Capitulo 25 Maraton 3/7

301 38 9
                                    

Tragué saliva tratando de asimilar la situación, hasta que al fin él se dio cuenta de mi presencia para quedar con cara de terror al instante.
-¡Mierda Mellark! ¡Qué Haces con eso!-
Su expresión no cambió, y ahora yo debía actuar por instinto rápidamente.
-¡¿Qué haces con esto?!- grité mientras alcancé a quitarle la carta y me dí cuenta de que no era una carta, sino sólo el papel, es decir, la carta estaba abierta y él la había leído.
-Esto es mío idiota!- Dije llamando la atención de más de alguna persona, mientras recogía la gorra y la sostenía junto con mi carta -¡No quiero verte más! ¿oiste?-
Luego, desaparecí corriendo como una tonta a casa...

"Querida Kat:
Lo siento. Mi intención no es molestarme contigo, no quiero eso por nada del mundo, y, pues, me duele saber que tienes la razón... Kat, aún estoy a tiempo contigo.
Se que tu has sido conmigo completamente sincera, tu eres lo único real en mi vida Kat, yo... yo soy una total mentira.
¿Quieres saber qué hay de nuevo en mi vida? Darme cuenta de que estoy enamorado de mi mejor amiga y saber que no la merezco.
Kat, tú eres mi mejor amiga. Mi única fuerza y duele saber que soy un total fiasco... ¡Todo está mal!
Ya no puedo con esto. Necesito que me conozcas, necesito saber que si me odias, me lo dirás a la cara. Y no tengo idea de cómo podré yo mirarte a los ojos, porque sólo soy un hipócrita, otro idiota que se cruzó en tu camino.
A Pesar de ello te sigo queriendo, y ruego a los cielos que puedas perdonarme, porque no pido que te pongas en mis zapatos, sólo quise ponerme en los tuyos para asegurarme de lo torpe que soy.
Eres perfecta Kat quiero que no odies este árbol, sólo guarda los buenos recuerdos...por esto creo que juntarnos en otros lugar, la laguna, es quizás mejor.
Te quiero mucho Kat, Eso no lo olvides
Peeta"

Y esta era mi realidad... había caído en cuenta de toda esta situación.
Con esa carta había comprendido todo. Me había percatado de lo torpe que había sido todo este tiempo... y de lo inocente y estúpida que había llegado a ser.
¿Cómo no me había dado cuenta antes?¿en el momento en que ví al chico llamado igual a mi amigo comiendo chocolates que sólo él y yo compartíamos? ¿en el momento que ví al chico pálido al pronunciar mi nombre? ¿Cuándo recordó mi nombre cuando sólo era otra chica más? ¿Cuándo me encontró en un árbol y al día siguiente me escribió que había sido sencillo encontrar lo que buscaba? ¿O simplemente cuando lo ví con mi carta y su gorra?
Todo fue claro desde siempre.
Pero todo ello no me ayudó a dejar el llanto. Había llorado unos 45 minutos aun con aquella carta en las manos. No necesitaba verlo, ya sabía lo necesario. Ya sabía que mi Peeta no era mas que Peeta Mellark.

Solo Una CartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora