Uno

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Nunca me agradaron los viernes. Es decir, sí, era fin de semana, pero eso solo significaba que tendríamos que ir de visita a lo de la tía Carolina. No es que sea mala mujer; supongo que es buena madre y vecina, aunque su constante ceño fruncido y los comentarios despectivos que lanzaba sobre todo me producían un desprecio mínimo pero suficiente para detestar viajar dos horas para visitarla. Sin embargo, hubo un viernes distinto. Ese viernes que cambió la situación, el viernes en que la encontré.

Detrás de la casa de Carolina hay un bosque pequeño y oscuro. No importa que haga un sol terrible ese día, dentro de él la oscuridad reina sus dominios a toda hora. La familia había comenzado a hablar sobre la juventud perdida, la educación precaria, los ladrones en crecimiento que, por obviedad, eran todos negros; así que, aprovechando la acalorada discusión que me garantizaba la distracción de todos los participantes, me meto por los troncos de árboles y camino el largo sendero entre la oscuridad que sé que conduce a un pequeñísimo lago sucio y rodeado por residuos. No me encuentro con ánimos de empezar a levantar la basura de los adolescentes que pasan allí sus juergas diarias, por lo que tomo un camino distinto por primera vez. Un camino desolado, incluso más que el resto del bosque. El sol desparece por completo allí y, curioso de descubrir el final, saco el teléfono y alumbro con él.

El final no es nada interesante, simplemente lleva al jardín trasero de otra casa. Suspiro, decepcionado, y tomo asiento allí para descansar un poco. De no habérseme caído el teléfono y escuchado el sonido retumbante que éste provoca al tocar la tierra, jamás la habría descubierto.

Toco allí mismo con los nudillos y el mismo sonido llega hasta mis oídos.

— ¿Qué mierda...? —susurro, comenzando a correr la tierra con los dedos en garras.

Cuando saco la caja de metal grande enterrada no a mucha profundidad, tengo las uñas negras y sucias.

La abro lentamente, con los ojos cubiertos en expectación. No sé qué esperaba encontrarme; quizá un arma nuclear, un secreto de estado o algo por el estilo. Pero lo que hay allí me deja más estupefacto que si se hubiera tratado de una bomba a punto de estallar.

No sé muy bien qué tomar primero de la caja, así que me decido por la cassettera viejísima colocada encima de todo lo demás. Mi abuela tenía una. Recuerdo que se pasaba la tarde intentando enseñarme a usarla para que no sea uno de los jovencitos esos que olvidaba todo sobre el pasado y concentraba su vida en las nuevas tecnologías, como los cds o los dvds. Debido a eso, sé cuál botón apretar y cuál no. Ya hay un cassette colocado dentro, así que, guiado por una curiosidad infinita y cada vez más grande, aprieto el botón correcto para reproducirlo.

"Hola, extraño. Si estas escuchando esto es porque sabes cómo usar una jodida cassettera y la humanidad no está perdida aún"

Una voz potente, entre gruesa y aguda y algo rasposa llena el vacío del silencioso bosque. Mi corazón comienza a latir irrefrenablemente por el interés de lo sucedido, aunque no tengo mucho tiempo para analizar las palabras de la chica ya que ella sigue hablando y mis pensamientos son puestos a un lado para asentar toda mi atención en ella.

"Mi nombre es Amanda, y tú y yo jugaremos a un juego. No sé si eres mujer u hombre, por lo que te llamaré, de ahora en adelante, extraño. Si no quieres hacerlo, te pido el favor de dejar la cassettera en la caja y volverla a enterrar. Adiós, en el caso de que te vayas.

...Si sigues escuchando, bien, te comunicaré las reglas de esto. Esta caja contiene mi vida entera y las grabaciones que haré siempre que me apetezca. Yo tampoco sé cómo acaba mi historia ni qué contendrá el último cassete que oirás, así que ¿qué tal si lo descubrimos juntos?"

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N/A: La historia corta conlleva a, por supuesto, capítulos cortos, y esa última parte me cuesta bastante jajajaja Pero bueno, creo que no hice tan mal trabajo, ¿no? No es taaaan largo. Está bien, creo yo.

Espero les guste. Si leen esto, infinitas gracias por darle una oportunidad a esta historia. Dije que iba a subir un capítulo hace unos días, pero no pude por la universidad. Pero adivinen qué, ¡YA TERMINÉ EL SEMESTREEE! Y estoy super emocionada con trabajar en Amanda y en todas las otras historias que hace siglos no actualizo. Sí, damas y caballeros, ¡Saraí Pérez se va a poner las pilas!


 


 

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