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Como prometí, hemos llegado a 150 seguidores en INKITT, así que subiré esta historia aquí. Un capítulo por día, como siempre.

Y si alcanzo los 500 seguidores en Inkitt, subiré en esa aplicación una historia inédita.

Mientras tanto, disfrutad de La justa!
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-Esto es humillante, padre.

Lady Annabelle hervía de rabia e impotencia. Paseaba su esbelto cuerpo por el pequeño cuarto como un animal enjaulado. Sus manos en sus caderas, completamente blancas por el esfuerzo de mantenerlas en aquel lugar. Desearía mil veces más golpear a su padre con ellas.

Era una mujer alta, para la media, pero su bien cincelado cuerpo no carecía de gracia. Y poseía un hermoso rostro, enmarcado por su brillante pelo dorado. Había provocado suspiros entre los hombres pero no los suficientes como para caer rendidos a sus pies. Y su padre empezaba a impacientarse. Iba a cumplir veintiún años y ningún hombre parecía querer cortejarla. Claro que ella no se lo ponía fácil. Permanecía tan inaccesible como podía. Por ese motivo, su padre había tomado cartas en el asunto.

-Yo creo que es bastante razonable, Belle.

-¿Razonable? - se enfrentó a él con los ojos llenos de furia - ¿Permitir que un bruto y zafio caballero me despose sólo porque ha ganado unas estúpidas justas?

-Para ganar no sólo se necesita fuerza, hija. El vencedor será un estupendo esposo para ti. Estarás segura y protegida con él.

-¡Sandeces! - volvió a pasearse - No lo permitiré. Es... Es... Degradante, ultrajante, bochornoso, deshonroso, despreciable, indecente, vergonzoso...

-Ya basta, Annabelle. No hay nada que puedas decir que me haga cambiar de opinión.

-¿Y mi opinión no cuenta?

-No.

-Anticuado, vil, ruin...

-He dicho que basta - lo había enfurecido más allá de lo imposible.

-No me quedaré de brazos cruzados mientras esos brutos se pelean por mi mano. Cualquiera podría vencer las justas. Sólo hace falta ser astuto. Eso no prueba que puedan defenderme como esperáis.

-¿Acaso estás insinuando que un hombre podría vencer sólo con su ingenio? Tu juicio está nublado, hija. Nadie podría.

-Conozco a alguien que sí lo haría - una idea comenzó a formarse en su cabeza - Y no es ni alto, ni fuerte, ni estúpido, pero ridiculizaría a cualquiera de vuestros hombres.

-¿Y dónde está ese caballero?

-No es un caballero, padre. Pero vencería a cualquiera de los vuestros incluso con los ojos cerrados - tal vez estaba exagerando demasiado pero ya no había vuelta atrás. La desesperación la había hecho hablar y ahora no podía retractarse.

-Vale, Belle - se cruzó de brazos - Si tan segura estás de eso, hazlo llamar. Que pelee por ti. Y si vence, como veo que lo tienes en tan alta estima, le permitiré desposarte.

-No, padre. Jamás haría tal cosa. Pero si vence, me permitiréis escoger esposo.

-¿Qué? Imposible.

-Tan imposible como que venza las justas alguien de mi elección, ¿no? Si tan seguro estáis de que nadie puede con vuestros caballeros, no deberíais tener problemas en aceptar mi trato, padre - lo desafió.

-Está bien - le concedió después de pensar en ello - Si logras que tu caballero...

-No es un caballero - lo interrumpió.

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