Capítulo 2

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Dio otra vuelta en la cama y se encogió sobre sí mismo de nuevo. Apenas había dormido media hora y el sentimiento de culpabilidad le había despertado, no podía hacer nada sin acordarse de su hermano.

Un golpe le despertó de su ensimismamiento y le hizo levantarse de la cama mosqueado.

Al pasar por el pasillo, de forma inconsciente busco la luz bajo la puerta de la habitación de su hermano; pero Marcos no estaba allí, y la luz tampoco. Abrió la puerta cuidadosamente, como temiendo molestar al fantasma de su hermano mientras estudiaba todos esos libros de frikis que solía acumular por toda la habitación. La opresión que sentía en el pecho le hizo cerrar la puerta de un portazo y regresar por donde había venido.

Un nuevo sonido le hizo recordar por qué se había levantado, pero, esta vez, el ruido provenía de su ventana. Se asomó por la ventana extrañado, no esperaba visitas a las doce de la noche.

De repente, una piedra impactó en su frente. Con un pequeño grito de dolor, se armó con su zapato y bajó corriendo a la planta baja, a la puerta y al jardín trasero, donde se encontró con la sombra culpable del enorme chichón que tendrá al día siguiente.

- ¡Aaron!

Escuchar su voz hizo que la tensión acumulada en su cuerpo por el miedo desapareciera de golpe, esa voz familiar que tantas veces había escuchado le hace recordar de nuevo a Marcos y de las tantas veces que habían estado los tres en la playa y jugando en el jardín.

- ¡Aaron, reacciona! - le dijo mientras sacudía la mano delante de la cara del muchacho.

- ¡Adri! ¡Qué susto me has dado! ¡Pensé que un asesino en serie venía a matarme para descuartizarme y enterrarme en su jardín trasero!

- Oh, vamos, no seas exagerado.

- ¿¡Que no sea exagerado!? ¡Casi me abres un agujero en la cabeza con ese pedrusco!

Adriana rodó los ojos suspirando ante la dramatización de Aaron, éste se sentó derrotado en las escaleras de la entrada de la casa, desde allí se veía perfectamente el mar. Se pasó la mano por la cabeza desordenándose el pelo que le cubría los ojos, Adriana le conocía tan bien que supo que necesitaba desahogarse con alguien.

Se instaló un silencio incomodo entre ambos, la chica esperaba que Aaron tomara la iniciativa, pero la impaciencia pudo con ella,  sacó un par de cigarrillos de su bolsillo y le tendió uno.

- Está bien... la verdad es que no soporto ver que la habitación de Marcos está vacía, que no van a aparecer más libros de mitología y ciencia en la mesa del salón, que no va a darme la chapa todos los días con la misma historia...- Soltó tras la tercera calada. Su tono de voz fue disminuyendo hasta que se quedó en silencio. Se levantó de un salto de las escaleras y tiró el cigarrillo, pisándolo con fuerza y rabia.

Adriana se secó la lágrima traicionera que se le había escapado sin previo aviso, no soportaba verle sufrir, le quería demasiado. Le rodeó la cintura, dándole un beso en el hombro, ella sabía que eso le tranquilizaba y, tras varios minutos, la respiración de Aaron se normalizó.

Aaron se giró y le dio un beso tierno y cargado de agradecimiento, a lo que ella respondió rodeándole el cuello con los brazos y profundizando el beso.

- Gracias, siempre sabes lo que necesito.

- Por eso mismo estoy aquí. - Ella sonrió con ternura al ver que tenía razón, le conocía mejor que nadie e incluso que él mismo - He venido en cuanto me he enterado de lo sucedido. ¡Podrías haberme llamado!

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⏰ Última actualización: Dec 18, 2016 ⏰

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