto. Segun su jefe, el loco que atacó la farmacia, rompió los vidrios con un paraguas. Dios mio, ya se estaba poniendo paranoico. Todos el planeta usa paraguas.

Llego a su casa, con un poco de dolor de panza y de cabeza. Se sentó en el sillon mostaza y entre la pastilla y el programa de animales se durmió profundamente. Justo antes de hundirse en la noche escuchó la puerta abrirse pero ya era tarde como para hacer algo.

DormirásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora