Capítulo 1

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Llegué a Sevilla hace quince minutos, pero por no sé que motivos no me han dejado salir del avión.
Al fin me dejan irme de allí y busco mi maleta, la cojo y voy hacia la salida, que es hacia donde me han dicho que debía ir.

Llego a la puerta de salida y veo mucha gente, hasta que encuentro dos personas con gafas de sol, más o menos de la misma altura con un cartel: MadridSevilla; Sabela
Me acerco.

- ¿Tú eres Sabela? - pregunta uno de los dos. Es extraño. Juraría que oí esa voz en otro lugar... Aunque parece que intentan cambiarla o disimularla un poco.

- Sí. ¿Vosotros sois los que me acogéis aquí?

- Más o menos - responde el otro - sólo te venimos a recoger porque la familia que te acoge no pudo venir ahora y cómo nuestra madre es amiga de ellos nos mandó a nosotros.

Empezamos bien si no me pueden venir a recoger al aeropuerto.
Pero no sé... Me da cosa ir con estos dos, ¿cómo sé que me puedo fiar?

- Bueno... Vale, supongo...

Me hacen un gesto indicándome que los siga; uno de ellos se mete en el coche y el otro mete mi maleta en el maletero.
El que ha metido mi maleta en su lugar, me hace otro gesto para que entre en la furgoneta y luego él.

El otro tiene las gafas en la mano y ya no tiene gorro. Puedo ver bien su cara.

- ¡Jesús! - me tapo la boca.

- ¿Gemelier?

- ¡Sí! Y tú eres Dani... - miro a su gemelo que ya tiene la cara descubierta. Asiente. - Dios mío

- Me suenas, Sabela. ¿Nos conocemos o nos vimos en algún sitio? - pregunta Jesús.

- Pues... Es curioso. - me pongo nerviosa a recordarlo y oculto parte de la verdad. - Resulta que... Fui amiga de Calum y fui a una firma vuestra.

- ¡Es verdad! ¡Me acuerdo de ti! Eres la niña que venía llorando como una magdalena - ríe Dani y me sonrojo avergonzada.

- S..Sí

La furgoneta se pone en marcha y durante el camino, pido un par de veces que me pellizquen. ¡No me creo que los tenga delante!; nos sacamos algunas fotos y les agradezco todo lo que han hecho por mí.

- Bueno, princesita. Ya hemos llegado. Ya puedes bajar, te esperan dentro. - comenta Jesús.

- De acuerdo - le doy dos besos y un abrazo a cada uno, cojo mi maleta y camino hacia la puerta de entrada de la casa en la que viviré los próximos seis meses.

Es bastante grande; tiene un porche de madera con macetas llenas de flores de vivos colores, la casa es blanca y desde fuera parece lujosa aunque por su fachada, parece algo antigua con complementos modernos. Me encanta. Subo por los tres peldaños que forman una bonita y rústica escalera hasta llegar, completamente, al porche. Miro hacia atrás; Jesús y Dani me miran sonriendo. Les sonrío y pulso el timbre.
Rápidamente, me abre una mujer de unos cuarenta y pocos años, de pelo ondulado negro azabache, ojos verde esmeralda, nariz chata, finos labios y tez clara. Sobre su nariz adornan pequeñas pecas.

- ¡Hola! ¡Debes de ser Sabela! - dice con dulce voz mientras me da dos besos y me invita a entrar. - ¡Diego! ¡Ven!

El vestíbulo es sencillamente bonito.
Las paredes están pintadas de un bonito tono marfil, tiene un espejo en la pared de la izquierda, y debajo de éste hay una pequeña mesa con un jarrón que contiene rosas rojas, y un par de fotografías a sus costados.
En el pasillo, hay una alfombra granate con rayas blancas imitando el efecto de un marco.

Un chico un año (aproximadamente) mayor que yo, se acerca.
Éste tiene la tez clara, pelo castaño y liso, sus ojos son de un tono azul grisáceo más cerca del azul que del gris, sus labios son un poco más gruesos que los de su madre y, al igual que ella, tiene unas diminutas pecas sobre su nariz. En cuanto a cuerpo, está muy bien. Me saca cabeza y media. Cada vez me siento más pequeña.

- ¡Hola! - sonríe y me da dos besos.

- Hola. - respondo igual.

- Yo soy Diego, tengo 16 años y soy el hijo mayor de Clara - Clara supongo que será su madre.

- Encantada, yo soy Sabela. Tengo 14 años aunque cumplo 15 en unos días.

- ¡Felicidades adelantadas! - ríe.

- Gracias.

- Bueno, Diego, enséñale a Sabela cuál será su habitación y enséñale la casa. Cuando se instale acompáñala a dar una vuelta y enséñale un poco Sevilla.

Diego asiente y me guía a través del pasillo hasta pararnos en frente de una puerta blanca.

***
Siento que sea tan corto, pero os debía capítulo.

Pregunta: ¿Qué queréis u os gustaría que pasara en el siguiente capítulo?

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