cuarta rebanada

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Después del fracaso de la pizza con extraños ingredientes que Jongin no quiso recordar nunca más —y por la que pasó horas tratando de ventilar los olores de su cocina— se sentó un minuto a pensar en ciertas cosas. No sólo en pizzas y clientes que se volvían cada vez más extravagantes, Jongin pensó en cierto ojón que tenía la pizza de su vida volteada completamente, con los ingredientes hacia abajo y el sabor perdido, y no es que Jongin todo lo relacionaba con pizzas, entiéndanlo esa era su vida, no sabía hacer analogías que no tuviesen que ver con aceitunas negras y jamón serrano.

Estuvo ocupando la semana entera pensando el motivo por el que estaba tan empecinado en ganarse el paladar de Do Kyungsoo, su mente reusándose a aceptar el hecho de que podía gustarle en serio aquel pequeñín de mente oscura. Luhan había mencionado que podía tratarse de un caso de territorio, es decir, que él estaba siendo tan insistente en conquistar los gustos y realzando su poderío en el imperio de las pizzas que estaba confundiendo todo aquella atención que estaba dándole a Kyungsoo, sin embargo Jongin sabía que cuando se intentaba ganar a un cliente, no era necesario mirar su boca demasiado tiempo, ni pensar en su voz, ni en sus ojos o comparándolos con luceros. A Jongin no le latía el corazón cuando intentaba demostrarle a un cliente que su pizza era la mejor, entonces de esa forma llegó convencido a la conclusión de que Kyungsoo le atraía tanto que definitivamente estaba en el reglón «Joder, me gusta muchísimo» y estaba peligrando pisar el de «Quiero prepararle pizzas a nuestros hijos».

Desesperado Jongin comenzó a golpearse la frente con la mesa de hacer la masa; tenía harina en las mejillas pero no le importaba porque realmente había un gran problema. Le gustaba aquel medio metro de maldad pura, aquel abismo de oscuridad, aquel que militaba en el ejercito de Satanás. Le gustaba Do Kyungsoo; y estaba todo mal de hecho, porque Kyungsoo no lo miraba con ojos bonitos, con amor, Jongin no veía en él ni una pizca de emoción hacia su persona lo que lo hizo chillar mientras chupaba alcaparras tan ácidas como Kyungsoo. Su amor no tenía probabilidad, a pesar de ser galante, apuesto, de esbelta figura y mirada matadora, además de asegurar buenos movimientos (en la pista de baile, en la mesa de hacer pizzas, en la cama, donde sea) tenía la guerra perdida ¡Oh, pobre soldado!

—¿Otra vez pensando en la razón de por qué eres tan perfecto y aún así no consigues novio, Jonginnie? —preguntó Luhan entrando a la cocina, y dirigiéndose de inmediato a sacarle las migajas de masa seca del pelo al moreno.

—Es porque soy morenito, ¿verdad? —preguntó haciendo un puchero.

—No Nini, de hecho tu color de piel es tu mayor atractivo.

—Entonces es porque soy gay —Luhan bufó y Jongin chilló más.

Jongin estaba rayando en lo patético y miserable mientras se atragantaba de queso amarillo, y le escupía de vez en cuando a Luhan cuando hablaba. Cuando se deprimía comenzaba a actuar de una manera más infantil de la acostumbrada y Luhan no ayudaba porque se proponía a consentirlo todavía más.

Ahogando sus penas con una soda que Luhan amablemente le compró, Jongin se lamentó porque sabía que estaba siendo demasiado dramático y que posiblemente se debía a su periodo masculino. Luhan le acarició la melena mientras susurraba que todo iba a estar bien, y que sólo debía descansar para poner en orden sus ideas y sentimientos.

Jongin sonrió y se abrazó a su amigo porque era muy cálido sentirse entendido y apoyado aunque fuese por alguien como Luhan cuya personalidad era extraña pero acogedora; similar a una casa llena de luz y comida caliente en la cual vivir.

Se hundió en el cuello del mayor y sollozó segundos después, escuchó como Sehun invadía su cocina, detrás de él Kyungsoo y..., ninguno traía buena cara.

Pizza Love → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora