Capítulo 8

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Los personajes no me pertenecen!

Pasado

Tratando de no cerrar del todo sus ojos Ichigo intentó fijar su vista entre la luz blanca que iluminó el lugar. Trato de encontrarla a ella en medio y logró divisar su silueta envuelta en un reiatsu casi parecido al suyo en poder y fácil de reconocer.

Mas la luz era demasiado intensa, y un azotador viento helado lo obligó a cerrar los ojos de nuevo.

Cuando volvió a abrirlos se encontraba sentado en un sofá en un lugar que no reconocía. Era grande, pero acogedor, cálido, y cómodo.

No había escuchado la molesta voz de la espada hace tiempo pero algo le decía que esto era lo último que vería, lo último que le mostraría antes de que él le mencionara su decisión. Con esto en mente se levantó y ya que era de noche estaba oscuro pero no quiso prender ninguna luz, tan solo caminó tranquilo, sintiéndose en casa de alguna forma.

Había un gran ventanal que daba a un patio y cerca de este un estante con varias fotografías enmarcadas de diferentes maneras. Ichigo se acercó y comenzó a verlas en orden.

La primera tenía un marco sencillo y en él se encontraba el mismo y Rukia al parecer en algún parque. Ambos sonreían mientras Ichigo tenía abrazada a la chica por la cintura por detrás y su mentón arrimado en su hombro. Noto que se veían jóvenes, como si la foto hubiera sido tomada con ellos aún en el colegio, poco después de todo lo que estaba ocurriendo en el mundo de verdad.

El siguiente era un marco más elegante, en realidad era el más elegante del resto y en el estaban igualmente ambos solo que con trajes de shinigami, ella con el cabello corto e Ichigo con su nuevo traje después de los fullbringers. Se estaban besando. No se veían sus rostros pero ella tenía sus brazos alrededor de su cuello todavía sosteniendo a Sode en su forma liberada. Él la abrazaba de la cintura y con la otra sostenía a Zangetsu. De fondo les acompañaba un perfecto cielo azul.

El shinigami se detuvo un rato en esa imagen. Algo que no ocurriría, algo que hubiera ocurrido.

Cómo sería el besarla.

En el retrato que venía a continuación estaban sus dos hermanas y Rukia en medio, las tres abrazándose sonriendo a la cámara. Las gemelas querían a la shinigami e Ichigo lo sabía aún antes de verlo reflejado en esa fotografía. Sonrió levemente al ver a sus pequeñas hermanas más crecidas pero todavía manifestado en sus rostros las personalidades que el tan bien conocía.

Suspiró pasando una mano por su cabellera que al parecer era más abundante en ese momento.

Éste era su futuro con Rukia...

Un leve reiatsu se acercó tras él e Ichigo se dio la vuelta sin terminar de ver el resto de fotografías esperando encontrar a la shinigami, verla de nuevo, mas ahogó un jadeo cuando vio a la personita que había llegado.

-Otousan? - el shinigami sin pensarlo se agachó para tomar en sus brazos a la pequeña levantándola para admirarla de cerca.

Era hermosa, era perfecta... era suya... suya y de Rukia.

En su mente calculó que tenía alrededor de tres o cuatro años. Era pequeña y fina, su piel blanca, su cabello un poco ondulado con un riso en su frente al que Ichigo reconoció inmediatamente, pero el color de su cabello, oh eso era suyo, un brillante naranja que iluminaba su pequeño rostro todavía más.

Estudiando sus facciones el joven Kurosaki podía jurar que vio incluso algo de su propio padre allí. Era una combinación de toda su familia, incluso la ondulación de su cabello le recordaba a su propia mamá, pero al detenerse en sus ojos Ichigo solo vio a la shinigami que tanto conocía.

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