II

15 0 0
                                    

Me dirigí hacia el desierto, tomé la ruta más larga pero con más vegetación, necesitaba algo que me inspirará frescura y me despejara para poder lograr mi cometido;
subí el volumen de la radio, una canción en un idioma desconocido me cautivo con la melodía y el bajo retumbaba de tal manera que mis pies querían perseguir su ritmo.

Estacioné cerca de la carretera, en un lugar que mi mente después de tanto calor pudiera recordar, bajé del auto y se me arrugó la nariz al recordar que no traía conmigo la mochila rosa en donde guardaba la botella con agua helada y la toalla que me recibiría después de una ardua caminata, dude unos segundos si continuar o devolverme pero estaba tan animada y tan decidía que opte por lo primero.

El grupo de exploradores no había llegado, éramos sólo el desierto y yo, ese espacio con vegetacion desolada y arena amarillenta en donde habían creado un camino por el cual se podia transitar, a los costados se levantaban cactus enormes los mas grandes que vi en mi vida , con sus formas abstractas y poco amigables, y a lo lejos la montaña de tierra, mi montaña; ya era el momento de iniciar, di  un paso y sentí como la adrenalina quería  hacer camino por sí sola, seguí caminando, ya había dejado a mi auto deportivo a unos kilómetros.

No podía explicarlo, sentía que escapaba , pero no de miedo, solo corría, derecho izquierdo uno dos uno dos, arranqué, ya no sentía el viento,  era como si corrieramos  a la par, el calor dejo de importarme había algo más, yo quería esa montaña y lo iba a conseguir, izquierdo derecho respiro por la nariz expulsó por la boca, libertad eso era lo que sentía ¿por que? ¿No la tenía ya? Quería explotar, acelerar más, tanto que si un policía me viera tendría  que infracciónarme...
un momento ¿y esa luz azul?

Me dentengo,  trato de cotrolar mi respiración y antes de que  pueda girar para ver que ocurre,  una voz robotizada me dice:
-Alto señorita
Giro rápidamente pero el sol hace todo blanco e irreconocible
-Le he dicho alto -vuelve a hablar el robot con un poco más de intensión.

Camino hacia lo que me está llamando, al acercarme observó la silueta de un hombre, alto y musculoso de tez oscura que sostiene un megáfono en la mano acompañado de una placa de policía en su pecho.

-Oficial ¿sucede algo?- grito con lo que tengo de aliento
- Es zona restringida- dice apartando el megáfono de la boca.
- Claro que no - tomo aire para poder hablar mas fuerte - hace mucho que vengo a este lugar con un grupo de exploradores...-se me seca la garganta y no puedo continuar
-Ya le he dicho es zona restringida. ¿nombre?
hago el intento por aclararme la garganta -Abell, pero esto es un error...- alcanzo a responder.
-Acompañeme- dice ignorando lo que le respondí.

Me entrega una hoja de papel rosa salmón con una multa para mi auto
-No se puede estacionar en una ruta señorita- aclara
-¿No se puede? Nunca había venido con mi auto es la primer vez oficial esto no volverá a ocurrir - era zona restringida para mi auto, no para mi, me tranquilizo.
-Estoy seguro de eso ¿ quiere llevar el auto por su cuenta o llamo a la grúa?- pregunta el oficial.  
-Pero no es para tanto ya tengo mi advertencia y prometo pagar hasta el último centavo, mi auto no va a ir a ninguna parte - gruñí sintiendo como la adrenalina subía de nuevo.
-Su auto está mal estacionad, tiene una opción: sacarlo de aquí directamente a los patios de autos retenidos, es peligroso y puede ocasionar un accidente...- el oficial fue interrumpido por un chillido de neumáticos en el asfalto y un sonido de vidrios rotos nos saco de aquel momento de tensión.

Salí corriendo hacia la ruta y vi la abolladura en la puerta del lado izquierdo de mi auto. A unos metros un lindo auto blanco retrocediendo con la luz delantera rota.

Giré rápidamente para verle la cara al insensible y despistado conductor que se había llevado mi deportivo por delante.

Unos converse negros se apollaron en el asfalto, se cerró la puerta del imponente Ranger Rover dejando ver a un chico de unos 26 años, caminaba hacia a mi con unas gafas oscuras que lo hacían ver serio, no logró acercarse mucho cuando le grité:
-¡inepto! Te has llevado mi auto por delante.
El chico me ignoró y siguió su camino; intercambió algunas palabras con el policía y ambos me miraban sin disimular que yo era el tema en discusión, señalaban el auto y me señalaban a mi; en un momento el policía saco su libreta salmón rosa y el chico del Ranger Rove le pidió que la guardara, ahora se dirigía hacia mi.

No Encuentro La SalidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora