La profesora de mates seguía intentando explicar sin conseguirlo del todo. Mi mente estaba en todo menos en trigonometría, y supuse, por las posturas de mis compañeros que ellos tampoco tenían mucho interés. Le pregunté a mi compañera cuánto quedaba de clase. Ella asintió, totalmente perdida, así que saqué el horario de mi mochila. Ocho minutos. Seguramente los más largos de mi vida. Se escuchó un suspiro largo. Seis minutos. Alguien de las primeras filas tosió. Cuatro minutos. Se cayó un boli por atrás. Dos minutos. La gente empezó a recoger. Sonó la campana anunciando el esperado final de la clase, y la profesora dejó de intentar explicar para pasar a intentar hacerse oír por encima del murmullo general. Mandó volver a sentarse. Todos nos sentamos pensando un par de insultos. Mandó deberes, y dos segundos después estábamos todos fuera. Tres minutos de patio a la basura. Malditas mates. Busqué a mi mejor amiga en la multitud y cuando la encontré salimos a la plaza de enfrente del instituto. Nos encontramos con su hermano, como siempre, pero esta vez iba con otros tres amigos. Dos de ellos me eran familiares.
- ¿Quién es él?
- Es un amigo de Inglaterra, no habla mucho español - uno de los chicos señaló al más apartado de los cuatro, y el más mono, todo sea dicho. Rubio, ojos color miel, sonrisa tímida, rizos despeinados... Le sonreí de vuelta y automáticamente mi amiga y yo cambiamos al inglés, los chicos eran muy vergonzosos para eso.
Nos pasamos los veinte minutos siguientes hablando y sonriéndonos. Cuando la campana sonó, fuimos todos hacia el instituto, el inglés y yo cerrando la marcha. Él empezó a bajar el ritmo y yo le seguí para no dejarle solo. Poco después nos paramos del todo. Se giró hacia mí y me miró intensamente, sus ojos color miel escaneando cada centímetro de los míos. Mis mejillas se sonrojaron. Él dio un paso había delante, y pegó su nariz a la mía.
- Eres preciosa - el hecho de que lo dijera en español con su acento inglés me derritió. Sonrió mirándome a los ojos, puso su mano en mi cintura y yo subí la mía a su pelo. Nuestras bocas tardaron dos preciosos segundos en pegarse y buscarse mutuamente. Suspiré en sus labios, y deseé que el beso durase tanto como la clase de Matemáticas.
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ChillOut&Read
Cerita PendekUna buena taza de algún líquido humeante pega de maravilla con microrrelatos. Cuidado que puedes encontrarte con una depresión entre mis páginas