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Aquella misma tarde tuvo lugar la segunda de las pruebas: la sortija. Que consistía en alcanzar unas anillas colgantes con la lanza, mientras galopaban con rapidez sobre sus monturas. Para ello, se habían dispuesto a lo largo del recorrido una docena de aros colocados a distinta altura para dificultar todavía más su captura. Era una prueba que requería rapidez, habilidad y puntería. Nada que Catriona no tuviese.

Se realizarían varias rondas eliminatorias hasta que sólo quedase un vencedor. Según la pericia de los concursantes, podía alargarse durante horas. Por ese motivo había sido convocada para la tarde, como única actividad. Si, por cualquier motivo se acortaba demasiado, podrían tomarse el resto del día de descanso o para entrenar. Las demás pruebas se realizarían a lo largo de los tres siguientes días.

El Jinete Negro apareció en el último momento, justo antes de que las trompetas anunciasen el inicio de la prueba. Catriona respiraba dificultosamente bajo su armadura. Apenas había tenido tiempo para cambiarse. Sólo la pericia de Annabelle había logrado entretener a su madre lo suficiente como para permitirle escabullirse sin ser detectada. A pesar del riesgo, estaba disfrutando de todo aquello.

De nuevo, uno a uno, demostraron sus habilidades en el terreno de juego. No era una tarea fácil pero la mayoría logró atrapar bastantes anillas. Tan sólo Alec, Caelan y ella habían hecho pleno en aquella primera ronda.

Tras el recuento, Aaron y Ashton se retiraron del campo de juego para observar la lucha de sus compañeros. A pesar de haber capturado bastantes anillas, no habían sido suficientes para continuar concursando.

En la segunda ronda, la competición se volvió más intensa. Ninguno quería ser excluido del juego. En aquella ocasión, ninguno de los participantes logró apresar todas las anillas. Si bien, Gyles y Darell tuvieron que retirarse tras el recuento.

-Vamos, Dìleas - Catriona susurraba al oído de su amigo mientras él cabeceaba impaciente - podemos lograrlo. Ya sólo quedamos cuatro.

Bryce y Alec fueron los siguientes en caer. La diferencia había sido mínima entre ellos pero alguno debía sucumbir. Ya sólo quedaban Caelan y el Jinete Negro para la ronda final.

Catriona hubiese preferido que fuese cualquier otro. Sus ya de por si delicados nervios tras las rondas eliminatorias se crisparon al sentir su presencia junto a ella. Aquel hombre exudaba sensualidad por todos los poros de su bronceada piel. Trató de calmar a su agitado corazón mirando en cualquier dirección menos hacia él. Sabía que la competición era en parte culpable de que latiera tan deprisa pero Caelan tenía la maldita costumbre de perturbar sus sentidos de la manera más irritante.

-Vos primero, Jinete - pronunció el apelativo con ironía - ¿Qué clase de nombre es Jinete Negro?

-Eso ya me lo han preguntado antes - desfiguró su voz bajo el yelmo antes de morderse el labio. No debería responder ante sus pullas. Era peligroso.

Con un movimiento apenas perceptible, espoleó a Dìleas para colocarse en la línea de salida. Ignoró la risa del caballero y se concentró en la prueba. Debía capturar todas las anillas si quería vencer. No había más opciones. Si al menos hubiese salido de última, podría haberse conformado con conseguir una más que su oponente. Pero no sería posible.

-Dìleas.

No necesitó decir nada más. El caballo se levantó en sus cuartos traseros un momento y salió al galope al siguiente. El público enmudeció ante el espectáculo. Cuando alcanzó el primer aro, un rugido en las tablas la animó a ir más rápido.

Las anillas estaban colocadas en las ramas más sobresalientes de varios árboles diseminados en la pista, lo que dificultaba la tarea de arrancarlas. No sólo debían buscarlas y engancharlas en la punta de la lanza, sino que tenían que esquivar otras ramas que se interponían en su camino e incluso árboles enteros.

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