Llegamos a casa como a las tres de la tarde. No sé cuanto rato pasamos pegados a los labios del otro, me sentía como en otro mundo, y no sentí el tiempo pasar para nada. Y el camino se hizo largo porque estuvimos muy callados ante la pena después de separarnos al fin. No les explicaré cómo fue el beso en sí...
Por la tarde volvió a salir él solo con su bicicleta, y fue a buscar lo necesario para cenar. La preparé yo como a la seis y media, y nos sentamos a cenar a las siete. Creo que ese momento de antes me afectó: estaba tan romántico que puse unas velas en la mesa, con manteles y vasos de vidrio, y la mesa era sólo para dos, y... Oh, me emociono sólo de pensar alguna cosa sobre Shirou.
Su imagen a la luz de las velas me deleitaba. El reflejo anaranjado, mezclado con sus ojos plomados, sobre sus mejillas, y en sus labios me hacía estremecer. Cuando comía, apenas abría un poco la boca, metía un bocado pequeño y la volvía a cerrar para masticarlo. Me divertía también ver que cuando notaba mi mirada sobre él, se sonrojaba y bajaba la suya avergonzado.
― Co... Cocinas muy bien. ¿Sueles hacerlo en tu casa? ―me preguntó para tratar de evadir mi mirada tan fija.
― Sí, a mi hermanita también le gusta mucho que le prepare este platillo. Me alegra que te guste. ―le dije. Me sonrió al mencionar a mi hermana.
Yo le había hablado mucho de ella, de cómo siempre se le quedaba mirando cuando estaba en Shock, y de cómo ella deseaba que nos visitara en casa. Le había traído una fotografía en mi equipaje de nuestra familia. Lo olvidé por completo.
Cuando terminamos nuestra cena, y de levantar todo, le dije que quería mostrarle algo. Fuimos al su cuarto, donde él mismo dejó mi equipaje. De allí saqué la foto. Nos sentamos en la cama mientras se la mostraba. Era una foto que nos tomamos cuando mi madre aún estaba viva. Ella era hermosa, sonriendo como si el mundo fuera de color rosa. Llevaba a Yukka recién nacida en brazos, y yo estaba delante de mi padre con mi uniforme de la escuela. Él estaba sonriendo muy tiernamente; esa fue la época en la que él sonreía sin esfuerzo. Y le mostré otra en la que estaba yo con Yukka hace unos años, cuando tenía catorce y jugaba fútbol en la secundaria Raimon de Inazuma. La tenía cargada, mientras ella traía un megáfono para animarme y reía muy feliz.
― Tu familia es realmente encantadora, Shuuya ―me dijo Shirou viendo ambas fotos feliz―. Te quiero mostrar nuestro álbum de recuerdos. ― dijo él sacando un álbum de una gaveta junto a la cama. Yo asentí con emoción, me mostraría cómo era su familia.
Me mostró varias Fotografías de él y su hermano, y con sus padres. Desde pequeños ellos estuvieron en el equipo de fútbol de la escuela: en una salían ellos adelante con los demás compañeros, y ambos tenían medallas de ganadores. En otras salían vestidos con cosas de navidad, me mostró también una de cuando cumplieron los quince años, y me mostró una reciente, en la que estaba con Atsuya, su mamá y su papá, debajo del árbol donde los enterramos, justamente.
Oí entonces que suspiraba, después de haberme contado que él y su hermano eran imparables, eran los más fuertes entre su equipo y entre otros equipos, me decía que él, como defensa, siempre lograba robar el balón, para lanzárselo a Atsuya, y él, como un delantero tan increíble que era, siempre hacía los goles. Bajó un poco la cabeza, y cuando me di cuenta, una gota calló sobre una foto de ellos dos ganando un trofeo.
― ¿Qué pasa? ―pregunté preocupado por esa lágrima.
― Nada, sólo... Son los recuerdos, creo que me ponen sentimental. ― me dijo sonriendo y limpiándose los ojos.
Nos quedamos en silencio desde ese momento, por varios minutos, un silencio incómodo, de esos que aparecen cuando no sabes que hacer o qué decir. Ya había cometido una vez el error de buscar un tema de conversación y arruinarlo diciendo algo estúpido por la vergüenza, no lo haré otra vez.
― Oye, Shuuya... te quería preguntar algo ―me dijo sin mirarme, y cuando yo lo volteé a ver, estaba muy rojo, ya con los ojos limpios―, algo que me ha molestado desde esta tarde... Eh... ― estaba nervioso, tal vez no conseguía palabras para decirlo.― Cu... Cuando nosotros nos... Ya sabes, en el bosque... ―decía muy nervioso, con la voz muy cortada, ¿querría decir cuando nos besamos? Ah, hasta para mí suena vergonzoso decirlo.― ¿Eso quiere decir que ahora somos... como novios o algo así? ― preguntó dignándose a mirarme. Se veía tan nervioso, y hasta llegaría a decir que inocente, con esa carita roja y el labio temblándole.
Comencé a pensar en la cuestión. ¿Somos novios? Bueno, él me gusta, y ahora sé que yo le gusto. Nos gustamos mucho, y nos besamos antes confesándolo, pero... no le pregunté si quería que lo fuéramos oficialmente. Lo miré entonces, no se había movido para nada, estaba decidido a esperar una respuesta.
― Ehm, bueno... en ningún momento lo decidimos, pero... ―decía yo. Me acomodé bien delante de él, y le tomé las manos. Me miró sorprendido.― Shirou... ¿Quieres ser mi novio? ―le pregunté. Se me quedó mirando igual de impactado, respirando un poco acelerado. Entonces empezó a sonreír, como si le hubieran dicho la mejor noticia de su vida. Me saltó encima de pronto.
― ¡Sí, sí, sí quiero, Shuuya! ¡Te amo! ―Gritó emocionado, pero al saltarme encima, me hizo caer hacia atrás, con él encima de mí. Nos quedamos mirando un momento, y luego sonreí también.
― Yo también te amo, Shirou. ―dije para halarlo hacia mí, uniendo nuestros labios otra vez en un beso.
Todo ocurría demasiado rápido para haberlo procesado en el momento, pero los movimientos, las caricias y, encima de todo, el beso, nos hizo dejarnos llevar. En mi vida no me había sentido mejor que cuando lo acaricié y lo toqué diciéndole, al igual que él a mí, cuanto lo amaba. Decíamos el nombre del otro a cada momento. Nos segamos de pasión, perdimos la respiración por las acciones, y encima de todo, terminar juntos fue como tocar el cielo.
Sabrás que al día siguiente, cuando nos levantamos, todo se puso un poco extraño pero, sólo con recordar por qué hicimos aquello, diciéndonos una vez más «Te amo», todo estuvo bien. Pasamos ese día muy bien, divirtiéndonos mucho, saliendo de paseo; esta vez eran citas de pareja oficialmente. Pero llegó la tarde. El último tres a Inazuma salía a las siete de la noche, y Shirou me acompañó a tomarlo.
― Espero verte en Navidad, Shirou. Te amo. ―le dije, mientras nos abrazábamos.
― Iré, lo prometo, Shuuya. Te voy a extrañar hasta entonces ―me dijo. Ya no lloraba al despedirnos en el tren, porque sabía que lo estaría llamando, y nos volveríamos a ver―. Yo también te amo. ―me dijo alejándose un poco, y se me acercó a darnos un beso de despedida.
Luego de eso, me fui como la última vez en el tren, quedé viéndolo desde el barandal hasta que desaparecieron él y la estación a la distancia.
Esa Navidad fue maravillosa, y las que le siguieron, porque estuve pasando mucho tiempo con Shirou. Nos visitó en Inazuma como había prometido la primera semana de Diciembre, y se quedó hasta después de año nuevo. Yukka estaba encantada de haberlo conocido, y mi padre igual. Les agradó mucho. Aunque fue un poco difícil que le confesáramos nuestro noviazgo; nos regañó, nos dijo irresponsables por haber hecho aquello tan rápido, pero, al pensarlo detenidamente, lo aceptó... sólo un poco. Eso para mí era más que suficiente; si lo había aceptado tan rápido, quería decir que le encantaba Shirou.
Las fiestas de navidad, la cena, ver Yukka feliz con sus regalos, y las celebración de año nuevo, todo fue sólo alegría, y la trampa del muérdago no fue la única que aproveché para poder probar los dulces besos de Shirou.
Fin.
Bueno, espero que les haya gustado.
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Adiós. :D
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❄Hokkaidou en Otoño❄ [Shuuya Gouenji x Shirou Fubuki]
RomanceGouenji Shuuya y su familia están de visita a la ciudad de Hokkaidou por negocios de su padre, pero ocurre el encuentro de un herido en el camino. Él se encarga de cuidarlo a petición de su padre. Al despertar, este joven llamado Shirou Fubuki, está...