IV

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Su mirada estaba perdida, observaba sin ninguna expresión como el sol se ocultaba en las montañas dando paso a la oscuridad.

Aquella que invadía el cielo y también su corazón, el que había latido tanto tiempo por él.

Había luchado por intentar salvarlo de aquel pozo.

Se hundió ella.

Ahora sus ojos estaban cerrados y recordaba amargamente los pocos momentos felices que pasaran juntos.

Pocas alegrías, sí. Pero lo suficientemente dulces como para que no lo abandobara.

Para que siguiera cogida de su mado sin importar a donde la llevara. Sin importar los malos ratos y las tristes situaciones.

Porque ella lo amaba y lo sigue amando.

Por mucho la invada de oscuridad una y otra vez seguirá ahí esperando que el amanecer la vuelva a llenar de alegría.

Lost soulsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora