SOLEDAD

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La soledad no es buena consejera... escuché en un susurro.

¿Cuántos nos hemos sentido solos alguna vez?, ¿Cuántos hemos sentido que la soledad nos consume?
Creo que muy pocos podrán decir que no la han conocido. Siempre hemos experimentado algún tipo de soledad social, al estar alejados de la familia y los amigos por alguna circunstancia. Muchas veces esa soledad es productiva y creativa y se la sabe direccionar.
Pero la soledad puede afectar los cuerpos mental y emocional de manera negativa.
A veces nos sentimos solos en medio de un tumulto de personas. Sentimos que no encajamos, que pensamos distintos, o que miramos la vida de otra forma. Es una reacción que muchos también hemos sentido.
Y tras la soledad viene la decepción, el desencanto, el aislamiento y la tristeza.
Otras veces la soledad es tan profunda que aprieta el alma, rasga el corazón. Nubla la mirada e inmoviliza el deseo de hacer cualquier cosa. Allí es cuando la soledad es una amenaza pues sobreviene la depresión, el encierro voluntario, la distorsión de la realidad.
Contra esa soledad que nos anula y nos disminuye debemos luchar. Podemos elegir estar solos en algún para meditar, encontrarnos con nosotros mismos, crear (pintar, escribir, etc), pero sin sentirnos solos internamente.
Realmente el que se siente solo esta vacío de Dios, de esa fuerza que nos dice que a pesar de vivir un día oscuro habremos de ver otro luminoso, y que debemos confiar. Ningún mal es eterno; eterna es la misericordia de Dios y él nunca abandona.
No está mal sentir la soledad, lo malo es reincidir voluntariamente en ella y permitirle que nos atormente.

Pidamos a los ángeles de la felicidad y del amor que expanda dentro de nosotros alegría, entusiasmo y disposición para llenar cualquier vacío interno. Y al arcángel Jofiel que ilumine con su luz de Dios nuestros pasos.

Toque Angelical.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora