Dulce y acelerada respiración

79 6 2
                                    

—Eres una guarra de mierda —me soltó el chico-pollo con desprecio.

—Espera, a ver si lo he entendido. ¿Eres tú el que quiere una orgía pero la guarra soy yo?

—¡Lo que me has hecho es como si yo llegase y te echase semen por la cara! No venía a cuento.

—Eres repulsivo —me giré para quitarme de su lado.

—Vamos, déjala y vayamos nosotros a divertirnos —intervino una de sus perras aduladoras.

—Espera —me retuvo—, apuesto a que te gustaría que hiciera lo que te he dicho.

—Déjala en paz, chaval, ya te ha dejado claro que no quiere nada contigo —intervino Finn.

Ya no me pude contener, le pegué un puñetazo. Esa era la clase de persona que más odiaba, los pervertidos sexuales que no aceptan un no por respuesta. Al momento todas sus guarras se me echaron encima, era increíble lo que algunas personas eran capaces de hacer por una cara bonita (aunque yo no se la había visto a ese tipo) o por un pene de un tamaño mayor que la media (aunque afortunadamente yo no se lo había visto a él).

Intenté defenderme, pero, obviamente, eran muchas más que yo. Unos fuertes brazos me aferraron de la cintura y me alejaron de esa horda de matonas.

Lo siguiente que recuerdo es que mis amigos y yo estábamos siendo escoltados fuera de la discoteca. Increíble.

—¡Genial! Todavía son las diez y ya tenemos que regresar —se quejó Rayita.

—¿Y qué quieres que hagamos? En el resto de discotecas nos pedirían el DNI —explicó Finn.

—Pues la habéis cagado bien —resopló.

—Es todo culpa de ese chaval.

—¡Una botella! —se acercó a la acera de enfrente y cogió un recipiente transparente.— Parece vodka negro —declaró Rayita mientras nos miraba inquisitivamente.

—Ni hablar, no vamos a beber de ahí, podría tener cualquier cosa—intentó persuadirla Pablo.

—Ssshhh —le calló Finn mientras le arrebataba la botella a la peliverde para echar un trago.

—¿¡Qué haces!? Es peligroso.

—YOLO.

—¿Qué?

—You only live once. Disfruta de la vida, Pablo.

Finn me pasó la botella e, inconscientemente, eché un trago. Esa mierda sabía realmente bien... Debía notárseme la expresión de placer en la cara, porque al momento Rayita me arrebató mi recién obtenido tesoro y se lo acercó a la boca. Curvó sus labios en un gesto de aprobación.

—Estáis locos... —murmuró Pablo— Deberíamos volver a la mierda, osea la cárcel.

—Quizá...

Comenzamos a caminar de vuelta a mi propio infierno, en ese momento recordé algo que había pasado todo este tiempo por alto: una habitación plagada de sonrisas rojas.

—¿Puedo haceros una pregunta?

—No —respondió tajante la pelo-mocos.

Probablemente leyó mi expresión de desconcierto, por lo que se apresuró a explicar entre carcajadas que era sólo una broma.

—Puedes preguntar lo que quieras.

—¿No se celebra Halloween en el centro?

—No, no se celebra nada —respondió Finn desganado mientras volvía a beber de la botella.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 24, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Él: mi perdición (Dean Ambrose fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora