Le dio una última calada al cigarrillo y lo tiró al suelo. La casa ya estaba llena a rebosar de todos sus vecinos que habían querido venir al funeral de su hermano. En cuanto había podido se había escapado de allí, tanta gente le agobiaba, sobre todo cuando no paraban de cuchichear mirándole de soslayo y con pena. Aarón sentía que no podía aguantar sus ganas de callarles a base de golpes. Hablaban de su hermano fallecido, de cómo se había vuelto loco con los años buscando seres fantásticos por el mar, ¡y lo hacían en medio de su funeral, en su propia casa!
Su madre le llamaba desde el interior, pero decidió hacer oídos sordos y salió corriendo de allí. Tras varios minutos, Aarón se dio cuenta de que sus pies le llevaban a la playa, al lugar donde encontraron a Marcos tras haberse ahogado en el mar. En cuanto llegó a la orilla se derrumbó, ¿cómo podía ser que su hermano pequeño hubiera hecho semejante estupidez? ¿Por qué no le había acompañado cuando se lo pidió? Él era su hermano mayor, tendría que haber cuidado de Marcos.
Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, no habría podido retenerlas por mucho más tiempo. Las manos le temblaban y las piernas no le mantendrían en pie mucho más, se dejó caer sobre la arena sollozando y agradeció por primera vez en toda la tarde que todo el pueblo estuviera en su casa, así nadie le vería en ese estado tan lamentable.
Cuando se quiso dar cuenta, el sol ya se estaba poniendo y las lágrimas ya habían dejado de mojar sus mejillas desde hacía tiempo. Mientras se levantaba, tuvo la sensación de que alguien le observaba, escudriñó la playa en busca del intruso pero allí no había nadie, por lo que regresó a casa rápidamente; ese picor en la nuca que se siente cuando alguien te observa no había disminuido. Sentía que se estaba volviendo loco, paranoico, que la muerte de su hermano le estaba afectando demasiado.
Cuando llegó a casa, su madre estaba sentada en el sillón con la mirada perdida en la televisión apagada, como hacía desde la muerte de Marcos; seguro que ni se había dado cuenta de que había llegado. Suspiró y le echó una manta por encima, pues estaba empezando a refrescar. Le pareció ver un destello de gratitud en la mirada de la mujer pero pensó que lo había imaginado y se dirigió a su habitación, había sido un día muy largo y estaba agotado.
Sin darse apenas cuenta, se quedó dormido mirando al techo y culpándose de no haber querido acompañar a su hermano la última vez que le vió.
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Sumergido
Teen Fiction¿Qué sentirías si tu hermano de quince años se hubiera ahogado buscando una sirena? Aaron se cuestionaría la existencia de estos seres, a pesar de haberse reído de la obsesión de su hermano toda su vida. ¿Y si descubriera que tenía razón después de...