Toda una vida por delante.

Soy la chica que no entiende los porqués.

Quedaba menos de una semana para las vacaciones, y nos comunicaron que debiamos ir al salón de actos para ensayar en el recreo hasta el día de la actuación.

-Qué bien.- Dije irónicamente cuándo salimos de clase hacia el salón de actos.

-Anda Nur, lo harás bien.- Me animó Mónica.

Lo que ella no entendía es que no era por eso, sino que estar en la misma clase que el me había afectado y ahora que me pase esto, pues comprenderéis que lo que siento siempre va a más y me canso. Porque duele mucho. Duele ver como doy y doy y el no para de ponerme malas caras ¡que no soy ningún bicho raro! Tengo sentimientos y aunque el nunca sepa que los tengo van a estar ahí y como sigan a más os juro que me voy a volver loca.. Joder, ¿sabéis lo que se siente cuándo quieres y no puedes? Pues eso a mí me estaba destrozando.

Minutos más tarde ya entrabamos por la puerta del salón de actos, y... ahí estaba el, tan guapo como siempre, esperándome. Estuvimos preparando las cosas, aunque Jesús y Daniel me tenían un asco que se notaba a kilómetros sin ni si quiera conocerme.

Y así pasaron los días hasta el día de la actuación. Tenía los pelos de punta ¡no creí que estaría aquí todo el instituto! Y mucho menos mi prima y su mejor amiga, Teresa, en primera fila.

Estaban cantando Pedro y Ana, cantaban reggaeton, no sé muy bien qué canción pero me alegraba que a nosotros no nos tocara eso, porque no sé bailarlo, hubiera necesitado un año de clases como mínimo y me hubiera muerto de vergüenza.

Dentro, estabamos nerviosos, y todos hablaban menos yo que sólamente miraba a Jesús; no preguntéis el porqué, porque ni yo lo sé. Estaba tan concentrada en mirarle que ni si quiera me enteré cuándo el director anunció que nos tocaba a Jesús y a mí cantar Darte un beso de Prince Royce.

-¿Vamos ya o que?- Me preguntó. Y su voz sí que me sacó de mis pensamientos.

-Sisi... Suerte.- Conseguí pronunciar. ¡Me había hablado! Ahora si que estaba nerviosa, más que nunca. Nerviosa por fallarle a él, por lo que iba a escuchar en el escenario y sobretodo por conseguir andar bien.

-Canto contigo, suerte no puedo tener. Con que no me hagas pasar mucho ridículo me conformo.- Me echó una mirada de desprecio.

Yo me limité a mirar el suelo. Ya estaba acostumbrada, nada nuevo. Entramos al escenario y casi por arte de magia todos mis miedos desaparecieron ¡fué increíble! Nunca me había sentido tan cómoda con tanta gente delante. Quizá fué porque estaba con el, o quizá fué porque era la primera vez que me guardaban respeto.

La verdad que no nos habíamos oido cantar, no habíamos ensayado juntos y tampoco sé porqué, soy la chica que no entiende los porqués. Pero podía imaginarme que era porque el no quería que le vieran conmigo aunque era absurdo porque cantabamos juntos o quizá era porque pensaba que le iba a reventar un tímpano.

Comenzó a sonar la música y mis pies fueron solos, primero cantaba yo, luego él, luego los dos y luego ¡ay! Luego vienieron los aplausos y el zoológico en mi interior. Bailar con Jesús era tan genial... ¡y no era un sueño! ¡Todo era real, real y magnífico! Al terminar la canción mi cara dibujó la mayor sonrisa que había tenido.

Agradecimos los aplausos bajamos del escenario, sentandonos al lado de Pedro y Ana para ver la siguiente actuación... Daniel y Mónica.

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