El viento me roza los brazos y danza junto a mis cabellos. Los árboles a mi alrededor toman un aspecto lúgubre gracias a la oscuridad que los rodea. Puedo notar por los pequeñísimos espacios libres entre las ramas que las estrellas ya se han apoderado del cielo y una eterna noche me hace compañía. Lo único que se oye entre tanto silencio terrorífico son las hojas bailar con la brisa, y su voz. La he estado escuchando desde la tarde, horas atrás. Cada cassette lleva aproximadamente diez relatos sobre ella, yo ya poseo cuatro pedazos de su alma grabadas en la cabeza.
"Había un vecino nuestro, el señor Ventura. Tenía como unos cuarenta años, pero en su rostro sólo se pintaban los veinte. Llevaba los ojos del color del brillo y su mejor ropa era su sonrisa. Deberías haberla visto, extraño, era de la marca más anhelada. Casi nadie la consigue hoy en día, era enooooooorme" Me comenta su alma en el quinto trozo. Alarga exageradamente la letra "o" en la última palabra y no puedo evitar sonreír un poco. Suena como una niña pequeña hablando del mejor juguete que posee otro niño y ella quiere con todas sus fuerzas. "Siempre que pasaba por delante de su casa lo veía correteando por ahí con su pequeño muchacho, o simplemente sentado en su jardín delantero mirando a los demás pasar. Más de una vez me había mirado a mí, y yo me detenía en su vereda y le devolvía la mirada. Es raro, pero creo que era uno de los mejores momentos que tenía en el día. Yo no tengo ese brillo, yo no tengo esa sonrisa, pero por unos minutos podía sentir que me los prestaba. Luego se los devolvía, pero no era lo mismo. El mundo parecía más asfixiante cuando pasaba los límites de su jardín; más certero y horrible. Creo que él lo sabía, porque empezó a quedarse más tiempo dentro de su casa...
Ya no me presta sus preciados tesoros, creo que no se los presta ni a su hijo porque aquel niño parece tan mundano como yo. Tiene los ojos secos y la sonrisa sucia. No me gusta, ni tampoco me agrada el hecho de que no me guste."
Se detiene un poco, toma aire y lo vuelve a soltar. Cuando habla otra vez, su voz suena extraña, como contenida y triste al mismo tiempo. La lucha entre los dos extremos se palpa claramente en ella.
"Me parece que desde la muerte de su esposa, el señor Ventura se está ahogando con el resto de nosotros. Gracias a eso, arrastra a su hijo también. Eso no está bien, la gente buena no debería estar en el mismo grupo que nosotros. Yo no conozco más de lo que tengo y me ahogo desde que llegué a un mundo tan vacío que me hizo llorar. Él ha vivido más, ha conocido la felicidad; no está bien sacarle eso a un ser humano, debería estar penado"
Ella no llora ni suelta un pequeño sollozo, pero respira tan alto como el viento que me acompaña.
"Siento que debería hacer algo, ¿sabes? Pero no sé qué. Yo no tengo esa sonrisa que él me prestaba, cuando fui a por ella ya se habían agotado; y el brillo es demasiado caro, mis pobres recursos no pueden costearlo. No tengo nada para ofrecerle, y puedo verlo sofocarse. Ojalá pudiera sacarlo del profundo mar, o a su hijo, pero yo llevo en el fondo del océano hace mucho tiempo. Para la gente como yo, no hay una superficie."
Vuelvo con mi familia, quienes me están esperando desde hace bastante rato. Mi madre me reprocha un poco, mi padre me observa malhumorado, pero yo me limito a bajar los hombros. Ignoro al resto y guardo la enorme caja que llevo en los brazos en mi mochila. No puedo marcharme sin ella, quiero ver si algún día aquella mujer me prestará lo suyo de igual forma que el señor Ventura lo hacía.
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N/A: ¡He vueltoooooooo! Recuperé mi computadora, ¿se acuerdan que hace un tiempo les comenté que se me bloqueó y todas las historias desaparecieron con ella? Bueno, recién hoy puedo tenerla, ¡¡y los capítulos vuelven!! Tenía tantas ganas de volver a Amanda, adoro esta historia con mi corazón.

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Amanda
Teen FictionHubo una vez una chica que grabó su vida en varios cassette y los enterró Hubo una vez un chico que, años después, los encontró.