"La persona que bese bajo un árbol de moras, será alguien que amaras por el resto de tu vida" - Lisa Simpson.
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Todas las tardes, a la misma hora, en canal de Fox, daban el programa más exitoso de la televisión americana y para el canadiense, era el momento en donde las ocurrencias de Homero, Marge, Bart, Lisa y la pequeña Maggie, divertían sus días después una larga y atareada mañana de estudio.
Sus risas retumbaban por las cuatro paredes de su habitación, esa era una de sus mayores costumbres, después de realizar todos sus deberes, se sentaba al frente del televisor, dejando volar el tiempo sin que se diera cuenta.
Solo tenía 16 años, su mundo: sus amigos, su novia y muy pocas veces pero su mayor deber, estudiar. Cada día de su vida, desde que tenía memoria, la compartía con su pequeña amiga, no había algo que ella no supiera, la confianza entre ellos era increíble, se conocían más el uno al otro que a sí mismos.
El cariño era mutuo, se querían y nadie podía negar eso, pero cada uno tenía expectativas hacia el sexo opuesto, muy diferentes, él tiene una novia por la cual se desviva y ella su amor platónico hacia uno de sus compañeros de clases
.
Su mirada estaba concentrada a la pantalla del televisor, su cuerpo recostado en el suave colchón de su cama, manteniendo la mirada alta con ayuda de sus brazos sosteniendo su nuca.
Delicados toques en su puerta hizo que se parara de su lugar, con pocas ganas la abrió, al otro lado una chica, su pelo castaño, no muy largo pero aun así sus ondas bien definidas, sus largas pestañas daban paso a sus ojos marrones que a la luz cambiaban a un suave avellaneda.
-Ros, ¿Qué raro verte por aquí? - ironizó dando paso a la chica para que pasara a su habitación.
-No molestes - dijo ella sentándose inmediatamente en el borde de la cama, su mirada se pozo en la pantalla de la televisión - ahora entiendo porque a veces te comportas como un deshebrado.
-¿De qué hablas? - pregunto el chico sin moverse de su lugar .
-Nada olvídalo - suspiro lentamente.
-¿A qué debo el honor de verte por aquí? - pregunto mientras tomaba la silla de roda chines de su escrito para quedar al frente de ella.
-Bueno...- cerro los ojos lentamente, buscando las palabras indicadas para expresarse - tienes novia ¿verdad?.
-Si... - respondió con obviedad
-Y... ¿la besas? - pregunto con inocencia.
-¿Para qué quieres saber eso? - pregunto evitando responder.
-Necesito tu ayuda - respondió la chica viendo los ojos color miel de su amigo.
-Pues soy todo oídos - dijo el chico recostando su cuerpo contra el espaldar de la silla.
-Quiero que me enseñes a besar - dijo de una sola, cerró los ojos, esperando el grito desentendido de su amigo.
