Capítulo 11.

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Giré en la esquina decidida para ir a mi casa. Es que ni siquiera se preocupaba en ir a buscarme. No me conoce una mierda. Ahora mismo si le importara estaría aquí. Pero no, para qué. Total, si fuera por él, dejaría que me mudara al otro lado del planeta sin importarle ni un pelo.

—¡_____!—Gritan a lo lejos.

Pensé que era Suga. Por eso me giré a gritarle. Cuando di la vuelta, tenía muy cerca a Jimin. Retrocedí dos pasos.

—¿Qué?

—Los demás no tenemos la culpa de que Suga sea un estúpido.

—¿Me estás declarando que Suga es estúpido?—Levanté una ceja.

—Demasiado estúpido.

—Igualmente, no quiero tenerlo en la misma mesa.

Me sonrió.—Yo como contigo en otra mesa, no importa.

—No hace falta, de verdad.—Volví a caminar.

Sujetó mi brazo y tiró de él.—No seas estúpida, de verdad que no me importa.

Le miré.—¿Seguro?

—No te lo diría si no lo estuviera.

—Bueeeno...—Suspiré.

Entré de nuevo al Mc Donald. Cogí lo que era mi comida y me senté dos mesas más alejadas que ellos.

—Yo como con ella, cuando terminen, esperen fuera.—Aclaró Jimin.

—¿Quieres que vaya yo?—Preguntó J-Hope.

—No, si no me importa.

—Pues como quieras.—Sonrió.

Se sentó delante mía. Cogió las cosas que eran suyas y las desenvolvió todas. Me miró.—¿No comes?

—Se me quitó el hambre.—Dije con los brazos cruzados.

Me sonrió. Cogió una papa de mi paquete y la acercó a mi boca. Giré mi cabeza.—No seas mala, abre la boca.

—No quiero.

—Que te la comas pesada.—Se rió. Abrí la boca e introdujo la papa en ella.—¿Ves? Que fácil era.

—Imbécil.

—¿Te ayudo con la hamburguesa también?

—No, no.—Negué con la cabeza.

—Nuestra primera cita y ni comes, muy mal.—Contestó irónico.

—Gracias.

—¿Gracias?

—Por esto.—Susurré.—Sabiendo lo borde que soy contigo, y aún así...

—Eh.—Se inclina.—Como hemos dicho, Suga es estúpido.

—Ya.—Mordí de mi hamburguesa.

Mancha su dedo de mostaza y la pasa por mi nariz.—Ya estás comestible.

—¡Jimin!—Me quejé.—No seas cerdo.

—No, no, no.—Se ríe.—Cerdo sería si yo hiciera esto.—Se acerca y pasa su lengua por mi nariz.

—¡Jimin!

—Pero como no lo he hecho...

—De verdad que no tienes remedio.

—Mi remedio es tu sonrisa.—Responde serio.

Fui a morder de nuevo mi hamburguesa pero me quedé mirándole.—¿Cómo?

Malditos sentimientos.-Jimin, Suga y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora