-Esta noche permitidme compartir un trago con vos, Jinete - le dijo antes de separarse - Es lo menos que puedo hacer por vuestra lealtad y devoción hacia lady Annabelle. Y su causa.
Es decir, por él, pensó Catriona. Pero no podría hacerlo. No, sin delatarse. Para compartir un trago tendría que quitarse el almófar y revelar su auténtica identidad. Algo que no estaba dispuesta a hacer.
-Yo no bebo - le dijo - Ni como.
Añadió. Aunque aquella afirmación era de lo más ridícula. Un hombre tenía que alimentarse para no morir de inanición. Tal vez pudiese iniciar un rumor de que era algo así como el fantasma de un caballero muerto que había venido a salvar a una hermosa doncella de un futuro siniestro. Le gustó la idea aunque la desechó por absurda.
-No me extrañaría que así fuese - rió también Bryce - Está bien, entonces. Tal vez después del torneo.
Catriona se encogió de hombros y continuó su camino. Cuando supo que nadie la seguía, regresó al lago. Estaba cansada y dolorida pero todavía le quedaba una larga noche por delante. En algún momento caería al suelo agotada, pensó. Sólo esperaba que no fuese antes de terminar el torneo.
-Cata - Annabelle la abordó nada más llegar al castillo - ¿Has visto? Bryce venció esta vez. Estoy tan emocionada.
-Quedan tres pruebas - le sonrió - Igual no me necesitáis después de todo, Belle.
-No me creas tan ilusa, Cata. Pero quizá esta victoria le ayude a salvar su orgullo cuando lo elija a él como esposo.
-Si consigo ganar - frunció el ceño - Cada vez me siento más insegura con respecto a esto. Las tres pruebas que quedan... será difícil que supere alguna de ellas.
-Tienes que hacerlo, Cata. Confío en ti.-¿Y si no puedo?
-Entonces tendré que resignarme - su voz sonaba estrangulada por la pena - Pero ya pensaremos en eso otro día. Hoy voy a celebrar la victoria de Bryce.
-¿Fuisteis vos quien le contó a sir Fitzroy la historia de cómo nos conocimos? - no dejaría escapar la oportunidad ahora que se le había presentado.
-Puede - se mordió el labio inferior, delatándose - ¿Te dijo algo?
-Puede - le sonrió.
Después de todo, no podía enfadarse con ella aunque lo mereciera. Era su única amiga. La única en quien podía confiar. Annabelle la abrazó, había cierta súplica en su gesto. Para que la perdonase, supuso. Y así lo hizo.
Después de la copiosa cena, Lance se le acercó de nuevo. El brillo en su mirada no presagiaba nada bueno. Suspiró antes de que la alcanzase.
-Buenas noches, Lance - le sonrió.
-Buenas noches, Cata. No pude encontrarte en todo el día - la miró severo - otra vez.
-Igual es que estaba escondiéndome de ti - bromeó.
-¿Por qué?
-Era broma, Lance.
-Creí que tal vez era por sir Fitzroy - se aventuró a decir, con un ligero sonrojo que le llegó a las orejas - Vi cómo te llevaba con él detrás del castillo anoche.
-¿Nos has estado espiando, Lance? - negó con la cabeza a modo de sermón - Muy mal, muchachito.
-Pero...
-No te preocupes por eso, Lance. Le dejé bien claro que no estoy interesada en nada que pueda ofrecerme.
-Bien - sonrió, satisfecho.
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La Justa
Historical FictionEn un mundo donde la espada manda, los hombres deciden sobre todo y las mujeres no son tomadas en cuenta, dos jóvenes se rebelarán. Cuando el padre de Annabella pretende desposarla con el caballero que gane una justa organizada a tal efecto, ésta le...