¿Lo quieres probar?

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Tal cual lo dices, llega alguien, un desconocido que llega y te clava un gancho gigante unido a una cadena en tu pecho.

La herida sólo es superficial, no mortal.

La herida cicatriza con el gancho adentro, pasa el tiempo y te acostumbras a vivir con él.

Ni siquiera lo tomas en cuenta, sientes un dolor al moverlo pero es minúsculo.

Te adaptas a él.

Lo sientes como parte de ti.

Pero el otro extremo de la cadena empieza a jalar y a jalar, viendo cómo se sacude dentro de ti.

Y POOM. 

Te lo arrancan de un tirón.

Dejando una herida mucho más grande que la inicial, casi despedazando todo el pecho, con el corazón a la vista.

Algo así se sienten las promesas rotas.

Más que esoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora