segunda rebanada

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Kim Jongin estaba en su cocina, su santuario, lanzando ingredientes al azar y ordenando a diestra y a siniestra a sus empleados. La sangre la tenía caliente casi tanto como el horno que estaba peligrosamente cerca de él. Todos los recuerdos de la noche anterior le golpeaban en la mente, y la cara y las muecas de Kyungsoo le hacían afincarse más en su masa, la cual ya estaba pasada de punto de tanta mano que le echó.

Sus empleados comentaban en baja voz su cambio drástico de humor, Jongin, el hombre de las sonrisas con trozos de aceitunas negras en los dientes. Era el rayo de luz de la cocina, de la pizzería entera, y ahora su humor estaba opacado por las expresiones despectivas de Do Kyungsoo alias "Blando ojón de insensible paladar".

Luego de que Sehun se recompuso de su vacío gastronómico, logró quitarle a Kyungsoo de encima porque el muchacho tenía poco tamaño pero bastante fuerza. Le dejó una mordida en el hombro y lo peor era que Jongin no recordaba exactamente en qué momento la había hecho, sólo le dolió una vez que se dio cuenta que la tenía, es decir, esta mañana cuando se miró en el espejo y vio semejante mordisco.

—Ah, no le gustan las pizzas, pero sí morderme —había bufado mientras se echaba su cremita con olor a frutitas cortesía de la farmacia.

Jongin miró la masa de pizza y vio el rostro de Kyungsoo en ella, entonces la golpeó y la golpeó hasta que fue una perdida de ingredientes. Miró el trabajo hecho nada en sus manos, y bufó, ya Kyungsoo estaba calando demasiado en sus pensamientos a tal punto de afectar su trabajo, y eso sí que no, ya suficiente tuvo con que lo insultara descaradamente.

La verdad era que Jongin estaba más molesto por otros factores que el insulto a sus pizzas, aunque no dejaba de molestarle, pero es que también estaba molesto con Sehun porque «Mi hermano es súper lindo y cariñoso, Jongin. ¡Tienes que conocerlo!» y eso, más las fotos donde aparecía con su sonrisa de corazón terminaron de convencerlo de que Kyungsoo era un ángel que el Señor Jesús había enviado a la tierra para hacer su vida más fácil, ¡Pero no! Kyungsoo era el mismísimo demonio que había sido expulsado a la tierra porque ni el diablo lo quería merodeando en sus pailas. Ya saben, cuestión de territorios.

Había sido vilmente estafado y con todo y eso, Sehun tuvo el tupé de decirle «¿No te pareció una monada mi hermanito mayor?» ¡Una jauría de monos con hambre, eso era Kyungsoo!

—¿Que tiene mi bebé bonito y hermoso? ¿Por qué ese pucherito? Digale a papi Lulu lo que pasa.

Jongin no más oyó las palabras azucaradas de su repartidor estrella —y además presidente del club de fans Kaizza Chingus—, se echó a sus brazos importándole poco manchar de harina y especies el atuendo de su hyung.

—¡Hyung! ¡Me dijo cara de cacao!

Jongin estuvo más de una hora sentado en un banco en la parte de atrás de la pizzería desahogando sus penas y diciéndole a los que veían a decirle que debía apurarse de llorar, que se fueran o los iba a despedir. Luhan tenía cara de indignado, es que meterse con su pequeño bebé, su casi hijo el que no había parido pero era como si lo hubiese hecho, era una crimen que se debía pagar con cárcel.

—¿Cómo se le ocurre a ese Myungsoo hablarte de esa forma?

—Hyung, no es Myungsoo es Kyungsoo —corrigió Jongin, con una media sonrisa en los labios—. Y es hermano de Sehun.

—Pues debe ser la oveja negra de la familia —añadió solemne—. Sólo mira a Sehun, él es promedio, y también está ese otro hermano que vive en Ulsan, y ese es un pan de Dios.

—Hyung, el hermano que vive en Ulsan es el mismo demonio del que he estado hablando todo este rato.

—¡Ave María Coreana! —gritó Luhan, llevándose una mano al pecho—, pero Sehun siempre nos dijo que era un amor de persona.

Pizza Love → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora