Capítulo 1

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Los ojos me pesaban, era la quinta taza de café que me tomaba, estaba totalmente asqueroso y amargo pero cualquier cosa para mantenerme despierta.

Lo único que he escuchado en todo el día fue a las enfermeras hablando por los altavoces, llantos de bebe, zapatos corriendo por el pasillo y eso solo hacía que me sintiera mucho más sola de lo que ya estaba.

Me fije en el reloj de pared que tenía enfrente mío 4:37 a.m. a esta hora solo estábamos yo y dos personas más sentados en las sillas del pasillo del sector de terapia intensiva. Hace dos semanas que he estado sentada en este lugar al frente de la puerta de la habitación 343, la habitación donde estaba mi madre en coma, solo esperaba que saliera algún día, desde que les asaltaron y dispararon estoy acá, no quiero que despierte y yo no este.

No soportaría perderla, si despierta no sé cómo le diría que papá murió, no sé cómo se lo tomaría, ni siquiera yo había caído, no quería. Ellos no eran malas personas como para que les pase algo así, lo poco que me dijeron los policías fue que entraron dos ladrones que sabían que habíamos vendido la casa para mudarnos y que teníamos el dinero guardado - todavía no habíamos comprado el departamento al cual teníamos planeado mudarnos - además del dinero se llevaron televisores, computadoras , celulares, la vida de mi padre y probablemente también la de mi madre - yo me salve porque no estaba en casa, había salido a caminar y escuchar música - y ahora me arrepiento, no quería quedarme sola, totalmente sola.

No tenía amigos ni novio y en realidad nunca me importo o preocupo hasta ahora, me estaba dando cuenta que necesitaba a alguien, yo y mis problemas antisociales sumado el trabajo de mi papá fue lo que llevo a tomar la decisión de mudarnos a la ciudad y abandonar el pueblo donde vivíamos en el cual todos conocían a todos y todos juzgaban a todos pero estaba acostumbrada a eso y después de unos años dejo de molestarme.

No entiendo muchas cosas, en realidad no entiendo a las personas, si ya tenían el dinero y todo lo que había en la casa sin ningún obstáculo - ya que mis padres le entregaron todo sin reprochar - ¿Porque tenían que pegarle un tiro a cada uno en la cabeza?

Mi papá siempre me decía que el poder corrompe a las personas en especial a las débiles y eso es lo que eran los asesinos, personas débiles, que destruían a los fuertes.

Yo me consideraba fuerte hasta ahora porque he pensado en que si me quedaba sola no quería seguir pero este tiempo que he estado sola con mis pensamientos me di cuenta que matarme me convertía en una asesina y en una persona doblemente débil.

Volví a mirar el reloj de la pared - 5:15 a.m. - mire a las otras dos personas que estaban en la fila de asientos paralela, era una mujer vestida con un traje y tenía un maletín que apoyaba en su regazo, golpeaba un pie con el piso repetidamente mientras miraba el reloj que tenía en su muñeca, a su lado un chico dormido, tenía el pelo negro y hasta por los hombros, dos piercings en su labio inferior y por cómo estaba vestido me hizo acordar a Kurt Cobain, lo apode "el chico grunge".

A los 10 minutos un médico venía con papeles en la mano y en cinco segundos mil trescientas ideas pasaron por mi cabeza, y todas se esfumaron cuando paso de mí y se dirigió a la mujer del maletín

-Señora su hijo tuvo una sobredosis y estamos haciendo todo lo posible para sacar todo eso de sistema- hizo una pausa, la mujer miraba un punto fijo en el piso -el pronóstico es reservado -

El médico y lo admito yo también estábamos esperando alguna reacción pero ella estaba ahí inmóvil, el medico empezó a ponerse nervioso.

- Él no se droga - gritó la mujer, esa era la reacción que menos me esperaba,es decir, supuse que era alguien importante para ella y que le estaba perdiendo, yo estoy perdiendo a alguien y lo menos que haría es negar la causa.

Ella empezó a temblar y el medico se la llevo, supongo que para tranquilizarla y hablar en privado.

El grito despertó al " chico grunge", tenía ojos azules y estaban un pocos desorbitados, se levantó y se sentó a mi lado, eso me puso nerviosísima, será porque no es algo que yo haría -hablar con una persona que no conozco- empecé a hiperventilar, no porque sea un chico esto siempre me pasaba con la gente que no conocía, con la gente en general, tenía como una especie de alergia y no era voluntaria, me gustaría hablar, ser más sociable y más extrovertida pero mis reacciones no lo demostraban y era demasiado frustrante.

-¿Qué le han dicho? - Su voz era gruesa, rasposa y hablaba lento.

Lo único que pudo salir de mi boca fue - sobredosis- me miro y negó con la cabeza.

- El no debería estar pasando por esto, no se lo merece - dijo, creo que no ha entendido muy bien, una persona elige drogarse no pueden culpar a nadie más, el probablemente se drogue y al pensar en eso sentí una especie de decepción, trate de alejar esos pensamientos.

-El decidió drogarse - dije tratando de no sonar despectiva

-No juzgues a la gente, no lo conoces- me dijo y eso me enojo, no juzgo a nadie nomas soy realista, y odio a que alguien juzgue porque también han hablado de mi sin conocerme como si sus vidas fueran un ejemplo y yo no me considero de esa clase de persona.

-No lo estoy haciendo - sus ojos azules apuntando a mi cara haciendo que hablar se me haga más difícil - Solo que creo que no se puede culpar a otras personas por las acciones propias.

- El solo estaba buscando una salida - sus ojos se apagaron, debe de ser su amigo o su hermano -él era mi amigo - soltó, como si supiera lo que estaba pensando -el tenia muchos problemas y nadie estuvo para ayudarlo - hizo una pausa - Cuando lo conocí y lo quise ayudar el sólo me dijo que no me metiera en eso.

-¿Su madre ...- no me dejo terminar.

-Creía que el dinero iba a criarlo y hacerlo feliz- rio vagamente. - A veces las personas solo necesitan que alguien les muestre cariño, ella solo le mostraba billetes.

En eso tenía razón todos por más que lo neguemos necesitamos de los demonios de los demás para tranquilizar a los nuestros, y ahora que probablemente me quede sola tendría que lidiar con ellos yo sola.

- ¿Por qué estas acá?- Su voz me despertaba más que todos los litros de café que tome en estos días.

- Mi madre está en coma - conteste, hablar con él me había distraído pero decir la situación en la que ella estaba volvió a remover todo, no quería perderla, no quería tener que despedirme de ella, las lágrimas empezaban a asomarse.

Sentí sus brazos rodearme, no me lo esperaba y me sentía como una idiota pero, mi padre había muerto y mi madre estaba en coma, no tenía a nadie y este abrazo era todo lo que necesitaba pero también fue un detonante para mi llanto.

Después de unos minutos me separe del abrazo le agradecí, él dijo que no era nada.

- ya debe estar amaneciendo- dijo mirando el reloj que marcaba 5:45- vendría bien que salgamos a tomar un poco de aire y aprovechar la vista - Idea tentadora pero no sabía si salir o quedarme, podría haber noticias de mi madre.

-Necesitas aire, ¿Hace cuánto que estas acá?- Me preguntó.

- Como dos semanas- largas, dos semanas muy largas.

- Vamos- dijo y dejo la silla, se levantó y se paró al frente mío, levante la vista y el me estaba mirando, esperando que lo siga.

Él tenía razón, me levante y mis piernas lo agradecieron, iba caminando a su lado cuan pregunto por mi nombre.

- Amy Reht- conteste apretando el botón para que baje el ascensor

- Andrew Guilbert-su nombre me agradaba, las puertas del ascensor se abrieron , entramos y cuando estaba por apretar el botón que indicaba planta baja el me detuvo y apretó el número 13, el último piso.


Something In The WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora