16. ¿Kike o Mario?

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Narra Roxy

Me quedé allí sentada por varias horas. Recordando lo feliz que me hubiese gustado ser, pero que sin embargo me bastaba con tener a mi madre.
De pronto noté como un brazo me tocaba el hombro, rápidamente me sequé las lágrimas y me giré. No se porque mi corazón se paró y entristeció al ver que era Kike. Tal vez esperaba que fuese otro. Pero su sonrisa perfecta me sacó de ese pensamiento.

-Hola pequeña.
-Hola Kike. -Sonrío falsamente.
-¿Que haces por aquí?
-Nada, salí a tomar el aire.
-¿Y eso? -Señala mis manos. La carta.
-Ah... Eh.. No nada. Es una chorrada.
-¿Una chorrada?
-Sin importancia.
-Comprendo... ¿Damos un paseo?
-Eh, claro. Si. ¿Porqué no?

Se levanta y me tiende la mano. Como un caballero. Se la doy y tira fuertemente de mi, hasta quedarnos tan cerca que notamos el aliento del otro. Kike mira mis labios fijamente y me besa. Pero delicadamente. Con sentimiento. Creo que Kike se confunde conmigo, yo no siento lo que él.
Le separo.

-Yo... Lo siento. Pero... No puedo.

Después salgo corriendo. ¿A donde? Ni idea. Necesito no ver a Kike.
Acabo enfrente de una finca rota. Abandonada. Debe hacer siglos nadie vive aquí. Es una urbanización. Tiene piscina, aunque verde, una pista de tenis, un parque, destrozado, para niños, y la puerta está rota y abierta. Decido entrar y tal vez sea mala idea, pero ¿a quien le viene mal un poco de acción?
La finca es tan vieja y tiene tanto silencio que se escuchan mis propios pasos hasta de lejos y además se oyen las paredes crujir.
La recepción tiene telarañas pero a pesar de ser viejo y estar medio roto, se nota que esta urbanización estaba pensada para gente adinerada. No tiene luz así que enciendo la linterna del móvil. Cuanto más me adentro, mas oscuro y mas miedo da. Las ratas se oyen, las escucho. Una se me cruza por medio y se me pasa por la cabeza gritar, pero temo que haya alguien más aquí y me ataque.
Son enormes.
Subo los escalones mugrientos, llevan años sin limpiarse y han sido víctimas de los ataques adolescentes.
Primer piso superado. Aún no se porque hago esto.
El primer piso tiene dos casas, A y B aparentemente enormes. Pero ambas puertas están cerradas. Continúo subiendo. Me quedan cuatro más. El segundo piso tiene tres puertas, dos casas enormes y una mas chiquita. C, D y E. La D que es la pequeña parece entornada, así que entro, quizás arriesgue mucho, pero la curiosidad me puede. Está muy iluminada. Blanca y no está tan destrozada. Tiene un sofá extrañamente seminuevo, eso me hace dudar que tal vez alguien viva aquí, pero no tiene ni luz, ni agua, ¿quien viviría aquí? Me asomo al baño, litros de agua están al lado del retrete, puesto que no hay agua supongo que es para tirar de la cadena. Hay un cepillo de dientes y hasta un peine. Me adentro más en la casa. La habitación. Hay una enorme cama. Hecha como si una señora de la limpieza la hubiese hecho. Esto es muy extraño. Salgo hasta la cocina donde hay una pequeña cocina de gas y una bombona, al parecer nueva. ¿Quien viviría en esta casa? Escucho pasos y salgo corriendo. Subo los pisos hasta llegar al ático.
Con la respiración agitada observo el sitio, me olvido completamente de todo. Se ve toda la ciudad o incluso se dibujan las montañas de fondo. Se ven los inmensos parques verdes y los edificios. No es el edificio mas alto de la ciudad, pero si de aquí cerca, así que se ve la ciudad, o bueno, pueblo, a tus pies. Me quedo embobada.

-Así que has encontrado mi sitio secreto.
-¡AY! -Me sobresalta oír esa voz a mi nuca. Me he embobado tanto mirando el paisaje que ni si quiera he notado que alguien se acercaba a mi.
-Tranquila que soy yo.
-Hostia Mario no me des estos sustos.
-¿Que pensabas? ¿Que era un violador? ¿Un asesino?
-Un drogadicto tal vez.
-No seas idiota.

Se acerca a mi, mirándome a los ojos. Sonríe. Pone sus manos en mis mejillas y con las dos manos, a la vez, aparta dos mechones de mi cara. Arrima su frente con la mía y nos quedamos a centímetros. No se porqué, quiero besarlo. Me besa. Delicadamente. Teme hacerme daño, lo noto. Poco a poco su mano izquierda baja de mi oreja, por mi mejilla hasta el cuello y la derecha la pone en mi cintura para acercarme a él. El beso va subiendo de tono y a la vez un calor me recorre el cuerpo, seguido por un escalofrío. Es la primera vez que me siento así.
Frío. Calor. Calor. Frío.
El beso sube de grado hasta el momento de usar la lengua. El me atrae mas hacia sí para después llevarme, sin separarse de mi, contra la pared.
El calor sube más. Mis mejillas deben estar rojisimas ya.
Se separa y me toma la mano.

-Vayamos a un sitio más tranquilo.

Puesto que no puedo hablar, asiento.
Bajamos las escaleras hasta llegar a la habitación de antes. Entra y cierra la puerta con una especie de candado supongo que puesto a mano.
Se sienta en la cama y me hace un gesto para que vaya a su lado. Dudo por un momento.

-No haremos nada que no quieras.

Sonrío y decido ir. Mario me mira seriamente, esperando que le bese. Necesito mas de ese beso. Así que me lanzo, pero para nada un beso tímido. Nos dejamos caer en la cama, uno al lado del otro pero sin parar de besarnos. Él pone su mano en mi cadera. Levanta un poco la ropa y masajea con su pulgar esa zona, rozando con el borde del pantalón.
Noto como su pene comienza a reaccionar.

Nota de la autora:

¡Hola! ¿Os podeis creer que estemos bajando de visitas? ¡Pero no pasa nada! Siempre hay que ser positivos, ya superamos las 700 y es importante. Gracias por quienes leeis la historia, es importante vuestro apoyo, ¡feliz miercoles!♥

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